La potencia de padecer está en el paciente, y la de hacer en el agente. (...) Por eso, en cuanto unidad natural, ningún ser padece la acción de sí mismo, ya que es uno solo y no otro.
Y la impotencia y lo impotente es la privación contraria a esta potencia; de suerte, que toda potencia es contraria a una impotencia de lo mismo y según lo mismo.
Aristóteles