Se ha liado parda (Fuente: http://www.elmundo.es)
Parece que ya no se oye el helicóptero, que es lo único que me une a la calle mientras dudo.
Dudo porque aborrezco la violencia callejera, los contenedores quemados, los coches volcados, la inseguridad y las carreras para esconderse en un portal; pero entiendo que un contenedor ardiendo no es sino una antorcha que marca el sitio donde hay que mirar cuando nadie parece querer.
Porque me repugna la violencia soterrada del capital que desahucia al pobre, castiga al pobre, empobrece al pobre y cuando el pobre protesta hace visible otra violencia más carnal; pero sé que, por ahora, es este capital el que está consiguiendo que en bastantes sitios haya menos pobres.
Porque me entristece que tanta y tanta gente esté empeñada en que no se cuestione nada, que todo está bien, que quita que no sabes y qué bueno el orden. Sobre todo esa casta de los de siempre, la de los “hombres y mujeres de bien”. Pero entiendo que vivir en tranquilidad es impagable.
Porque me irritan los que cuestionan todo lo establecido por norma, como si el pecado residiera en la duración y no en el valor intrínseco. Pero entiendo que el acomodamiento es un gusano que nos devora las entrañas y manda a la mierda las ganas de vivir mejor. De vivir bien. De vivir.
Porque si me queman la moto los mato, pero me descorazona el sagrado imperio de la propiedad privada, el euro como medida de todas las cosas.
Porque son “los cuatro de siempre”, pero para unos todos son malos y para los otros hasta esos cuatro son buenos. Porque me jode que siempre haya unos y los otros, pero sé que siempre existirán otros cuando hay unos.
Y así llevo cinco días, que es toda la vida, dando viajes del perchero a la nevera y de la nevera al perchero. Dudando entre la porra o la birra, la birra o la porra.