Revista Comunicación

La política de la Transición era justo esto

Publicado el 08 enero 2022 por Nafuente
La política de la Transición era justo esto

Ahora que unos pocos demasiados intentan devaluar la buena política que se hizo durante la Transición española, entre la dictadura de Franco y la actual democracia, llegan de vez en cuando soplos de aire fresco que nos recuerdan que muchos rivales políticos de antes sí luchaban por entenderse y lo conseguían. El bien común imperaba sobre la ideología y se hacía política de altura, llegando a acuerdos y evitando el enfrentamiento personal y el insulto que tanto nos desespera actualmente. Eso, en definitiva, es la esencia de la política y es realmente triste que lo estemos perdiendo.

Viene todo esto a cuento por dos artículos publicados en La Voz de Galicia el pasado 24 de diciembre y hoy 8 de enero a raíz de la muerte de mi padre. El primero es un obituario precioso y preciso de Antolín Sánchez Presedo. El segundo es la respuesta de mi compañero de trabajo Alfonso Andrade a ese obituario que ha llamado la atención. Todo un detalle por ambas partes del que estamos muy agradecidos en la familia. Copio, pego y enlazo:

Antolín Sánchez Presedo

En Betanzos decir adiós no es poner punto final. Aquí nunca se toma la última ronda, todo lo más la penúltima. Nuestras despedidas son invitaciones al reencuentro, un ejercicio de esperanza. Vicente de la Fuente García, el decano de los alcaldes de Betanzos (1979-1983), se ha ido a reunirse definitivamente con Mabel -su luminosa, encantadora y querida esposa- y con sus mayores. Lo ha hecho rodeado de los cuidados y cariño de su familia y del respeto y afecto de su pueblo.
Éramos de dos generaciones diferentes. Mis primeras imágenes lo sitúan en la playa de Miño, comiendo al aire libre con su esposa e hijos mientras muy cerca yo lo hacía con mis padres y hermanos. Compartimos la maravillosa aventura de la primera corporación democrática. Discutíamos con mucha pasión y sin acritud. No concebíamos la política como una guerra fratricida sino como una actividad noble que exige esfuerzo genuino para ofrecer alternativas compitiendo lealmente. Y, por tanto, cooperando. Cuando los concejales de la oposición nos encerramos en el Ayuntamiento para desbloquear el Estatuto de Autonomía a Vicente no se le ocurrió acusarnos de ocupación ilegal. Nos envió una fuente de camarones para sostener las fuerzas y una botella de excelente coñac para pasar la noche. Por encima de las diferencias había un espacio cordial de complicidad.
Vicente procedía del mundo empresarial. Había estudiado en la coruñesa Escuela de Comercio y tenía una clara orientación a la acción y a los resultados. Su gestión municipal ha abierto muchos caminos y dejado espléndidos logros como el Museo das Mariñas, la polideportiva, la operación piloto de rehabilitación integral, la recuperación del Anuario y el homenaje a los hermanos García Naveira. Betanzos contó entonces con un archivero bibliotecario, cuando no existía ninguno en propiedad de Galicia.
Vicente ha sido un enamorado de Betanzos, le ha dedicado numerosos trabajos y publicaciones. Era asistente habitual a los actos culturales de la ciudad. En una reciente comparecencia pública, con motivo del homenaje a Alfredo Erias que encabezó, afirmó que el futuro de Betanzos estaba en la cultura, que desde luego incluye la viticultura. Vicente era una persona profundamente religiosa. El dolor por la muerte de su esposa no se convirtió en una pérdida absoluta porque, como decía, "el amor nunca muere" ni en una ausencia total porque "no rezo por Mabel, rezo con Mabel".
Hombre honesto, gran alcalde y magnífico betanceiro. No ha desaparecido, simplemente no lo vemos. Sigue en nuestro corazón y en nuestra memoria. También en la del universo, que es más grande, y en la de Dios, que es infinita. ¡Hasta la vista, amigo!


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