Revista Viajes

La poesía del viaje : Ryszard Kapuscinski

Por Pablosolorzano

Si de entre las muchas verdades eliges una sola y la persigues ciegamente, ella se convertirá en falsedad, y tú, en un fanático.
Cuando los estudiantes de periodismo me preguntan cómo deben prepararse para ser corresponsales en el extranjero, les digo que son imprescindibles ocho requisitos: tener buena salud; conocer lenguas extranjeras; saber viajar; ser abiertos a otras personas y a otras culturas; sentir pasión por este trabajo y, finalmente, intentar pasarlo todo por la criba de la reflexión. 
La lengua es para mí una noción más amplia de como se la suele encasillar. A mi entender, situaciones, gestos, colores y formas también son “lengua”. La información me llega no sólo de las palabras que me dirige una persona, sino también de todo el paisaje que la envuelve, de la atmósfera, del comportamiento de la gente, de mil detalles: todo lo que me rodea dice cosas.
El estereotipo, justamente porque no es fruto de conocimientos sino de emociones, es muy peligroso. Nos imposibilita toda tentativa de llegar al otro, de comprender sus razones; por eso es un mal, muy extendido además.
La paradoja de este oficio consiste en que la escritura nace del viaje y el viaje imposibilita la escritura, pues es demasiado precioso como para restarle siquiera un ápice de tiempo.
Para mí (los viajes) más preciados son los del reportero, etnográficos, antropológicos y cuya finalidad consiste en un mejor conocimiento del mundo, de la historia, de los cambios que se operan en la Tierra. 
El viaje del reportero excluye todo aquello que caracteriza a la excursión turística. Exige arduo trabajo y gran preparación teórica. Hay que documentarse a fondo sobre el territorio que se piensa visitar. Ajeno al ocio, transcurre en medio de una absoluta concentración… Si su destino se sale del ámbito europeo o norteamericano, el viaje del reportero se convierte en una fuente inagotable de penalidades y malos ratos […] y cansa hasta la extenuación […] Por eso todo reportero “padece” de cierto exceso emocional: la pasión. Si no fuera por la pasión no habría ningún motivo para viajar en las condiciones en que lo hace.

La poesía del viaje : Ryszard Kapuscinski

Foto de la página http://www.controladoresaereos.org/

 
Cuando un reportero se ve privado de la posibilidad de conseguir información por su cuenta y riesgo, el periodismo deja de ser periodismo, y se convierte, a veces, en propaganda. 
Alguien dijo que esta forma (“la poética del fragmento”) cobra fuerza en periodos de crisis literarias, cuando una fórmula ya se ha acabado y aún no se ha cristalizado otra. El mundo de hoy nos “ataca” con un alud de asuntos tal que no hay más remedio que, una de dos: darle la espalda y escribir como se hacía cincuenta o cien años atrás, o bien intentar captar todo lo que se pueda: observaciones, reflexiones, flashes instantáneos […] La literatura no está preparada para abarcar toda la aceleración y masificación que caracteriza al mundo de hoy. 
Tolerancia no necesariamente tiene que significar comprensión: toleramos la presencia de una comunidad en nuestra ciudad, pero no nos interesa por qué valores se rige ni qué representa. Falta lo fundamental: la comunicación, el diálogo. 
La conquista no sirve sino para extender la civilización, por lo general, europea, la única al fin y al cabo que desde siempre ha adolecido de ese afán misionero. Podemos relacionarlo con el carácter monoteísta de la religión dominante. Sólo en el Islam hallamos aspiraciones parecidas. La yihad, la guerra santa, no tenía como objetivo la conquista de nuevos territorios, sino, sobre todo, la expansión de su religión y de su escala de valores. Otras civilizaciones, como la china o la hindú, nunca ha mostrado semejante tendencia a expandirse; todo lo contrario: más bien a aislarse. 
[…] hay culturas cuya escala de valores nada tiene que ver con la occidental. Las hay, por ejemplo, que antes que el culto al trabajo, tienen en la más alta estima el tiempo de ocio compartido con la familia. Estas personas trabajan lo imprescindible para cubrir sus necesidades básicas.
   Fragmentos de EL MUNDO DE HOY, Ryszard Kapuściński


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