Revista Arquitectura

La polémica arquitectura de las «setas»

Por Vilanova_studio
http://www.abcdesevilla.es
La estructura que une las dos zonas de la plaza no tiene el uso proyectado, y los materiales ya han dado problemas
M. D. ALVARADO / SEVILLA
La polémica arquitectura de las «setas»KAKO RANGEL
Algunos técnicos piden dos auditorías, una en materia de seguridad y otra económica por el sobrecoste
Metropol Parasol lleva poco más de un mes inaugurado. Ni su apertura al público ni su ocupación por el movimiento de «los indignados» ha acallado las reticencias que levanta un edificio presentado como símbolo de la arquitectura de vanguardia. Las causas son variadas y van desde el uso de un material, la madera, tradicionalmente problemático en Sevilla por las diferencias de temperatura que se pueden alcanzar en un sólo día, a los cambios en el sistema de construcción del «puente» que, sobrevolando la calle Imagen, une las dos zonas de la Encarnación, que han impedido que éste sea utilizado como pasarela. Los problemas surgidos en las últimas semanas con los listones que forman parte del revestimiento de la estructura de acero que, como mostró ABC, estaban despegándose, han vuelto a poner de nuevo al proyecto en entredicho.
Desde el equipo del arquitecto Jürgen Mayer, autor del proyecto, se aseguró a ABC que la estructura no tiene problemas por el calor y como garantía se señala que todo el material fue probado antes en el Instituto Fraunhofer y puede resistir las altas temperaturas. Eso sí reconocía que había partes donde la estructura es curvada y la madera que se puso para cubrirla no, lo que originó que se despegara, aunque, subraya, no haya riesgo de caída.
Sea como sea, lo cierto es que el proyecto sigue despertando muchas reticencias y así lo señalan distintos profesionales a los que ABC ha preguntado sobre la solución arquitectónica dada a esa unión entre las dos partes de la plaza y la elección de materiales y su mantenimiento.
Ángel Díaz del Río, reelegido hace escasos días como decano del Colegio de Arquitectos de Sevilla, explica que se trata de un «proyecto único» salido de un concurso internacional y que fue elegido por un jurado del que, precisa, él no formó parte. «En su día dijimos que nosotros estábamos expectantes, pero el resultado arquitectónico construido no ha llegado a cumplir todas las expectativas». En alusión a esa pasarela por la que al final no se puede caminar, Díaz del Río recuerda que eso ha supuesto «una merma en las posibilidades que aportaba el proyecto, desde luego no es un valor añadido». En cuestión de los materiales reconoce que no tiene conocimientos técnicos para pronunciarse, pero apunta que varios expertos en esa materia han señalado que el edificio necesitará de un mantenimiento inmediato y costoso, aunque confía en que los responsables de Sacyr —empresa concesionaria y constructora del edificio— y de la Gerencia Municipal de Urbanismo «habrán calibrado todas esas cuestiones, porque las obras hay que hacerlas para que tengan un mantenimiento razonable».
Mucho más crítico fue el arquitecto Fernando Mendoza, responsable entre otras obras de la restauración de la Iglesia del Salvador. Mendoza considera que el «puente» que enlaza las dos zonas de la plaza es una estructura «completamente innecesaria e inútil» en la que se concentran por un lado los problemas de dilatación de los materiales, por otro que el hecho de que la madera se fije con tornillos facilitará la penetración de agua y la hinchará, y por si eso fuera poco, su situación, en un eje donde encajan los vientos de levante y poniente, someterán a la estructura a una presión muy importante y contribuirán a su inestabilidad. Por eso considera que esa estructura ha sido una mala solución y será difícil de mantener: «Lo mejor sería quitarla, dejar la estructura de la plaza y recuperar la placita histórica donde han colocado una “pata de elefante” fuera de escala —en alusión al pilar más cercano a Puente y Pellón—». Por eso Mendoza llega a reclamar que haya dos auditorías sobre ese proyecto, una económica, que desvele en qué se ha invertido tanto dinero —se estima que el presupuesto ha superado los cien millones de euros—y otra en materia de seguridad pública, por los riesgos que puede implicar el proyecto para quienes pasean bajo su estructura. Antonio Jaramillo, arquitecto y catedrático de Ingeniera del Terreno de la Universidad de Sevilla, que alertó de cómo algunas de las piezas de ese «puente» se estaban despegando, considera que si la solución arquitectónica para conectar las dos zonas de la plaza al final no permitirá el paso, como estaba previsto, se debería haber renunciado a ella porque «no tiene sentido» y además genera un problema derivado de la misma mezcla de materiales, acero, hormigón y madera, que tienen unos coeficientes de dilatación diferentes. Para Jaramillo, los materiales empleados en el Metropol Parasol no son adecuados porque la madera de uso exterior en Sevilla no tiene un buen comportamiento y necesita de un mantenimiento costoso. Coincide con Mendoza en que el uso de tornillos destrozará todas las capas de protección especial que se ha dado a la madera y facilitará la entrada de agua y que aquella se expanda. Para este catedrático de ingeniería del terreno el problema saldrá a la luz pasado el verano: cuando lleguen los meses en los que Sevilla sufre más altas temperaturas la madera se estirará y provocará grietas en la pintura, lo que hará que en invierno el agua de la lluvia penetre en ella, entonces, dice, «veremos los resultados».
La arquitecto Sol Cruz-Guzmán también se muestra muy crítica con el proyecto. En primer lugar por el uso de un material, la madera, «que en Sevilla, y ahí están los bancos de la Puerta de Jerez, no aguanta seis meses al aire libre», que ya ha empezado a despegarse en algunas zonas y que, además, requerirá un mantenimiento muy costoso, «de momento, el uso de una grúa». Luego, por el «fallo garrafal» que a su juicio supone construir un pilar de grandes dimensiones junto a una fuente histórica que al final no tiene la utilidad prevista, y en tercer lugar porque un edificio de esa categoría no ha resuelto el acceso de minusválidos, no tiene rampas, y en su lugar ha colocado una máquina elevadora, una «oruga», un elemento inseguro y que está sufriendo numerosas averías. «Es un despropósito», concluye.
El fiasco
ADRIANO
Arquitectónicamente, este icono de la vanguardia es un fiasco, un imposible —como reconoció un ex de Urbanismo— resuelto de forma chapucera. Distinto sería si el puzzle de grandes placas de madera fuera tan perfecto que consiguiera por sí mismo sustentarse en el vacío sobre la calle Imagen, pero no. Se recurrió en el punto más crítico de la estructura a una pieza metálica añadida recubierta de piezas de madera más delgadas para dar la sensación de continuidad con el resto. Imponente sí, tanto como costosa, pero con truco.

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