Revista Coaching
Muchas veces nos preguntamos cómo es eso de vivir intensamente, y yo a penas me siento en pañales en estos menesteres. Aun así, quiero comunicar algo de lo que siento o no siento cuando creo vivir o no vivir intensamente la Vida.
A veces confundo el dar al otro esperando inevitablemente que el otro me devuelva lo que yo le pido a la Vida, y me doy cuenta que la Vida, en sí, nunca me ha pedido nada, ni siquiera me alecciona en cómo debería seguir para conseguir una vida cargada de bienestar. Sí, es así, la Vida no me exige nada y en cambio yo me paso mucha parte de mis días pidiéndo el sol cuando en esos momentos inevitablemente es la luna la que esta presente. Ella, la Vida, respeta a cada uno de los miembros que formamos parte de ella, ni le pide al sol que salga cuando le corresponde a la luna estar, ni le pide a la luna que alumbre y caliente como lo hace el sol, y sin embargo a veces yo continúo empeñada en exigirle algo que no es natural y que rompería el equilibrio natural, ¿por qué nos empeñamos tanto en querer cambiar “lo que es”? ¿Por qué nos empeñamos en exigir una mejora en nuestras vidas cuando ni siquiera nos dedicamos a amar y agradecer lo que tenemos?...
A medida que pasa el tiempo, en esta mi vida de ahora, voy dejándome estar tal y como soy y tal y como siento en cada uno de los momentos que me relaciono con los otros, y si, por supuesto que con cada una de las personas que están en nuestras vidas nos relacionamos de forma diferente según muchas de las cosas que se “ponen en juego” en cada relación, pero yo aspiro a dejarme sentir y compartir mi sentir tal y como soy con la mayor intensidad posible para no dejarme “nada en el tintero”, para mostrar que lo que soy es lo que se ve, para dejar mis corazas, mis miedos y muchas y muchas otras que me impiden ser honesta y autentica con quien soy.
Vivir intensamente produce vértigo porque mostramos ante el otro como somos, con nuestras luces y nuestras sombras, es arriesgarnos a parecer vulnerables y sin embargo, no es vulnerabilidad lo que mostramos ante el otro cuando mostramos todo nuestro ser sin tapujos, lo que verdaderamente mostramos es nuestra autenticidad, nuestra sencillez, nuestra esencia, nuestra alma…
Mostrar nuestra alma, que miedo da, ¿no?. No importa, arriesguemos, seamos valientes, seamos conscientes de todo lo que somos y de todo lo que son los demás, pues ese Amor se encuentra en cada uno de nosotros y que hermoso sería poder conocer verdaderamente esa parte de la Vida que todos llevamos dentro, el Amor. Si estamos hechos de Amor, y esto no es una filosofada espiritual que inventamos para no sufrir, para hacernos más grandes que los demás, pues si verdaderamente yo siento que ese Amor esta en nosotros es porque al vivir intensamente, siento que tú y yo somos iguales, que tú y yo somos Amor, que tú y yo, creas o no, somos lo mismo, Vida… Amor.
Cuando me relaciono contigo o quizás contigo, reconozco que aún me dejo influir de cómo te relacionas conmigo, y sin embargo, cuando me paro conmigo, veo, mejor dicho, siento, que en muchos momentos en los que nos hemos encontrado, me “he desnudado” ante ti, mostrándome que yo vivo a veces intensamente, expresando de distintas maneras, con palabras, con gestos, con miradas, con contacto, que me importa poco que tú me devuelvas o mejor dicho, me enseñes el trocito de Amor que tienes de Vida en tu interior, sin pretensión de que me lo regales, sino tan solo enseñándote ese trocito de Amor de Vida que llevo yo en mi interior, y que yo considero que está unido a cada uno de los trocitos de Amor que llevamos todos, ¿acaso tenemos miedo de mostrar que en esencia somos Vida y Amor?.
"La imposibilidad de vivir intensamente está reñida con la posibilidad de amar el Amor, de amar la Vida, de amar cada uno de las personas que nos encontramos…liberemos las cargas, los miedos, las penas y abandonos creídos vivir con el otro, pues el Amor esta en ti, en mí y en todos los que formamos parte de la Vida... del Amor".
Maje (María Jesús) Enero de 2015