Lo que empezó como una exigencia de "cambio profundo" y "remodelación radical" del Ejecutivo ha terminado en una simple reunión con una segunda fila del PSOE, demostrando que, para estos comunistas españoles, la ideología es secundaria frente al lujo de los cargos públicos.
Todo comenzó el 12 de diciembre de 2025, cuando Yolanda Díaz estalló en una entrevista televisiva, declarando que "así no podemos seguir" ante los escándalos de corrupción y acoso sexual que asedian al PSOE. Exigió un "cambio absolutamente profundo en el equipo de Gobierno" y una "reformulación radical", advirtiendo que la situación era "insoportable" y que "toca actuar". Sus palabras resonaron como un ultimátum, alimentando especulaciones sobre una posible ruptura de la coalición.
Sin embargo, Pedro Sánchez, que conoce perfectamente la debilidad y el apego al poder de su socia, descartó inmediatamente cualquier remodelación profunda.
Lejos de mantener la presión, Sumar recogió velas rápidamente. Lo que parecía un órdago se quedó en una advertencia hueca: conformarse con una reunión de la comisión de seguimiento del pacto de coalición.
Fuentes del Ejecutivo consideran que Yolanda Díaz ha quedado "debilitada" al no cumplir sus amenazas y aceptar que no haya remodelación, viéndolo como un error mayúsculo que expone su falta de influencia real. Para los comunistas de Yolanda, los privilegios están por encima de los principios y los coches oficiales por delante de la justicia social.
Con Sánchez acorralado por escándalos –desde tramas de corrupción en la SEPI hasta denuncias de acoso–, sus socios minoritarios elevan el tono pero nunca dan el paso decisivo. Es la misma dinámica con independentistas vascos y catalanes: todos soportan el desprestigio de un gobierno corrompido hasta el tuétano a cambio de cesiones y regalos.
La "escoria de España", como algunos críticos describen a esta amalgama, se une en el lujo mientras el país paga el precio.
El error de Yolanda Díaz ha sido mayúsculo. Sus amenazas y posterior rendición ante el "patrón" Sánchez han demostrado a los españoles que, para esta izquierda, la política es solo dinero y poder. Mientras el gobierno se hunde en crisis, Sumar se conforma con una reunión de trámite, confirmando que no romperán por miedo a perder privilegios.
España merece algo mejor que esta farsa entre pillos y sinvergüenzas: un Ejecutivo donde los principios primen sobre los sillones. Pero mientras estos adictos al lujo sigan aferrados, el ridículo continuará.
Francisco Rubiales
