Hay que salir de la ciénaga política de Washington D.C. para comprobar la dimensión real de la popularidad del presidente Donald Trump, que es mucho mayor de la que reflejan las encuestas, mayoritariamente sesgadas y falseadas convenientemente para presentar un perfil bajo. Las mismas encuestas falsas que pronosticaban la victoria de Hillary Clinton y que predicen, de forma errónea, la ola azul demócrata en las elecciones midterm del 6 de noviembre.
Ya en 2016, la victoria de Trump dio la medida real de su popularidad y ahora también va a reflejar ese tirón popular que llevará a la victoria a buena parte de los candidatos republicanos apoyados por Trump.
Los medios de comunicación y la prensa progresista tiende a confundir sus desvaríos con la realidad del país o el clima anti Trump del establishment y el Estado Profundo. Es necesario alejarse de esos medios y de esos lobbies podridos de corrupción e intereses y acercarse a la América real que trabaja duro para darse cuenta de la enorme popularidad y respaldo del que goza el presidente Trump.
A los ciudadanos de Ohio, Pennsylvania, Virginia, Florida, Utah, Texas, Montana, Iowa, Michigan o Kansas, por poner ejemplos de la América real que es la que está detrás del progreso del país, poco o nada les importan los escándalos fabricados por la prensa progresista para manchar al presidente. Poco o nada les importan los intentos de enjuiciar los comportamientos privados pasados o actuales de Trump. Les importa, y mucho, los buenos resultados de las políticas conservadoras del presidente. Esas políticas que han permitido que la economía viva tiempos de euforia y las oportunidades de empleo y riqueza lleguen a millones de norteamericanos. Les importan, y mucho, que la política de seguridad de Trump esté controlando el problema de la inmigración y sus peores consecuencias de criminalidad e inseguridad. Les importa, y mucho, que nuestras Fuerzas Armadas dispongan de nuevos medios y recursos suficientes para proteger al país mejor y mantener el liderazgo militar en el mundo. Les importa, y mucho, que el presidente esté gestionando muy bien situaciones de emergencia como las vividas con el huracán Florence, capeando las idioteces de la prensa progresista acerca de una supuesta e inexistente injerencia rusa en las pasadas elecciones presidenciales, o haciendo frente a filtraciones de traidores y miembros del Estado Profundo para sabotear su agenda MAGA.
En suma, los ciudadanos de los Estados Unidos estamos interesados en las soluciones reales que el presidente Trump ha puesto en marcha para afrontar los desafíos que tenemos enfrente. Nos importa la capacidad de Trump para dejar en evidencia a los medios progresistas y mentirosos que realizan una cobertura negativa del 93% a su presidencia. Y aun así les patea el culo y les bate en popularidad. Mientras casi el 70% de americanos declara que no cree en absoluto las noticias falsas de esos medios y su credibilidad e influencia se reduce cada día más, la confianza y la popularidad del presidente Trump aumenta mes a mes y se mantiene estable en niveles elevados en la América real, la que madruga y trabaja para sacar adelante a sus familias, la que reza, cree en el país, se mantiene en pie ante el himno y la bandera, llena sus rallies con miles de personas, y se muestra solidaria y generosa cuando hay que serlo. Esa América de la música country, de las costumbres tradicionales americanas, de la defensa a ultranza de la Segunda Enmienda, de nuestro derecho a vivir conforme a un estilo conservador, sin doblegarnos a la dictadura y la censura del progresismo, es la que apoya a Trump de forma masiva. Somos millones de estadounidenses dispuestos a dar la batalla frente a los prepotentes que quieren poner una marioneta en el Despacho Oval para imponer al país un modo de vida alejado de la América real.
Por esa razón, la popularidad de Trump se mantiene intacta y crece de forma transversal para lloriqueos de los llorones de la izquierda progresista repartidora de miseria ideológica y económica. Por eso Trump ayudará a ganar a candidatos republicanos en las elecciones midterm y será reelegido en las presidenciales de 2020 en un landslide histórico imparable.