Uno de los tres o cuatro lugares de Madrid para percibir y recibir el otoño es el Parque del Retiro y, si me apuráis, el entorno del Palacio de Cristal. Allí cuando los trajes rojizos de los árboles empiezan a ser una costumbre, lo que ya de por sí es una postal preciosa adquiere unas proporciones casi sobrenaturales.
Éste frágil edificio, construido para la Exposición de las Islas Filipinas de 1887 habitualmente brinda una inolvidable mirada en conjunto con el estanque que se derrama a sus pies. Pero en otoño, contando con la complicidad de la naturaleza que lo rodea, nos ofrece el formidable aspecto que admiramos hoy en la postal de la semana, en esta colorida fotografía de Santiago Blanco.
Cielo, tierra y agua parecen tres universos paralelos capaces de intimar en un único cuadro. Pronto, los olores y los colores otoñales irán dando este aspecto al Palacio de Cristal. Imagino que no le faltará mucho. Quizás me acerque en breve para ver si este paraje de Madrid ya ha desplegado sus mejores galas. Las que le permiten ser, en una época muy concreta del año, el lugar ideal para sentir el paso de las horas.