En la entrada sobre los piratas más antiguos conocidos ya se habló del dominio hitita sobre el Mediterráneo oriental, según las cartas de Amarna. En esta misma fuente se habla de una misteriosa epidemia que azotó el Levante mediterráneo en algún momento a finales del reinado del faraón Ajenatón (ca. 1350-1330 a.C.) como producto del primer caso conocido de guerra biológica de la historia.
Los hititas atacaron la frontera egipcia en Amka, a las orillas del río Litani al este de Biblos y Zimirra, en el 1325 a.C. Una carta de Ugarit, un mini-estado hitita gobernado por Niqmaddu II (1349 - 1315 a.C.), cuenta como los botines y prisioneros de guerra estaban contaminados, iniciando una epidemia de dos décadas de duración en el imperio hitita y matando a los reyes Suppiluliuma I (1358-1323 a.C.) y Amuwanda II (1323-1322 a.C)., alcanzando el reinado de Mursili II (1322-1295 a.C.).
Cinco años después, los hititas fueron atacados por el reino de Arzawa, en Anatolia occidental, pero pudieron repelerlos asediando su capital en tan solo dos años. Se dice que la clave fue el rayo divino con cara y espalda que golpeó en la rodilla e incapacitó a Uhhazitis, líder de Arzawa. Dada la improbabilidad de que un rayo verdadero golpee precísamente la rodilla del líder enemigo, se interpreta que pudo haber sido afectado por una enfermedad. Que tuviera cara y espalda señalaría que habría sufrido primero por los hititas. Aunque el rayo también podría sugerir que sufrió un ictus, la presencia de la epidemia inclina la balanza hacia la primera explicación. Además, Herodoto habla que los soldados cretenses que habían luchado en esta época en el oeste de Anatolia volvían con una enfermedad mortal ( Historia, 7.171).
En tan solo dos años (1320-1318 a.C.), los hititas no solo repelieron al reino de Arzawa y a sus aliados, sino que acabaron infectándolos. Por ello se plantea la posibilidad del uso planeado de la enfermedad como arma. No solo porque el rey hitita deseaba sus enemigos sufrieran la enfermedad, sino porque los hititas fueron acusados directamente de la epidemia. Según los rituales hititas, se envió a una mujer y un cordero a extender la enfermedad por su camino. En respuesta, Arzawa habría enviado su propio cordero hacia las tropas enemigas pidiéndoles a los dioses que dirigieran su atención a las tierras hititas.
Pero como habrás podido intuir por el ataque en la frontera egipcia, la plaga no comenzó en tierras hititas. Se considera que esta comenzó en Zimirra, una ciudad del Levante por donde cruzaban varias rutas comerciales. Fruto del comerció, la enfermedad alcanzó Babilonia, donde mató a una aristócrata y enfermó al gobernante local, y Chipre, donde se decía que estaba la mano de Nergal, dios mesopotámico de la guerra y la pestilencia, que se había cebado especialmente con los mineros de cobre. Para protegerse, Biblos prohibió a acercarse a sus tierras a las gentes de Zimirra y prohibió el uso de burros, pero la epidemia llegó igualmente y el gobernante de Biblos enfermó crónicamente. Esta siguió hacia el sur hasta alcanzar Megido.
Aunque la estela de la restauración de Tutankamón (1335-1330 a.C.) habla de que Egipto fue golpeada por los dioses, pudo deberse a los altercados producidos por la situación. Por otra parte, en torno a 1335-1325 a. C. se hicieron copias de un texto médico antiguo que se convertirían en el conocido papiro médico de Londres, aunque se desconoce si estas copias servían algún propósito como informar a la población.
Debido a las décadas de duración de la epidemia, su extensión a través de ratas en los barcos, su capacidad de infectar a humanos y animales, como los burros o las cabras, y por su sintomatología, es posible que los hititas sufrieran de tularemia, provocada por la bacteria Francisella tularensis. Los comerciantes la habrían extendido durante las paradas de sus rutas. Además, el hecho de que las epidemias de Canaán en el siglo XI a.C. y finales del siglo XVIII a.C., que en este caso infectó el puerto egipcio de Avaris, sean compatibles con la misma enfermedad sugiere que era endémica de la región.
Se trata de una enfermedad cuya inmunidad natural solo ocurre con el contacto constante con animales con cepas atenuadas de la bacteria, razón por la que podía afectar más en minas y zonas urbanas que en el campo.
- Trevisanato, S. I. (2007). The 'Hittite plague', an epidemic of tularemia and the first record of biological warfare. Medical hypotheses, 69(6), 1371-1374.