Revista Viajes
En Belo Horizonte te piden disculpas por la falta de playa. Te hablan de la buena comida, de las anchas avenidas, del buen clima casi todo el año, pero, lo sentimos, repiten sin que nadie les haya pedido explicaciones, la playa queda a más de 400 kilómetros. Belo Horizonte es una ciudad del interior de Brasil que sorprende por su aparente tranquilidad. Las calles están limpias, se puede caminar tranquilamente a altas horas de la noche, nadie se mete con nadie. Es una ciudad donde, eso sí, se bebe mucho. Se bebe incluso en las librerías, como la estupenda Quixote, el mejor lugar para una cerveza a media tarde. En Belo Horizonte organizan un Festival de Teatro cada dos agostos. A comienzos de año, el alcalde quiso cargárselo con un decreto y se encontró con la respuesta de un grupo de mujeres que pelearon por él y lo recuperaron para la ciudad. El conflicto hizo que un festival que se produce durante un año tuviera que montarse en apenas dos meses. Les ha salido bastante bien a pesar de todo. Y es que las mujeres tienen carácter en esta ciudad sin mar. Y el alcalde, como el de Carcelona, tiene la mano suelta para los decretos y las prohibiciones. A finales del año pasado decretó la prohibición de organizar actos públicos en la Plaza de la Estación. Se trata de una plaza emblemática de la ciudad, frente a la antigua estación de tren, hoy reconvertida en museo. Los ciudadanos de Belo Horizonte no están de acuerdo con la prohibición y han creado un divertido movimiento de protesta que lideran algunas mujeres como la dj, perfomer y agitadora cultural Paloma Perentoni, que nos cuenta todo esto entre canción y canción. Paloma nos explica que ahora sí, Belo Horizonte, tiene playa. Al menos los sábados, cuando cientos de jóvenes llegan con sus trajes de baño, sus cervezas, sus tambores y se tumban al sol encima del cemento. Hacen una colecta y contratan un camión que les suelta manguerazos de agua. Varios vídeos dejan constancia de ello. Esto sí es intervenir el espacio público y lo demás son tonterías. Paloma baila como sólo bailan las brasileñas. Se trata del concierto de los Mundo Livre S/A. . Derroche de energía. Comunión total entre el escenario y los que estamos abajo bailando, saltando, gritando como si nos fuera la vida en ello. Y es que los viejos rockeros nunca mueren. Ni squiera los que hacen Samba de combate, como esta banda de Pernambuco que cierra la noche del sábado del festival.