La gente ya no quiere un señor, vestido con traje de chaqueta y corbata, subido en un elevado atril, y rodeado de un suntuosa parafernalia de pancartas.
Símbolo de desconexión, alejamiento, fomalidad y pulcritud.
Lo que quiere es la solución a uno de sus principales problemas: el paro. Según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de julio, el paro es el principal problema para el 77% de la gente, seguido de la corrupción y el fraude (41,5%), los problemas de índole económica (28%) y la política y los partidos ( 26,4%). Y esa solución no viene de la mano de un señor trajeado.
La ciudadanía ha pasado a identificarse con ellos mismos, no con sus representantes. Pablo Iglesias, de Podemos, se presenta con su atuendo habitual y a la escena política ha saltado Pedro Sánchez, del PSOE, con camisa blanca y mochila al hombro.
Simbolismo puro: remangado, dispuesto a entrar en faena, informal, conecta con la gente de a pie.
Su labor no está en los pasillos ni en los despachos, está en la calle.
Salta el precipicio y se salva
Y como no se va a dirigir a los que suelen ver las tertulias políticas al uso -ejecutivos, directivos, población empleada-, sino a las amas de casa, a los jóvenes y a los parados, salta el precipicio y se salva. Se arriesga -asesorado por la publicista Verónica Fumanal, que potenció la imagen de Albert Rivera- y entra en el popular programa de Jorge Javier Sánchez Sálvame.
Se dirige a los casi cinco millones de desempleados que hay en España. Se puede estar de acuerdo o no con la forma, pero el fondo es lo que importa: conectar con el electorado potencial
Humanizarse
Ya lo hizo Pablo Iglesias, en La Sexta Noche. Y culmina en El Hormiguero (audiencia: 15,5%, 2,7 mllones), con Pablo Motos, y el Chester (14,5% audiencia, 1,8 millones) de Risto Mejide. Sálvame tuvo una audiencia de 17,5%, con 1,7 millones (fuente Fórmuta TV). Es la política espectáculo.
Y su discurso ya se ha adaptado a los nuevos formatos -porque su público objetivo es otro, como el de Podemos-. Deja de ser político y habla como una persona y en primera persona: he estado en el paro -como vosotros-, he mandado CV sin suerte, tengo dos hijas, me gusta pasar tiempo con ellas, mi vida es normal. Vengo del otro lado.