Es un fenómeno que llega a pasos agigantados.
Acabo de almorzar con un gran editor español y amigo. Hacíamos cuatro números: en España se han vendido unos 300.000 dispositivos de lectura de libros electrónicos, pero sólo 100.000 libros electrónicos. ¿De qué se nutren esos 300.000 dispositivos? De copias piratas de libros. Y lo peor es que sigue el mismo patrón que la música y el cine: no existe pudor social al realizarlo. El consumidor lo ve como algo normal. No tiene conciencia de estar realizando un acto ilícito.
¡Que Dios nos coja confesados! Si el negocio editorial ya era un mal negocio, ¿hasta dónde llegará?