Hay diferentes rincones de Madrid a los cuales, el paso del tiempo y de las generaciones les ha venido de maravilla para quitarse de encima el amargo peso de la historia que se cierne a sus espaldas. Uno de ellos es la Plaza de la Cruz Verde, un recoleto espacio que late con pausa en el Madrid más medieval y que apenas ya recuerda lo que un tiempo fue.
Descorchamos la semana con una excursión a mi zona preferida de la ciudad, el Madrid de los Austrias. Entre calles que se deslizan por marcados desniveles siempre hay algún que otro hueco para coquetos espacios como es la Plaza de la Cruz Verde. En ella confluyen la Calle de la Villa, la Calle del Rollo y la espigada Calle de Segovia. Sus muros pueden sacar pecho por haber contado con ilustres vecinos como el arquitecto Ventura Rodríguez.
Tranquila y de manera hermética vive esta explanada que tiene varios bancos y terrazas que incitan a un disfrute relajado y que cuenta con un elemento que la preside con elegancia, la Fuente de Diana Cazadora. Se trata de una enorme fuente de cinco caños construida en 1850 para suministrar de agua a los vecinos del barrio y que también guarda muchos secretos que desgranaremos en otro momento.
Como indicaba al comienzo del artículo, el tierno aspecto actual del que goza este recinto, con sus fachadas ocres salpicadas de faroles e indiscretos balcones, no puede hacernos olvidar el dolor y sufrimiento que aquí se vivió hace siglos. El curioso nombre de este lugar nos pone tras la pista de que estamos en uno de los diferentes puntos en los que se llevaban a cabo las ejecuciones de la Inquisición . Por costumbre, la presencia de estos espacios se señalaba con una cruz de madera pintada de verde. De ahí viene el aparentemente inocente nombre de la plaza.
No obstante, la leyenda negra de este apacible rincón no termina aquí ya que en febrero del año 1992 la explosión en este lugar de un coche bomba colocado por ETA causó cinco víctimas mortales. Como véis, un sitio cuya sosegada imagen actual dista mucho de los agitados acontecimientos que en él se vivieron. Confíemos en que la paz que ahora disfruta no se vuelva a interrumpir nunca.
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La fuente que siempre estuvo ahí