Autor/a: Domingo Villar
Edición: 3ª ed.
Lugar de edición: Barcelona
Editorial: DeBolsillo (RHM)
Año de edición: 2011
Número de páginas: 445
ISBN: 978-84-9989-276-4
Nos trasladamos a Panxón, un pueblito marinero de la costa pontevedresa, donde aparece el cadáver de uno de sus habitantes en la playa con claros síntomas de ahogamiento. Tras conocerse la identidad del ahogado a nadie en Panxón le sorprende que el cuerpo pertenezca a Castelo, un solitario y depresivo marinero. Si el cuerpo de Castelo no hubiera aparecido con las manos atadas por una brida verde y un golpe en la cabeza, lo que apunta a que el marinero fue asesinado antes de aparecer muerto en la playa, todo se hubiera quedado en un mero suicidio.
El inspector Caldas y su ayudante Estévez serán los encargados de esclarecer el caso. Para ello interrogan a las personas del entorno de Castelo: su familia, vecinos y compañeros de la mar pero, aunque no les será fácil debido a la desconfianza que muestran los lugareños, la hipótesis que se plantea tras sus respuestas resulta ser demasiado insólita.
Como gatos que tiran de la madeja, Caldas y Estévez irán desgranando los hechos hasta llegar al naufragio del Xurelo, un barco de pesca que se hundió hace doce años y en el que estuvo enrolado Castelo pero ¿qué relación puede tener ese naufragio con la muerte del marinero? Para saber la respuesta hay que adentrarse en La playa de los ahogados y acompañar a Caldas y Estévez en su investigación.
Una vez finalizada su lectura pienso que debería haber leído su anterior y primera obra, Ojos de agua, porque, aunque se pueden leer independientemente, hay partes de la historia en las que me he sentido un poco perdida al no saber cómo se conocen Caldas y Estévez (éste es aragonés y parece que no lleva demasiado tiempo en Galicia puesto que le sorprende el carácter gallego) o qué es lo que ha pasado entre Caldas y Alba, una mujer de la que solo unas pequeñas pinceladas permiten presuponer que ha sido o es (no queda nada claro) su pareja.
Pese a estos pequeños inconvenientes la trama atrapa de principio a fin y las páginas pasan volando sin que nos demos cuenta gracias a una historia interesante, a unos personajes bien construidos, a la abundancia de diálogos, al lenguaje sencillo, directo y sin artificios que emplea Villar y a los cortos capítulos en los que está estructurada la obra. Todo ello contribuye a que el lector se sienta como un espectador frente a una película, y no en vano, ya que el autor fue guionista de varias series de la televisión gallega.
Si algo me ha llamado la atención a lo largo de toda la lectura es que, al comienzo de cada capítulo, hay la definición de una palabra que está presente de forma implícita o explicita en el texto. Otra cosa que me ha sorprendido, y gratamente, es que cuando crees saber quién es el asesino –porque todo apunta a que es esa persona en cuestión-, Villar te sorprende dando un giro a los hechos y desbaratando tu hipótesis, así que hasta el final no descubres (al menos yo no lo he descubierto antes) quién es realmente la persona que asesinó a Castelo.
Sin embargo, lo que más me ha gustado, a parte del a historia en sí, es dar un paseo por las calles y tascas de Vigo junto a Caldas, e imaginar el paisaje bucólico de la Ría a primeras horas del día.
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Imagen: http://www.abc.es/Media/201108/01/OBJ2955449_1--644x448--644x448.JPG