Todas las ciudades guardan lugares que parecen reservarse para ser vistos por unos pocos y París no es la excepción. Caminando por una calle cercana a la Place de la Bastille me encontré con este escaparate de una antigua juguetería. Fue una verdadera pena que fuera mediodía y que estuviera cerrada, ya que de haber estado abierta, hoy el melancólico ET estaría en algún estante de mi biblioteca o acompañándome en mi escritorio.