La preocupación es una respuesta adaptativa para afrontar y resolver situaciones adversas. Nos ayuda a buscar soluciones a situaciones difíciles o problemáticas y a organizar un plan de acción para hacerle frente y resolverlo. Sin embargo, existen ocasiones en las que simplemente le damos vuelta al problema sin llegar a una solución final y situaciones en las que nos preocupamos en exceso por un suceso que es muy poco probable que suceda. En estos casos, nos encontramos con lo que llamamos preocupación patológica.
¿Qué es la preocupación patológica?
La preocupación patológica consiste en una preocupación constante y excesiva por situaciones que la persona percibe como problemáticas o dañinas, aunque la probabilidad de ocurrencia sea muy baja. La incertidumbre es el componente clave para desarrollar este tipo de preocupaciones, ya que la persona tiene dificultades para aceptar que no puede tener la certeza de lo que ocurra en el futuro. Por este motivo, cualquier situación puede percibirse como amenazante asociándose a problemas de ansiedad como el Trastorno de Ansiedad Generalizada.
En un inicio, la preocupación comienza como una estrategia para disminuir malestar emocional, aumentar la sensación de control ante la incertidumbre y ocuparse del problema. Sin embargo, esta estrategia de regulación emocional solo sirve a corto plazo, ya que la incertidumbre respecto al futuro siempre está presente. De esta forma, la persona empieza a preocuparse en exceso por todo lo potencialmente peligroso y se centra en anticipar amenazas, en lugar de centrarse en qué puede hacer ante cada situación y pasar a la acción. Así, la preocupación deja de tener su función de búsqueda de soluciones y de guiar la acción para afrontar el problema.
álCuando la persona es consciente de que la preocupación es constante, comienza a percibir el proceso de preocuparse como una amenaza que le causa malestar emocional e intenta ocuparse de ello “preocupándose por estar preocupado”. Mediante este ciclo se origina y mantiene el problema de la preocupación patológica.
¿Cuál es la sintomatología de la preocupación patológica?
La preocupación patológica no solo se evidencia a nivel cognitivo o de procesamiento de información, sino que también genera cambios a nivel emocional y conductual. Así, los síntomas más frecuentes son:
- Nivel cognitivo: pensamientos recurrentes de tipo catastrofista sobre lo que va a suceder. “¿y si me roban mientras salgo a comprar?”; y pensamientos que evalúan como negativo el hecho de preocuparse: “no debería preocuparme tanto por todo”.
- Nivel emocional: la emoción predominante es la ansiedad que se evidencia en taquicardia, respiración agitada, sudoración, problemas para dormir, dolor de cabeza, etc.
- Nivel conductual: la persona evita todas aquellas situaciones que le generen preocupación. Siguiendo con el ejemplo anterior: si salir a comprar le genera ansiedad por el pensamiento catastrofista, la persona no saldrá a comprar para evitar sentir la ansiedad que le genera. De esta manera, el problema comienza a interferir en la vida diaria de la persona disminuyendo su calidad de vida.
¿Existe tratamiento para este problema? ¿Cuál es el tratamiento adecuado?
La terapia psicológica es el mejor tratamiento para la preocupación patológica. La terapia ayuda a la persona a tomar las riendas de su vida, de manera que no sea la ansiedad y la preocupación la que guíe sus decisiones y su vida. Los pensamientos distorsionados, la hiperactivación física de la ansiedad y la evitación serán los objetivos de tratamiento durante las sesiones. En ocasiones, se necesita ayuda de la medicina para comenzar en la terapia debido a la intensidad de la ansiedad. De esta manera, al inicio se puede complementar la terapia psicológica con la terapia psicofarmacológica. A medida que avance la terapia psicológica y se vayan alcanzando objetivos, se va disminuyendo la cantidad de psicofármacos.
En Ansiedad Málaga contamos con un equipo de psicólogos y psiquiatras especializados en ansiedad que trabajan en conjunto para ofrecer terapia psicológica efectiva, de calidad y adaptada a las circunstancias de la persona.
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