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Fue una etapa privilegiada para el régimen pues la Guerra Fría acercaba posturas con Estados Unidos, de quienes obtuvo apoyo económico y diplomático a partir de 1950, que fue ampliado con los acuerdos de cooperación hispano-norteamericano en septiembre de 1953. También en el mismo año, firmó con la Santa Sede un Concordato por el cual reglaban las relaciones entre Iglesia y Estado. Pese a que "la Iglesia coincidía con el Estado en casi todas las ideas de totalitarismo", el Concilio Vaticano II produce una profunda transformación en la institución, a la cual van a ingresar muchos hombres impulsados por vocación, pero también por la autonomía e independencia del sistema eclesial, que lo convierten en una “plataforma de actuación sindical y política” (Terrón, 1981, p. 91).Con la llegada de Gabriel Arias-Salgado al recién creado Ministerio de Información y Turismo, comienza aplicarse la llamada “Teología de la Información”.
El pensamiento tradicional católico, el fundamento del derecho natural, la oposición tanto al marxismo como al liberalismo y la indisoluble unidad entre lo cristiano y lo español, que son los componentes más sobresalientes del nacional-catolicismo, enmarcan el desarrollo de esta doctrina de la información (Terrón, 1981, p. 94).El Estado seguirá siendo una institución necesaria para equilibrar la libertad y la obediencia, a la vez que nunca estará en contra de la sociedad civil, ni impondrá la autoridad, supuestamente. Para el nuevo ministro la información es ante todo una actividad social de importancia creciente. Las nuevas ideas de libertad en España, no iban a ir en contra del necesario papel del Estado y el hecho de que los deberes son primeros que el derecho. Si bien la prensa pasaría a estar en igualdad de condiciones con el gobierno para transmitir las ideas, eso no significaba que pudieran hablar de cuánto quisieran.
“La libertad de divulgación está condicionada por el servicio y a la verdad. Toda la libertad para la verdad, ninguna para el error” (Arias-Salgado, 12-12-1954, p. 56) diría el nuevo ministro en una ocasión. Con estas ideas, Arias-Salgado impulsó una nueva Ley de Prensa para sustituir la de 1938, no obstante, fueron otros quienes llevaron adelante esa tarea.
Junto a las medidas aperturistas del Estado, sucedieron otras en el plano ideológico que buscaban preservar el poderío ideológico del régimen: “la autorización expresa del Estado para publicar un periódico, el control sobre la tirada de los existentes, la prohibición a los extranjeros de ejercer el periodismo en España, la exclusión del capital extranjero en las empresas periodísticas” (Terrón, 1981, p 100). Pocas fueron las medidas que acabaron en los años cincuenta con los mecanismos de represión de la prensa, de hecho en su mayoría estuvieron enfocadas al incremento de la publicidad en las publicaciones, se agregó el derecho de rectificación y la creación del Tribunal de Honor periodístico, pero poco más.
Para Arias-Salgado, cuyo legado se mantuvo casi hasta los últimos días del régimen, la prensa es una institución nacional y un servicio público cuya finalidad era el bien común. Al respecto diría en una ocasión:
Entre prensa incontrolada y libre teóricamente y prensa estatificada, prefabricada, sujeta a un dirigismo férreo, la fórmula española es de prensa orientada. Prensa no órgano del Estado ni instrumento de grupos, sino prensa órgano de los intereses de la sociedad. Las ideas son precisamente las raíces que generan las acciones delictivas y han de ser reprimidas antes de que se produzcan ya que, una vez ocasionado el daño no es posible repararlo a posteriori (Arias-Salgado, 12-12-1954, p. 131-132).El ministro mantenía la censura previa y el sistema de consignas, así como prefiere no hablar de opinión pública, sino de opinión nacional u opinión orgánica, unidas por la idea de servicio, porque “es la resonancia de los hechos reflejados por la parte del pueblo dotado de conciencia, de responsabilidad y de vinculación al bien común” (Arias-Salgado, 12-12-1954, p. 81).
La revista Ecclesia aún se publica en España
Las voces disidentes desde la misma Iglesia, son las que despejarán el camino para la creación de la nueva Ley de Prensa e Imprenta en 1966, si bien los dogmas seguían siendo un tanto arcaicos como considerar que todos los medios eran de Dios, el concepto de veracidad ya no solo se circunscribía a la Verdad, sino que impulsaban el buen hacer del periodismo, el deber de los periodistas con la sociedad y evitar los escándalos o las tentaciones del mal: “el lucro, la imprevisión y el endiosamiento” (Terrón, 1981, p. 121).La Iglesia consideraba que la nueva Ley debía cumplir los derechos del Estado, pero este solo podía regular las medios, no absorberlos, salvo en situaciones excepcionales. Retomando el artículo 12 del Fuero de los Españoles, “todos los españoles pueden expresar libremente sus ideas siempre que no atenten a los principios fundamentales del Estado”, la censura previa también debería ser utilizada en casos excepcionales. En uno de los números de la revista Ecclessia se dirían ideas como lo siguiente:
Una cosa es la censura y otras las llamadas consignas mediante las que se obligue a los periódicos a presentar como propia la opinión de los gobernantes. Cuanto más fuerte sea un Estado, más obligado estará a que su poder no tapone los órganos legítimos de la opinión. A mayor normalidad de un país, ha de admitirse más diálogo público, so pena de hacer del arbitrio norma permanente de la vida ciudadana (Ecclessia, num. 704, 8-1-1955, p. 3).La llegada de Manuel Fraga Iribarne como Ministro de Información y Turismo en 1962 no supone una ruptura con las ideas de Arias-Salgado, quien desde 1959 había creado una Comisión especial consultiva, asesora y de estudio para aglutinar todas las opiniones para la nueva Ley de Prensa e Imprenta. La publicación del Concilio Vaticano II de su Decreto sobre los Medios de Comunicación Social en 1965 influyó decisivamente junto a las presiones de la oligarquía financiera, que quería incrementar su poder; y por las manifestaciones del movimiento estudiantil y obrero entre 1956 y 1957 debido a la gran inflación del país. En particular, una organización perteneciente a la Iglesia y con vinculación con los grandes bancos, el Opus-Dei, jugó un papel fundamental en esta época que se ha llamado desarrollismo.
Con esta nueva ley se buscaba regular según refiere Terrón (1981):
El ejercicio del derecho a la expresión de las ideas, las limitaciones a esa libertad y las funciones de la autoridad, las relaciones entre la información y la opinión pública, los deberes de los profesionales y órganos de la información, los delitos, la creación de una Magistratura especial, la competencia para autorizar la edición de publicaciones o constitución de empresas informativas, la competencia en el nombramiento del director, el sistema de recursos, la regulación de los servicios de orientación y consulta, la protección a las empresas informativas y su configuración jurídica y la aplicación de la ley en casos de excepción (p. 146).REFERENCIAS: -Arias-Salgado, Gabriel, en el III Consejo Nacional de Prensa. Barcelona, 12-12-1954. -Terrón Montero, Javier: “La prensa de España durante el régimen de Franco: un intento de análisis político”, Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid, 1981.
NOTA: Esta reseña sobre el libro La prensa en España durante el régimen de Franco: un intento de análisis político de Javier Terrón Montero, es parte de una actividad extracurricular para la asignatura Historia del Periodismo Español. Espero que como a mí, los ayude a entender parte de ese período gris de la historia de este país. Pueden comprar el libro en la librería del Centro de Investigaciones Sociológicas.