Revista Opinión
La polémica nos acompaña a diario. Un día es una cosa, al siguiente la otra. El caso es mantener al ciudadano pegado al periódico, a la radio, al televisor o a internet para no perder detalle de la polémica de turno. A veces, incluso, se presenta a dúo, no vaya a ser que se nos ocurra tener un día tranquilo, con las preocupaciones diarias, pero tranquilo. Ayer fue una de esas jornadas en las que pili y mili vinieron de la mano para que nos echásemos, una vez más, las manos a la cabeza.
Por un lado Standard & Poor's rebajó un punto la calificación de la deuda española. Pasamos del sobresaliente al notable mientras otras dos agencias de calificación nos mantienen la matrícula de honor. ¿Qué padre no pone el grito en el cielo e intenta contenerse para no abrirse las venas cuando a su hijo le rebajan a un mísero ocho uno de sus tres dieces?
Por otro el Senado aprobó la toma en consideración de una iniciativa para ampliar el uso de las lenguas cooficiales dentro del mismo. A algunos esto les ha parecido un ataque al castellano, un triunfo de las minorías, y otra sarta de tonterías que ni me molestaré en reproducir. Resulta que estamos hablando de la Cámara de representación territorial, no del plató de un programa de Intereconomía. Si los nacionalistas son minoritarios no comprendo qué problema podrían tener esa gran mayoría de senadores castellano hablantes para que cada cual se exprese, en sede parlamentaria, en la lengua española que utilice en su vida diaria. Eso sí, cuando un dirigente de una comunidad autónoma utiliza su idioma cooficial para dirigirse a los medios o intervenir en su parlamento, nadie dice nada, no hay escándalo, no hay polémica.
Ya se sabe: en este país o vivimos en un estado de permanente catastrofismo o la sangre no nos circula por las venas. Y hoy, como no podía ser de otra forma, habrá una nueva polémica: ¿será la derrota del Barça en la Champions o el "superhéroe" caído del diario El Mundo? Vete a saber... Sea cual sea, que la polémica del día no te quite el sueño.