Aprovechando que el Málaga C.F tiene pie y medio fuera de las competiciones europeas para la temporada que viene, me he esforzado en recordar una anécdota de cuando era bien pequeño. Y es que este tipo de sanciones, ni son nuevas, ni sólo se imponen a los clubes pequeños en contraposición con los gallos de Europa. Y si no, que se lo digan a los clubes ingleses en la década de los ochenta y… al A.C Milan en 1991.
Una historia absurda, casi irreal, difícilmente justificable para alguien con dos dedos de frente, ocurrió un 20 de marzo de 1991 en el viejo Stade Vélodrome de Marsella. Pero como todo, vamos poco a poco.
Dos equipos y una eliminatoria. Un duelo de gran nivel entre dos escuadras punteras aquellos años. Por un lado, el A.C Milan, un club que no requiere presentación y el mejor del mundo por aquel entonces. Era una máquina de crear fútbol y de tirar el fuera de juego con gran maestría al grito de ¡Milan! de su gran capitán Franco Baresi. Campeones de Europa en 1989 y 1990 con una superioridad notable en el terreno de juego (que se lo digan al Real Madrid de la Quinta del Buitre con aquel 5-0 en San Siro que todavía escuece), con los holandeses Van Basten, Gullit y Rijkaard destacando dentro de una gran plantilla. Arrigo Sacchi cogió a un Milan casi recién ascendido y lo coronó como uno de los mejores combinados de la historia. Su propio favoritismo les “obligaba” a ser Campeones de nuevo pero las cosas se torcieron demasiado pronto.
En el otro lado del terreno de juego, el Olympique de Marsella, uno de los Clubs de fútbol más laureados de Francia y el mejor de aquella época en el país galo. Por desgracia, poco tiempo después les salpicó uno de los mayores escándalos de la historia del fútbol en ese país siendo incluso desposeído de su Título de Campeón de Liga por apuestas ilegales. Bernard Tapie se cayó con todo el equipo y nunca mejor dicho, siendo además en aquella época diputado de la Asamblea Nacional. En lo meramente deportivo, un grandísimo equipo con Jean Pierre Papin a la cabeza.
Era marzo de 1991. Se jugaban los Octavos de Final de la todavía Copa de Europa y contra todo pronóstico en la ida el A.C Milan ha pinchado contra los marselleses empatando a uno en San Siro. Era un mal resultado sin duda. Ruud Gullit había dado ventaja a los Rossoneri pero Papin había puesto el 1-1 a los pocos minutos. Por mucho Milan que fuese, Marsella siempre era una olla presión incluido su viejo estadio, el Vélodrome, que se llenaba hasta la bandera de incondicionales de su equipo.
Como era de prever, la ansiedad del campeón pasó factura. No es que el Marsella estuviese cuajando el partido del siglo, pero con una buena defensa y contemporizando los minutos fueron pasando. Peor aun, en el minuto 75, Abedi Pelé centra un balón al área, Papin cabecea forzado y Chris Waddle, un buen extremo inglés chuta de primeras. Gran gol ante el que nada puede hacer Sebastiano Rossi. Como es lógico, el partido y la eliminatoria seguían estando cerca, a un tanto de la prórroga. Pero no. Seguían pasando los minutos y el muro marsellés no cedía. Y de repente… Apagón. Dos de las cuatro torres del Vélodrome quedaron a oscuras.
Chris Waddle pugna con Paolo Maldini
A partir de aquí se monta el gran revuelo y la “ingeniosa” idea de Adriano Galliani, vicepresidente del Milan y mano derecha de Silvio Berlusconi, entra en acción. Tras unos instantes de incertidumbre, Galliani manda a los jugadores al vestuario. No es esa la decisión de Bo Karlsson, el colegiado del encuentro, pero órdenes son órdenes. “Nos negamos a jugar porque nuestra seguridad está en entredicho”. Pero no hay nada de extraño en la actitud del Milan. Más bien salta a la vista la estratagema. Galliani intenta conseguir que la UEFA sancione al Olympique de Marsella con la eliminación o bien con la repetición del partido, pero no lo va a conseguir. Después de advertir a los milanistas hasta en cuatro ocasiones, agarra el esférico y se dirigue al área del Marsella para reanudar el partido. Como observa que el Milan se está retirando del terreno de juego, no lo duda un instante y pita el final del partido.
A partir de aquí se suceden los acontecimientos en los despachos. Al día siguiente, Berlusconi trató de suavizar la previsible sanción aceptando la derrota y retirando un recurso contra lo sucedido. El Club se quejaba simplemente de la mala organización. El 28 de marzo la UEFA sancionó al Milan con un año de suspensión en las competiciones europeas. El 24 de abril en Ginebra, él mismo defendió ante el Comité, durante más de dos horas al Milan y solicitó que la UEFA dejara la sanción en una simple multa sin inhabilitarle. Sin embargo, el organismo, presidido por el suizo Leon Straessle y compuesto por el irlandés David Bowen, el alemán Wilhelm Hennes, el escocés Peter Gardiner y el islandés Gudmundur Petursson, confirmó la sanción, acusó al Club de “espíritu antideportivo agudo” y justificó la decisión en el hecho de que el árbitro advirtió cuatro veces al equipo de Arrigo Sacchi para que prosiguiese el juego. El propio Galliani, artífice de la idea, fue suspendido durante dos años, hasta el 30 de julio de 1993. Aunque en principio dijo que dimitiría si era sancionado, no lo hizo porque Berlusconi no se lo permitió.
Por lo menos, el baño de agua fría le vino bien al A.C Milan que durante su año de sanción ganó el Scudetto terminando invicto y de la mano ya de Fabio Capello, se aprovechó su ausencia para renovar la plantilla con Papin, Savicevic, Boban, Lentini etc. y volvería a jugar en Europa el 12 de septiembre de 1992 siendo finalista esa misma temporada frente al… Olympique de Marsella y campeón en 1994 tras aplastar al F.C Barcelona con un inapelable 4-0 en Atenas.
“Me he comportado como un ‘tifosi’ en vez de ejercer de delegado del equipo, con la cabeza fría, como correspondía a mi cargo” Adriano Galliani.
“Estoy bastante decepcionado. Hemos tenido mala suerte. Se produjo una decisión errónea por parte de un dirigente y de los restantes componentes del equipo. Nos negamos a reanudar el partido debido a la multitud no autorizada que se hallaba en el césped” Silvio Berlusconi.
DAVID ABELLÁN FERNÁNDEZ