Su tamaño, su pose, su actitud. Al Palacio Real hay muchas razones que hacen que sólo con observarlo se detenga el tiempo. Es tan grande como hermoso. Uno cuando lo contempla siente en el rostro esa caricia de aire y de misterio que desprende. Cuantas maquinaciones y conspiraciones escucharon sus salas. Hoy, por sus estancias sólo pasean turistas y curiosos, por las mismas que décadas atrás resonaron los pasos de las personalidades más ilustres del continente.
Al Palacio Real se le pueden mirar desde cualquiera de sus cuatro costados, siempre obteniendo una bonita fotografía, pero quizás una de sus miradas más espectaculares es la que se recibe desde los Jardines de Sabatini. Precisamente la postal que nos ocupa esta semana.
Los Jardines de Sabatini son uno de los espacios más reconfortantes y apacibles de todo Madrid, no sólo por el relajado paseo que ofrecen sino por las vistas que nos regalan, y para muestra un botón. Este escenario verde ocupa el lugar que antaño hizo suyo las Caballerizas Reales, diseñadas por Francesco Sabatini, de ahí el nombre que ahora reciben los jardines, aunque el italiano no interviniese para nada en los actuales jardines. Curioso. No obstante, al proclamarse a II República se decidió que toda esta extensión debía ser de uso y disfrutre del pueblo y por este motivo se encargó al arquitecto aragonés Fernando García Mercadal su diseño.
Observar toda la fachada norte del Palacio Real reflejada sobre el estanque custodiado por las estatuas de los distintos reyes es una visión totalmente única y bella. Un sensacional paisaje, duplicado, que el cielo azul de Madrid se encarga de hacer casi infinito. Es posible que hayáis paseado por los Jardines de Sabatini pero puede ser que no os hayáis detenido en esta mirada. Así que la siguiente vez que estéis rondando por esta zona o animo a que le dediquéis unos minutos. No os defraudará. Tendréis ante vuestros ojos una de las postales más bonitas de Madrid.
Fotografía sacada de la web Escenio.com