Revista Cultura y Ocio

La plaza del diamante - Mercè Rodoreda

Publicado el 03 junio 2015 por Elpajaroverde
Los nombres son mágicos. Animan las cosas. Lo que no se nombra no existe. Con las personas ocurre lo mismo. Podemos ser hijos, hermanos, parejas, amigos, padres, compañeros, vecinos,... pero es el nombre el que unifica todas esas facetas. Sin nombre somos sólo lo que ven de nosotros. El nombre nos otorga identidad. Antiguamente en algunas culturas se celebraban ceremonias de nombres. En ellas los niños pequeños recibían el suyo. Los niños pequeños, no los recién nacidos. La tasa de mortalidad de los bebés era elevada, sólo los supervivientes eran considerados miembros de la comunidad. Sólo el que sobrevive es y recibe un nombre.
"En casa vivíamos sin palabras y las cosas que yo llevaba por dentro me daban miedo porque no sabía si eran mías..."

La plaza del diamante - Mercè Rodoreda

Portada de La plaza del Diamante

A Colometa le puso nombre el Quimet una noche de fiesta en la plaza del diamante. Qué obsesión la de este hombre por las palomas (Colometa en catalán es el diminutivo de paloma). Colometa antes se llamaba Natalia pero Natalia nunca supo muy bien quién era. Vino el Quimet, le dijo ven y ella lo dejó todo. El Quimet es de esa clase de hombres que encuentra en cualquier comportamiento de una mujer contrario a su pensamiento un atentado a su hombría. Ay, ¿de dónde sacarán algunos hombres esa idea de la hombría? Pero la Colometa ni sabe ni tiene quién la enseñe y se va con el Quimet. Se casa con el Quimet.
"Y yo sola con aquellos ojos delante, que no me dejaban. Como si todo el mundo se hubiese convertido en aquellos ojos y no hubiese manera de escapar de ellos."
El Quimet sólo ve a Natalia por fuera. Ve lo que quiere que ella sea para él. Ve a la Colometa. A Natalia, que no sabe quién es, la ve el Mateu, un amigo del Quimet. La ve el tendero que le vende las arvejas para las palomas del Quimet. Yo también veo a Natalia. La siento en su silenciosa revolución contra las palomas (ganas me daban de aplaudir). Y sé dónde encontrarla. Está allí, mirando las muñecas en el escaparate de los hules. Está allí, con sus pies tímidamente asomando al borde de la acera de la calle. Esa calle. A Natalia también la oigo. La oigo gritar cuando da a luz a su hijo. La oigo gritar años después una noche en la plaza del diamante. No, esta última no es Natalia, es Colometa. Es la Colometa liberándose, es Natalia cerrando el círculo.
"y sin darme cuenta, pensaba que me parecía que entendía y que no acababa de entender... o aprendía cosas que empezaba a saber entonces..."
Natalia-Colometa es una persona pequeña viviendo una vida pequeña. A veces la vida grande llega y se come esa vida pequeña. A Natalia le da nombre el Quimet y por eso es Colometa. Y como tiene nombre esta es su historia. Si no tuviese nombre esta podría ser la historia de otra. De otra de tantas mujeres que se quedan en casa mientras los hombres se van a 'jugar' a la guerra. Pero esta es la historia de Colometa y es ella quién nos la cuenta.
"Todavía me acuerdo de aquel aire fresco, un aire, cada vez que me acuerdo, que no lo he podido sentir nunca más. Nunca más. Mezclado con olor de hoja tierna y con olor de capullo, un aire que se marchó y todos los que después vinieron no fueron como el aire de aquel día que hizo un corte en mi vida, porque fue en abril y con flores cerradas cuando mis quebraderos de cabeza pequeños se volvieron quebraderos de cabeza grandes."

La plaza del diamante - Mercè Rodoreda

justicia. Fotografía de Olga Berrios

"La plaza del diamante" es de esos libros con los que sabes desde la primera página que has acertado. Te podrá gustar más o menos la historia pero ya sabes que algo te vas a llevar de él. Por la forma en que está escrito. Por esa forma tan preciosa que tiene de contarnos Mercè Rodoreda. La voz de Colometa es pura inocencia, a ratos casi pueril. Sus ojos son como de niño, que descubren en cada detalle un mundo nuevo. Los ojos de Colometa son como los nombres, se posan en las cosas y redimensionan su significado, les insuflan vida.
"...y pensé que tenía que estrujar la tristeza, hacerla pequeña enseguida para que no me vuelva, para que no esté ni un minuto más corriéndome por las venas y dándome vueltas. Hacer con ella una pelota, una bolita, un perdigón. Tragármela."
Pero no sólo es hermosa la prosa de Rodoreda. La historia que nos narra también lo es. Y Colometa es bella. La pequeña Colometa que crece y se vuelve inmensa. La pequeña Colometa que se me ha quedado prendida a la piel. La vida de Colometa es dura. No fueron fáciles los años en esa España (preguerra, guerra civil y posguerra), y como se suele decir, lo que no mata fortalece. Colometa lucha y vence. Lucha y vence a su manera. Y en su paso por la vida aprende a saber quién es.
"...y corría para mi casa y todo el mundo estaba muerto. Estaban muertos los que habían muerto y los que habían quedado vivos, que también era como si estuvieran muertos, que vivían como si les hubieran matado."
Nunca dejamos de ser del todo las personas que un día fuimos. Todo lo que hemos sido va integrándose en la persona en la que nos vamos convirtiendo, al igual que nuestro nombre engloba todos los matices de nuestro ser. Colometa aprende a ser Natalia. Y Natalia aprende a vivir con la Colometa que fue. La Colometa que abre por fin las alas, la Colometa que sale del palomar. Vuela, vuela, Colometa. Vuela, Natalia, vuela.
"...el tiempo dentro de mí, el tiempo que no se ve y nos va amasando. El que rueda y rueda dentro del corazón y le hace rodar con él y nos va cambiando por dentro y por fuera y poco a poco nos va haciendo tal como seremos el último día."

La plaza del diamante - Mercè Rodoreda

Paloma. Fotografía de Jordi Navas

Ficha del libro: 
Título: La plaza del diamante
Autor: Mercè Rodoreda
Editorial: Edhasa
Año de publicación: 2007 (1962)
Nº de páginas: 320

Más sobre "La plaza del diamante"


Mercè Rodoreda está considerada como una de las escritoras en lengua catalana más influyentes de su época. Su novela "La plaza del diamante" ha sido traducida a más de cuarenta idiomas. La historia de Colometa ha sido adaptada al cine, la televisión y el teatro. 

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