La Piel: órgano depurativo

La piel es el órgano depurativo más extenso, todo aquello que el organismo no logra eliminar por intestinos y riñones, intenta evacuarlo por la piel.
La piel es irrigada por un 20% del flujo sanguíneo y hace un trabajo parecido al de los riñones: filtra la sangre y evacúa los desechos solubles por los poros.
En ciertas crisis depurativas con fiebre, se llegan a excretar más desechos por el sudor que por la orina (2 a 3 litros en un día).
Un funcionamiento normal de la piel debería generar unos 800cc diarios de sudor (comparable al litro y medio de orina), aunque la lenta evaporación no permita muchas veces visualizar este volumen.
La piel cumple además con la función de proteger el organismo, por lo que está muy expuesta a las agresiones externas como la contaminación ambiental, cosméticos, desodorantes, etc.
También tiene funciones termorreguladoras que ayuda a mantener estable la temperatura corporal y funciones sensoriales que ayudan a detectar cambios en las condiciones externas.
La piel demanda el consumo de gran cantidad de nutrientes debido a su continua y rápida renovación celular.
Capas de la piel:
La capa más profunda llamada hipodermis, está compuesta por las células adiposas, que normalmente reciben y almacenan las reservas grasas del organismo.
Cuando el cuerpo ve rebasada su capacidad de eliminación de desechos tóxicos, no tiene más alternativa que sacarlos de circulación y aislarlos en tejidos de menor importancia. Este encapsulamiento de toxinas, a la espera de una mejor ocasión para evacuarlas, es lo que genera obesidad y celulitis a través de un proceso llamado captura lipógena.
La capa intermedia de la piel (dermis) tiene las glándulas sudoríparas, cuya función es excretora y fisiológicamente son muy similares a los filtros renales.
A nivel superficial esta la epidermis, donde se encuentran las glándulas sebáceas, ubicadas en la raíz de los pelos. Su función, entre otras cosas, es secretar una mezcla de cuerpos grasos y desechos proteicos de las células secretoras, llamada sebo. Esta sustancia sirve de primera barrera inmunológica, lubrica la piel y la protegerla de una excesiva deshidratación. Por esto resulta nocivo el uso continuo y exagerado de sustancias detergentes sobre la piel.
La epidermis tiene mecanismos de reciclado, capaces de digerir y transformar parte de los desechos evacuados, convirtiéndolos en sustancias útiles que se reabsorben. Aquellos desechos que no logran ser reciclados, se desprenden (descamación), fenómeno especialmente visible en el cuero Cabelludo (caspa).
Consejos para Estimular la depuración de la Piel
Un estimulante sencillo y benéfico para las funciones desintoxicantes, es la actividad física. Como consecuencia del movimiento, la piel ve estimulado su metabolismo y los intercambios, generándose mayor evacuación de desechos.
Toda ejercitación o trabajo físico es siempre recomendable desde el punto de vista depurativo; mejor aún si se realiza expuesto al sol y con ropa oscura, a fin de retener calor y aumentar la sudoración.
Es importante culminar la actividad con una ducha que elimine los desechos y limpie la piel.
Los baños de vapor (sauna , baño turco etc.), representan otra forma natural  de eliminar toxinas aprovechando la reacción fisiológica de la piel frente al calor.
Otra práctica recomendable para estimular la depuración orgánica a través de la piel, son las cataplasmas o emplastos. Pueden hacerse con muchas sustancias, pero las dos mas sencillas y económicas son: la arcilla y la hoja de repollo.
La arcilla además de aspirar los desechos superficiales, tiene la capacidad de absorber desechos más profundos. La hoja del repollo además de aspirar desechos acumulados, aportar principios activos a través de la piel .
Entre las plantas medicinales que favorecen la depuración de piel, podemos citar: borraja, manzanilla, Sabila, cola de caballo (aporta silicio, mineral clave para la piel), zarzaparrilla, enebro, tomillo, romero, bardana y la acedera.
Resultan benéficas todas las frutas y verduras, en especial la zanahoria, pepino y Aguacate
Enemigos directos de la piel son los productos lácteos en general, los productos refinados de todo tipo (sal, aceites, harinas, margarinas) y los productos cárnicos de cría industrial.
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