Este lago que vimos en el recorrido presentaba un islote que lo hacía aún más precioso. Arroyos y cascadas se suceden a nuestros pies.
Empieza la lluvia. La predicción se cumple y debemos extremar las precauciones. Los chubasqueros son nuestros aliados y nos protegen así como un cobertizo situado a mitad del tyayecto.
Algunos tramos se hacen eternos y difíciles a través de enormes piedras que debemos sortear con sumo cuidado... pero falta por llegar el peor momento.
En el fondo del valle se ven unas nubes amenazantes que pronto nos envuelven en una espesa niebla, la lluvia no cesa, las marcas del sendero en Francia están borrados, la pendiente muy fuerte y pedregosa se hace resbaladiza, no paramos de hablar para saber que estamos ahí... ¡Uff! ¡el susto del grupo se acrecienta y tememos no llegar al refugio si la situación no cambia!. Con serenidad, muy despacio y volviendo sobre nuestros pasos para redirigir el GPS vamos avanzando. Desconocíamos la distancia que nos quedaba, los móviles sin cobertura y ningún atisbo de vida humana a nuestro alrededor.
Al final, después de unas dos horas PERDIDOS, despeja y vemos el refugio de Pinet en el horizonte. Las fuerzas flaquean, la sonrisa de Marga nos alimenta y, tras salvar un collado, el móvil nos avisa de que los compañeros de travesía están preocupados por nuestra tardanza. Desde el refugio nos visualizan con unos prismáticos. Rafa y Quim se ponen manos a la obra para echarnos una mano pues quedaba un último escollo que, sin la colaboración de ambos, jamás podríamos haber superado. Una cuerda y un desnivel muy duro hay que sortear para llegar.
MUCHISIMAS GRACIAS POR VUESTRA AYUDA... y, por fin, con los últimos rayos del sol en el horizonte, llegamos al refugio donde recibimos un caluroso aplauso. A más de uno le saltaron las lágrimas.