Revista Opinión

La plusvalía de la aceituna

Publicado el 20 septiembre 2010 por Elhombredelpiruli
Pues sí, resulta que sí hay vida al otro lado del muro levantado por el pensamiento único. Hay otra gente que razona de otra forma, que hace otras cosas y que dice otras frases y otras palabras. Están encerrados en las catacumbas del olvido y el ostracismo, aunque no por propia voluntad. De vez en cuando, haciendo un esfuerzo insuperable, se hacen visibles y se manifiestan, rompen ese velo que lo considerado políticamente correcto ha levantado a su alrededor. Eso sí, para verlos hay que ir a una especie dereserva. apache. Es la fiesta del Partido Comunista de España. Allí da la sensación de que, pese a todo, hay esperanza contra la dictadura del Mercado, la tiranía del ultracapitalismo liberal y la asfixia a que nos someten los bancos y las multinacionales.Allí se reúnen y cantan sus canciones revolucionarias, blasfeman contra el gobierno zapaterista que se vende al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial y se emocionan en el homenaje tributado a Miguel Hernández con motivo del centenario de su nacimiento.Allí todavía es posible hallar a gentes de una pieza, con valores diferentes a los del dinero, el poder o la fama. Allí uno recupera -aunque solo sea por unas horas- la confianza en el poder transformador del ser humano. Allí acudí el sábado pasado para asistir a la presentación "Un jornalero en los secretos del Estado",  el libro de memorias de mi amigo Antonio Romero, el diputado de Izquierda Unida que se enfrentó al felipismo, al GAL y a la trama corrupta en la Guardia Civil montada por Luis Roldán. Al calor de su gente, Antonio habló de todo, de sus experiencias en los entresijos del Estado y también de la época en la que fue secretario general de Comisiones Obreras del Campo en el corazón de Andalucía.Como dijo Felipe Alcaraz, que ofició de introductor, Romero nunca pudo estudiar porque se crió en una familia pobre de jornaleros, pero su inteligencia natural y su decisión por combatir la injusticia le convirtieron en una figura clave del PCE desde muy joven.
Romero suele decir que fue comunista desde que nació porque siendo niño aprendió "de modo científico" lo que es la plusvalía. El patrón les pagaba una peseta por kilo de aceituna recogido y a él en el molino le pagan siete pesetas. Esa era la plusvalía de la aceituna.Recordó que tras la legalización del PCE, propuso ocupar doscientas fincas en Andalucía, pero que Santiago Carrillo se lo prohibió porque temía la reacción de los militares. Eso sí, a las pocas horas, un Romero con apenas veinte años, recibió la llamada del vicepresidente económico, Fernando Abril Martorell, para ofrecerle el dinero que hiciera falta para los jornaleros y que se canalizó a través de los gobiernos civiles. También obtuvo la promesa de una futura reforma agraria que al final no llegó nunca. "Aquí no se expropió ni una meceta", subraya.La plusvalía de la aceitunaTambién recordó su enfrentamiento con Rosa Aguilar cuando esta era portavoz del grupo parlamentario del Congreso y quería alojarse en el hotel Palace. Romero se opuso. Le dijo que alguien que representaba a la gente humilde, a los trabajadores, a los mineros de Asturias y de León y a los campesinos andaluces no podía alojarse en un hotel de lujo. Antonio, cuando iba a Madrid, se hospedaba en el hostal Gonzalo, una modesta pensión situada a la espalda del Palace. Finalmente, Julio Anguita, presidente del grupo parlamentario le dio la razón y Rosa tuvo que desistir y alquiló un apartamento.   Antonio Romero, Esperanza Peláez (coautora del libro), Javier Parra (director de larepublica.es) y Felipe Alcaraz, en la presentación del libro.
La memoria histórica de Romero se remonta a épocas que no vivió pero de las que tiene mucha información, especialmente en todo lo que se refiere a su pueblo, Humilladero. Cuenta que en 1931, cuando se proclamó la II República, los jornaleros regresaron al pueblo por los caminos cantando y festejando la noticia. Un grupo de trabajadores cordobeses que construían una pequeña estación eléctrica cerca de la localidad se sumaron a la fiesta al grito de "¡A la mierda el de los palitroques!". Se referían a Alfonso XIII, que aparecía en una foto vestido con un abrigo en el que en lugar de botones lucía unos palitos.Hoy, Romero, que encabeza Coordinadora  de Municipios por la III República, se mantiene fiel al grito de aquellos obreros cordobeses.Sí, decididamente, con mucha más gente como Antonio será posible algún día retorcer el pescuezo al dios Mercado y doblegar a su cohorte de mercaderes ultraliberales y avariciosos antes de que todos seamos su esclavos. 
La plusvalía de la aceitunaDurante la comida en el pabellón de Andalucía: Beni, cuñado de Antonio; un servidor; Antonio; mi esposa, y Esperanza Peláez, periodista y coautora del libro

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