La piscina

Una piscina cualquiera en un momento cualquiera. Imagen extraída de stock.xchng, banco de imágenes gratuito

Hay olores que te teletransportan en un milisegundo a un episodio de tu pasado. Es aspirar ligeramente y ñaska retrocedes a ese momento justo de ese lugar de ese año. No te cuento nada que no hayas sentido.

Lo curioso es que un mismo olor nos puede transportar a ti y a mí a lugares diferentes y, lo que es más curioso aún, hacernos a ti y a mí felices o desgraciados. Hagamos una prueba. Yo te cuento uno de los olores que me traslada a días siempre alegres y tú me cuentas dónde te lleva este mismo olor.

Me encanta el olor a piscina, a cloro. Es respirarlo y hago un viaje en cero coma a mi niñez, al pueblo de mi padre, a esas tardes manchegas donde solo se podía soportar el calor en el agua, donde mis padres enterraban el hacha de guerra y yo aprendía a nadar con mi hermano, ese momento en el que uno podía pedir un polo de coca-cola y hasta una coca-cola para una sola.

Es respirarlo y parece que estoy de nuevo en la piscina de mi casa, esa casita que me compré en Bajamar y en la que vi bañarse a las seis de la mañana a mi amiga Elena y a un ligue recién llegados de fiesta de La Laguna.

Es respirarlo y vuelvo a esas tardes de domingo con mi amiga Marian en Fadura donde con la disculpa de intentar adelgazar hablábamos de lo humano y lo divino entre largo y largo. Cuántos mundos arreglamos…

Es respirarlo y me veo dentro nadando a última hora de la tarde, sin prisa, sola dentro del agua después de esperar a que todo el mundo se fuese. En Barrika tuve una piscina realmente única, con el monte y el mar al fondo. La mejor piscina del mundo…y en Euskadi.

Es respirarlo y me acuerdo de todas mis sobrinas chiquititas, asustadas, en el borde la piscina sin atreverse a entrar. Y yo con los brazos estirados, esperándolas.

Te parecerá una chorrada pero  a mí el olor a cloro me sabe a vacaciones, amistad, tranquilidad, risas, amor… ¿y a ti?