Jorge Alessandri Rodríguez [presidente de la República, independiente de derecha, 1958-1964] advirtió en una ocasión en el curso de su mandato, en una época en que no existía derivados ni retails transformados en bancos, que no era aconsejable que directores de asociaciones, administradoras de platas de terceros, en este caso se trataba de Fondos Mutuos, nominaran directores en instituciones donde se depositaban esas platas. Pues, por un lado se otorgaba credibilidad a manipulaciones difíciles de controlar en tiempo real y por otro se arriesgaba el dinero de terceros que confiaban que sus platas serían cauteladas y acrecentadas con su gestión. Alessandri sabía muy bien que a través de la administración y gestión de deudas nace y se desarrolla el capitalismo desde hace más de 500 años.
Hoy conocemos que algunas AFPs a saber, Habitat, Cuprum, Provida y Capital, tienen el 24% del capital en acciones de La Polar. Las AFPs en cuestión han tratado de aminorar las consecuencias de su inversión alegando que representa sólo el 0,2% de los activos del sistema. Ignoran que el problema no es el monto de lo arriesgado en una firma cuyos activos aparecen inflados, sino la sospecha de fraude en las operaciones, en una empresa en la cual las AFPs tienen designados al menos tres directores, lo cual afecta la credibilidad del sistema de operaciones financieras, intermediarios bancarios, corredores de bolsa, clasificadores de riesgo. Precisamente, por todo ello La Polar es investigada en sus operaciones por la Superintendencia de Valores y Seguros [SVS], la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras [SBIF] y la Fiscalía Centro Norte. ¿Lo investigado? –posibles infracciones a la Ley General de Bancos, del Mercado de Valores y de Sociedades Anónimas. No es presentable que las platas de los jubilados corran riesgos financiando operaciones dudosas y menos aún que las AFPs ignoren lo que ocurre en el mercado de la deuda.
Las repactaciones automáticas de La Polar, sin consulta al deudor llevaron el valor de las deudas a 20 y más veces de su valor inicial. El deudor moroso pasaba a DICOM y con su historial quedaba excluido del mundo del trabajo con lo cual le era imposible pagar la deuda que había subido a cifras siderales. Por su parte La Polar registraba estas deudas repactadas en “cuentas por cobrar” las cuales figuraban en el Activo y como ganancias. Con una auditoría esta manipulación no pasa inadvertida –quiero decir, balances inflados en sus resultados. Sin embargo, pasó.
Para una empresa con 1,6 millón de tarjetas de crédito vigentes no es un tema menor la insuficiencia de las provisiones, esto es créditos con riesgo de incobrabilidad. La prueba de ello es que el riesgo financiero de La Polar fue situado en 428 millones de dólares. Es decir para restablecer su credibilidad sería necesario establecer provisiones adicionales del orden de 428 millones de dólares. En términos relativos el nivel de provisiones sobre colocaciones pasó del nivel cercano a 12% que tradicionalmente tuvo la firma a 15,9% al final de 2010.
Por ello, según los balances, La Polar fue una de las empresas que más creció en la crisis y su cartera al cierre de 2010 sumó $ 741 mil millones, superada sólo por Falabella y fue mayor aún que la de Cencosud y Ripley. El promedio de deudas de su clientela fue el doble del de otras casas comerciales de la plaza: 600 mil pesos per cápita contra 300 mil pesos promedio del resto. Es más, de sus ventas, 46,7% provino del negocio del crédito y el resto, lo aportó el área retail. Así se explica que el aporte del negocio financiero en el total en La Polar es, muy superior al que exhiben sus competidores. En Falabella es de 6% y en Ripley de 22%. ¡En La Polar es casi 50%!
Lo sorprendente es que PwC, una firma auditora transnacional, puso su firma en balances auditados con los cuales La Polar se exhibió ante instituciones financieras y bancarias, bolsa de comercio, Superintendencia de Valores y Seguros, aseguradores de riesgos y calificadores. ¿Podía este conjunto de instituciones ignorar esta gestión más próxima al fraude que a la incompetencia? Eso, en un futuro próximo, deberán dilucidarlo los tribunales.
En un comienzo se insistió mucho que esta cara visible y engañosa de La Polar, era posible por la diversidad de dueños y la falta de un Grupo Controlador. Sin embargo, está en la lógica de las sociedades anónimas la división de su capital entre accionistas. No es necesario proclamar la existencia de un socio mayoritario para que las reglas éticas adquieran vigencia entre los administradores. Se argumenta que sin un “controlador” mayoritario se facilitaría la suscripción de un nuevo plan de capitalización. En vista de la gestión que exhibe La Polar no es cuestión de uno o cien dueños, la cuestión que se plantea es cuanto entienden de ética los administradores de La Polar. De todas maneras, como ya lo dijimos más arriba, las AFPs con tres directores en la mesa de La Polar, son en el hecho el grupo controlador, y dentro de la lógica en la cual se discuten las operaciones de la firma, serían los directos responsables de la crisis: ¡simplemente no actuaron con la debida diligencia!
El jueves 9 de junio, cuando se hizo pública la situación financiera de la firma, la acción bajo 42,12% esto es de un valor de $ 2820,6 a $ 1.352,20. Actualmente la SVS decretó la interdicción de las transacciones en bolsa de sus acciones. El total de pasivos de La Polar se eleva a $ 440 mil millones. Sin embargo, su posición de caja es preocupante. En marzo era de $ 34 mil millones. En los próximos 12 meses sus vencimientos de obligaciones financieras totalizan $ 140 mil millones. Sólo al BCI debe pagar el 29 de julio unos $ 23 mil millones. Ante estas noticias el BCI se apresuró a anunciar que elevaría provisiones por esta deuda. Agregó asimismo que esta deuda es un porcentaje poco significativo en toda su cartera.
Aquí llegamos al fondo del asunto pues no es la primera vez que La Polar se encuentra en problemas. Ya en 1999 experimentó una crisis con otros dueños. La conmoción se debe a que se trata del desplome de una empresa del Ipsa, que reúne a los 40 títulos más transados de la plaza y que de una pasada con historia La Polar se desvalorizó en 524 millones de dólares.
Pienso que el tipo de situaciones que hoy conoce la opinión pública es de ordinaria ocurrencia en las prácticas financieras de los “retails-bancarios”, sólo cambia el monto de las deudas que se estiman admisibles y la lógica de operación de las repactaciones.
En todo este affaire mi duda es si acaso se trata de un fraude Ponzi [estafador de los años 20 en EEUU, o Madoff más recientemente] o de un fraude más aparentado a la crisis mundial subprime [2008-2009].
En el fraude Ponzi o deuda piramidal los intereses de los antiguos contribuyentes al fondo se pagan con el dinero de los que llegan. El conjunto cae engañado por la promesa de grandes beneficios. El sistema sólo funciona si caen nuevas víctimas.
En la crisis subprime se transan deudas hipotecarias de sectores de menos ingresos y de alto riesgo, confundidas en paquetes financieros con deudas hipotecarias seguras. Para ello se crea un mercado secundario que transfiere la deuda, a través de corredores de bolsa, bancos internacionales, instituciones financieras. Aseguradoras y clasificadores de riesgo dieron credibilidad a operaciones que recorrieron el mundo amparados por títulos de derivados e instituciones que proclamaron la bondad de los productos vendidos. Al igual que Ponzi se necesitan grandes volúmenes de víctimas – en este caso deudores repactados que ayudaban a inflar ganancias y continuar con el negocio. Subprime agrega el ingrediente de la complicidad de instituciones que con su presencia crean un clima de credibilidad acerca de un producto sin valor de mercado.
Una vez más la inscripción en el frontis de la Bolsa de Londres –Mi palabra me obliga [“My Word is my bond”]– fue traicionada.
Está claro que sin la totalidad del aparataje financiero involucrado en la operación –bancos, corredores de bolsa, aseguradores y clasificadores de riesgo, auditorías truchas– no habría sido posible ocultar la información que hoy el público evalúa en las calles. Con lo cual se ha perdido la credibilidad de la institucionalidad financiera del país, así como de los principales responsables del gobierno –ministros de Economía y Hacienda, Superintendentes de Valores y Seguros, Bancos e Instituciones Financieras– de quienes se espera una vigilancia permanente sobre instituciones que se basan en la fe pública. Pienso que dentro de luego los ciudadanos saldrán a las calles a exigir nuevamente, al igual que lo están haciendo por Hidroaysén, por la educación y por el trato laboral, “QUE SE VAYAN TODOS”.