Luis Britto García
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Maniobra en el Atlántico y el Caribe la más poderosa flota que ha surcado esas aguas. Las tres mayores potencias imperiales del momento envían quince irresistibles acorazados con tripulaciones de unos quince mil hombres armados a barrer con el pequeño país que se atrevió a desobedecerles. Los medios de comunicación del mundo celebran. Titulares y caricaturas insultan al pueblo agredido y a sus mandatarios. El pretexto es reforzar un bloqueo; el verdadero motivo es la adquisición territorial de una comarca rica en asfalto, oro y otros recursos naturales, con privilegiada situación estratégica, que propicia alianzas latinoamericanas incómodas para la hegemonía imperial. La Armada Invencible apunta cañones contra las endebles fortalezas y los barquitos del país agredido. En lanchas de desembarco van armadas hasta los dientes tripulaciones encargadas de conquistar una cabeza de playa. Esperan la rendición incondicional del pueblo agredido, la entrega de sus mandatarios, la repartición de sus riquezas.
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Decía Marx que la Historia se repite, la primera vez como tragedia, la segunda como farsa. Los agresores saquean e incendian dependencias públicas, roban las campanas de la iglesia, pero son repelidos a pedradas por el pueblo en Puerto Cabello y deben retirarse tras cañonear infructuosamente las vetustas fortalezas. En el Lago de Maracaibo el formidable acorazado Panther encalla en la Barra y queda al alcance de los anticuados cañones que se cargan por la boca. El presidente Cipriano Castro –pues esto sucede en 1902, tiempos del bloqueo que intentan Inglaterra, Alemania e Italia contra Venezuela para cobrarle una deuda pública inventada, seis veces mayor que la real- convoca a la unidad con retumbante proclama: “La Planta Insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria”. Cien mil voluntarios acuden a defender su país. Una cosa es cañonear desde lejos y otra enfrentar en su propio terreno centauros que deshicieron las tropas del Imperio en el cual no se ponía el sol. El canciller argentino José María Drago formula la doctrina según la cual no se puede cobrar por la fuerza acreencias a Estados soberanos. Todavía más: la prepotente incursión amenaza violentar el nuevo orden del mundo. Los acorazados europeos quieren establecer colonias en América. El Secretario de Estado yanky míster Hay les informa que ello contraría la doctrina Monroe. Tres años antes, la flota de Estados Unidos desbarató en un solo día la de España ante las costas cubanas. Los acorazados ingleses, alemanes e italianos dan media vuelta. Al no poder expandirse en América, los imperios europeos se enzarzan en una Primera Guerra Mundial que costará más de nueve millones de vidas.
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Hasta aquí la tragedia histórica, vamos con la farsa actual. El presidente Trump declara que no sabe cómo desde la Colombia ocupada por bases estadounidenses arriban a Estados Unidos cada año más de un millar de toneladas de cocaína por la vía del Pacífico. Para prevenirlo, concentra la IV Flota y unidades navales de la OTAN, pero en el Caribe, frente a Venezuela, país que no produce droga, y por la captura o muerte de cuyas autoridades ofrece además recompensas multimillonarias. Los flotantes montes de acero tienen un parto ridículo: dos fuerzas mercenarias en lanchas de desembarco cargadas de armamento de guerra son capturadas a partir del 3 de mayo en las playas de Macuto y Chuao por pueblo y Fuerzas Armadas Bolivarianas.
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A tal Imperio, tal invasión. Las potencias de los siglos XIX y XX peleaban sus guerras en gran parte con cipayos de países colonizados. Las trincheras de Europa quedaron regadas con sangre de hindúes y africanos: las de Corea, con vísceras de colombianos. Desde mediados del siglo pasado la protesta antibélica de las juventudes condujo a la perfecta solución mercantil: la privatización de los conflictos bélicos. Ahora las guerras no se declaran: se contratan. Cero patriotismo, cero ideales. El dinero es motivación única de quienes van a la muerte y de quienes lucran con ella. El astuto Nicolás Maquiavelo desaconsejaba las milicias de mercenarios, leales sólo hacia la paga, y las tildaba de ineficaces y volubles. Ejemplo: El empresario Jordan Goudreau crea la empresa de sicarios de alquiler Silvercorp y firma jugoso contrato por 212 millones de dólares con J.J.Rendón y el autoproclamado Guaidó, a su vez mercenarios de la potencia que los reconoce, financia y apoya. El objeto del pacto, según documento que ya está en manos de las autoridades venezolanas, es “Una operación para capturar/ detener/ eliminar a Nicolás Maduro…. eliminar el régimen actual e instalar al reconocido presidente venezolano Juan Guaidó.” Cómo no se les había ocurrido antes. Nada de presentar programas de gobierno, ganar el consenso de la población o concurrir a elecciones. En lugar de todo eso, alquilar asesinos a sueldo. El resultado no podía ser otro que el chasco gerencial de Macuto.
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A tal sicario, tal patrono. El presidente Trump guarda silencio durante 48 horas, luego declara enfáticamente que no tiene nada que ver con el ridículo fiasco mercenario. Desde luego, después de declarar durante varios años que están “abiertas todas las opciones” para derrocar al gobierno venezolano; tras poner precio a la captura o la cabeza de sus miembros; robar o bloquear todos los activos del país caribeño en el exterior, nombrarle presidente a un desconocido votado por nadie, azuzar en su contra los países vecinos y desencadenar la mayor operación naval de la historia del Caribe para cercar las costas de Venezuela, no hay razón alguna para sospechar que pudiera estar involucrado en un asalto contra la soberanía del país bolivariano. Nada más lejos de su conocida veracidad que tirar la piedra y esconder la mano. Ni siquiera se lo podría acusar, como a Kennedy, de no haber tenido la inteligencia de detener la proyectada invasión de Playa Girón ni la entereza de apoyarla hasta sus últimas consecuencias. No: la misma conveniente ignorancia que le impide saber, a pesar de su sofisticada vigilancia satelital y de manejar las agencias de espionaje más intrusivas del mundo, cómo llegan a su país por el Pacífico más de un millar de toneladas de cocaína por año, le veta tener idea de lo que hace la oposición venezolana financiada por él y lo que ocurre en un mar Caribe ocupado por su IV Flota y sus aliados de la OTAN. Solidariamente, el secretario de Estado Mike Pompeo declara el miércoles que «no hubo una participación directa del gobierno de los Estados Unidos». Brindamos un indicio para rescatarlos de su conmovedora ignorancia. Ofrecer recompensas por la captura o la eliminación de gobernantes de un país soberano constituye instigación a delinquir, un delito en sí mismo, y convierte en cómplices al instigador y a quien obedeciere su instigación criminal. Por otra parte, es ofensivo pensar que el Presidente Trump pudiera ordenar el asesinato de dirigentes de países con los cuales el suyo no está en guerra. Para mayor información, consultar con el mártir general Soleimani.
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No sabemos si la invasión mercenaria fue baladronada para justificar la multimillonaria inversión; si su finalidad era aportar armas para un plan mayor concertado con las bandas paramilitares infiltradas hace décadas en Venezuela; si fue sólo globo de ensayo para sondear la eficacia de nuestras defensas o fuerza de conquista de una cabeza de playa. En todos esos objetivos fracasó rotundamente. Lo único que logró, al igual que la vandálica agresión de 1902, que la invasión de Playa Girón en 1961, fue evidenciar que los tiempos cambian. Ante el fiasco mercenario, hubo categóricas condenas. El Secretario General de la ONU, Antonio Gutierres, manifestó que “Estamos en contra de una escalada de la situación de Venezuela. Creemos que la forma de resolver el problema es el diálogo político así como el pleno respeto de los Derechos Humanos”. La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores Chino Hua Chunying condenó “el intento de invasión de Venezuela por fuerzas mercenarias, así como las maniobras intervencionistas contra cualquier país”. El canciller de Rusia, Serguei Lavrov, anunció el 3 de mayo que ante una eventual invasión de EEUU en Venezuela “estamos movilizando a un grupo de países, que igual que nosotros respetan la Carta de Naciones Unidas, para contrarrestar esos planes”. El Movimiento de Países No Alineados manifestó asimismo su solidaridad con Venezuela. Hasta Luis Parra, el presidente opositor de la opositora Asamblea Nacional Venezolana, declaró que “Estamos hablando de unos hechos sumamente delicados que comprometen la paz, la institucionalidad del país, pero sobre todo la vida de los venezolanos. Juan Guaidó le debe una explicación al país y al Parlamento venezolano, sobre su supuesta participación en la operación, la cual tenía como objetivo atentar contra la vida del presidente Nicolás Maduro, sino que hacerse por la vía violenta del poder en Venezuela”. Entre todos le han halado a Trump las prepotentes orejas para recordarle que ha habido un cambio en el mundo. Un nuevo orden rige el planeta, y no es el de las cañoneras y sicarios de alquiler.
TEXTO/IMÁGENES: LUIS BRITTO
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