Decir que Patti Smith es una artista fuera de lo habitual no es nada nuevo. Con su elocuente verborrea susurrando brillantes versos desde el escenario, furiosos aullidos reivindicativos criados desde la estirpe del punk neoyorquino y sus palabras de sueños, lucha y esperanzas dirigidas a una audiencia encandilada, la llamada madrina del punk convierte cada uno de sus conciertos en palpitantes recitales de poesía. Una vibrante hora y media de auténtica revelación, una oda a la existencia, a la naturaleza y al ser humano recreada en una amalgama de música, poesía y arte.
La devoción de Patti Smith por la cultura española la ha traído de vuelta a nuestro país para presentar su nuevo disco. Banga es un trabajo cuidado y bello, donde se dan cita desde los aires asiáticos de Fuji-san hasta ciertos tintes femeninos propios de los 60 con This is the Girl, con letras que se elevan más allá de un mero poema impulsadas por la febril llamarada del crudo tema homónimo y la dulce cadencia de las últimas baladas del disco, lleno de simbolismos, colores y metáforas.
Después de atrasar su concierto en Madrid, coincidiendo con el día de la huelga general, para salir a la calle y unirse a una noche de manifestaciones en las que se encuentra como pez en el agua, Patti Smith ha hecho la cuarta parada de su recorrido en Valencia. La sala Noise no contó con el espacio reservado para el que fuera el primer recinto elegido, el polideportivo de El Cabanyal, y no se llenó hasta última hora. De hecho fue el primer concierto al que llegué unas dos horas antes y donde esperando en la puerta solo había cuatro gatos de alguno de sus clubes de fans extranjeros. Hasta pude verla a escasos metros ensayar desde el cristal. O al menos creo que esa mata de pelo borrosa era ella. Sin embargo, en el momento en el que la poetisa estadounidense puso un pie en el escenario la simbiosis entre público y artista fue casi instantánea. La gente que se encuentra en este tipo de conciertos es de todo tipo: o bien se abalanzaban sobre el escenario como los predicadores de La vida de Brian o se quedan rezagados tranquilamente en la barra a mitad del local, bebiendo una cerveza, como en un café de poesía.
El magnetismo que desprende Patti Smith en sus actuaciones se refleja en su incandescente voz de queja política; la soltura que irradia, guitarra en mano, desde un acogedor escenario o la abstracción en la interpretación de sus propias obras, casi mística, como una profetisa callejera que impregna al auditorio de su mensaje de salvación.
En un ambiente caracterizado por un concierto más acústico y cálido de lo previsto, la dulce April Fool es la encargada de abrir la noche entre guitarras acuosas y sonrisas de Patti a los cumplidos a voz en grito que le llegan desde la audiencia. Acompañada por su fiel banda, en la que resalta la guitarra de Lenny Kaye, (a quien no pude evitar identificar como a Doc) la cual ha estado a su lado durante 14 años, la cantante sexagenaria deleitó al público con un distendido concierto en el que no faltaron algunas de sus composiciones más clásicas. Acogida estrella tuvo el vitoreado Because The Night, tema springsteeniano que hizo vibrar a un público variopinto.
La rabia y el desencanto con la sociedad se transforma en notas musicales. Patti Smith aprovecha para dar alguno de sus inspiradores discursos entre canción y canción, mostrando su apoyo a la conservación del barrio valenciano de El Cabanyal y relatando su participación en el 14N en Madrid, indignada con el Gobierno y los medios de comunicación. “We can change things”, grita exaltada. Y contagia su revolucionaria pasión a un público en efervescencia que llega a su plenitud coreando a una la eléctrica People Have The Power pocos minutos después.
Temas de su nuevo disco también protagonizaron el setlist de una actuación marcada por la cercanía y el derroche de energía positiva de la diva del rock, materializado en la cruda Banga, para la cual requirió una divertida intervención del público. Triunfantes fueron también Gloria y el apoteósico final con la desgarrada y abrasadora Rock N Roll Nigger.
Un espectáculo que flota en la dicotomía de una protesta sosegada, un colorido mosaico áspero y dulce reflejado en la airada poesía de la revolución feminista, social y política. Patti Smith, fiel veneradora de Brian Jones, es la figura viva del punk que renace con la misma fuerza que hace 40 años, un frenesí existencialista y el inspirador vestigio del espíritu que marcó un antes y un después en la historia del rock. Un espíritu libre que contagia su filosofía al público sumergido en cada uno de sus conciertos, ardiente, tenaz y necesaria.