Un paraíso relativamente desconocido. Así es el Mirador de Cibeles, una visita que se puede hacer a la torre central del Palacio de Cibeles, hasta hace bien poquito conocido como Palacio de Comunicaciones, y desde donde se puede saborear una de las más completas y privilegiadas panorámicas sobre los tejados de Madrid.
Esta hipnótica visita nos da la opción de recorrer el perímetro de la torre del actual Ayuntamiento de Madrid. Mientras uno camina parapetado detrás de la balaustrada se hace una perfecta vuelta de reconocimiento, donde esa ciudad que tantas veces paseamos, se presenta como si fuese una maqueta infinita. El Paseo del Prado, los Jerónimos, el Retiro y su vecindad, los elegantes tejados del Barrio de Salamanca ... Merced a su fantástica y céntrica posición desde este mirador se observan micro-universos de Madrid avanzando cada uno a si tiempo y paso, sin mirar lo que hace el resto. No obstante, la visión en la que todo el mundo se le detienen los pies es la que vemos hoy en esta postal de la semana.
La fotografía de Carlos Ramírez de Arellano recoge a la perfección esa vista que a todo el que visita este lugar se le graba en la retina. La Plaza de Cibeles y su interminable flujo de tráfico son la antesala de un horizonte idílico. El colosal Banco de España se antoja hasta pequeño desde las alturas, a partir de ahí: el Edificio Metrópolis, el Edificio Telefónica, el Circulo de Bellas Artes...Son los perfiles más buscados y fotografiados de Madrid que aquí, con un punto de vista diferente y desde la distancia, nos dibujan la sonrisa más bonita de Madrid.
Ellos marcan sin saberlo el límite entre el cielo y la tierra. Sobre sus antenas y techos se apaga el día en un atardecer dorado que lanza unos últimos rayos de sol, con un propósito claro: iluminarnos una de las vistas más exquisitas de Madrid.
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