Revista Cine
Escribo esta entrada teniendo muy presente que Pedro Almodóvar es uno de esos creadores a los que la gente ama u odia, y que, en muchos casos, esas filias y fobias vienen más bien determinadas por su forma de ser y pensar y sus declaraciones, que por sus películas en sí. Yo no me encuentro en ninguno de los extremos, pese a gustarme sus películas no soy una incondicional, de hecho, su última etapa (Hable con ella, Todo sobre mi madre, La mala educación, Volver...) es la que me ha hecho apreciar más su cine que sus primeras cintas, que sin dejar de gustarme, me parecían excesivamente histriónicas y extravagantes para mi gusto. Tampoco me importa mucho cómo sea un creador, con el tiempo he aprendido a separar a la persona del artista, y así, por ejemplo, el odioso Lars Von Trier (engreído y con desafortunadas declaraciones a favor de los nazis) es mi director de cine favorito. Me gustan sus pelis, no me gusta él. Pero porque no me guste como persona no voy a dejar de admirar lo excelente director que es. Lo mismo creo que pasa con Almodóvar, del que no me declaro ni a favor ni en contra a nivel personal, pero del que me encanta su cine.
La piel que habito, su última película, es una muestra más de cómo Almódovar, al contrario de lo que suele suceder con muchos creadores, va superándose a sí mismo película a película, va creciendo y creando sus mejores films. Si Volver me pareció una película de 10 diría que La piel que habito suma un 10 y medio. No es una película fácil, eso ya lo aviso, cuesta entrar en ella. Se nos mete de pronto en la acción sin ningún tipo de explicaciones: un cirujano plástico (Antonio Banderas), una paciente (Elena Anaya) y una ama de llaves de confianza (Marisa Paredes) conviven en una casa aislada. La relación que existe entre ellos y qué les ha llevado hasta allí no está clara. Tendremos que ser pacientes e ir desenrollando el hilo de la madeja que Almodóvar nos tiende. Y es ahí, en ese desentrañar la historia donde me parece que se ha superado el director. Poco a poco vamos encontrando una historia sobrecogedora de venganzas e ira, de amores incondicionales, de errores, donde los personajes lo son todo. Y qué personajes. Marisa Paredes está tan extraordinaria como siempre, pero además, en este film he descubierto a un Antonio Banderas sobrio pero expresivo a más no poder y una Elena Anaya que hace creíble un papel nada fácil. Dos actores que hasta ahora me producían indiferencia, bajo la batuta de Almodóvar crecen exponencialmente. De la historia es mejor que no sepáis más, cuanto menos conozcáis, más vais a disfrutar de esta historia con un final sorprendente. Cuando vi el tráiler me sentí un poco engañada ¡pero si no cuenta nada! Ahora, después de ver la película me doy cuenta de que debe ser así, las sorpresas tienen que ir llegándonos sin previo aviso, nos toca reconstruir esta historia sin ayuda externa. ¿La recomiendo? Por supuesto, al cien por cien.