Últimamente en este blog, a raíz de mis pasos por Turquía y lo que eso conllevó, los posts están teniendo una fuerte carga histórica.
Hablé de los imperios que dominaron Estambul, los relatos homéricos sobre Troya, las siete maravillas del mundo, las sorprendentes ruinas de Efeso y de un sinfin de pequeños detalles que antiguos reinos del Asia Menor dejaron como legado por esas zonas.
Sí, lo admito. Observar y entender la historia es una de mis grandes pasiones.
Pero también comprendo que muchos de ustedes, por no decir casi todos, se sentirán algo ajenos a este universo de fechas, guerras, fronteras movedizas y nombres extraños por doquier.
Entonces, es natural que uno se pregunte… ¿Qué pasa con la historia? ¿Por qué se ha convertido en una ciencia de estudio tan odiada por la mayoría de los alumnos? ¿Es culpa de los profesores, que intentando categorizar las interminables marañas de datos, la desmembraron en temas imposibles de armonizar y recordar?
¿Es quizás esta desconexión de datos aparentemente no relacionados lo que nos causa tanta aberración? ¿O podemos directamente culpar a la historia misma, y decir que el presente es hoy y que el pasado, por sus fuentes escritas, ni siquiera es digno de confianza como para merecer nuestra atención?
Sea cual sea el motivo, la historia ha sido defenestrada. ¡Si señor! ¡Defenestrada!
Es tan curioso este hecho, que hasta parecería que incluso aquellos que deberían hacer hincapié en la historia para acercarnos sus ideas, han decidido dejarla de lado para concentrarse en otros aspectos que nos sean más fáciles de asimilar.
Por ejemplo, este puede ser el caso de las religiones.
La tradición, parte infaltable de cualquier credo, es generalmente mucho más conocida que la propia historia, y esto creo que tiene una simple explicación.
Si uno se cuestionase acerca de la exactitud de las crónicas religiosas, es posible que encuentre numerosos motivos para descreer sobre su veracidad. Allí es donde saldrán multitud de conspiracionistas a querer brindar luz sobre estos conceptos, diciendo que tal o cuál hecho no pudo haber sucedido así, y que todo fue parte de un invento planificado.
Pero en primer lugar, es justo preguntarse… ¿Es importante para una religión la veracidad de los hechos que la fundaron? ¿Son los documentos religiosos una fuente de fidedigno estudio, o deberían ser más bien vistas como una serie de escrituras sobre creencias humanas y prácticas sobre cuestiones morales y existenciales, que trascienden cualquier suceso histórico? La evidencia de una inexactitud histórica, ¿le quitaría a una religión su capacidad de orientar a las personas mediante un grupo de buenas acciones?
Quizás por esto, la tradición se ha hecho mucho más popular y generalmente más conocida.
Podemos tomar como ejemplo la religión con mayor número de fieles en el mundo: el cristianismo (claro está, sumando todas sus ramas: católicos, ortodoxos, protestantes, coptos y demás).
Es bien sabido por todos los creyentes las parábolas cristianas, los milagros de Jesús, las enseñanzas que transmitió en su ministerio y su posterior juzgamiento y crucifixión.
Pero… ¿Cuánto se sabe acerca de los hechos históricos que rodean aquellas antiguas épocas primitivas de la religión? ¿Qué pasó con los apóstoles? ¿Donde siguió la iglesia una vez expulsados de Jerusalén? ¿Cuando y por qué dejo de ser una religión prohibida para convertirse en lo que es hoy, con más de 2 mil millones de fieles en el mundo?
En mi viaje por Turquía, tuve la posibilidad de acercarme a varios sitios que aún conservan su impresionante legado histórico para el cristianismo.
¿Quieren descubrir un poco de esa otra parte de la fé cristiana que probablemente nadie les contó y muchos desconocen? ¿Intentamos acortar esa brecha que tenemos con la historia?
Vengan, empecemos un pequeño viaje juntos…
Ichtus (“pez” en griego), símbolo del cristianismo primitivo por sus iniciales “Jesús Cristo, Hijo de Dios, Salvador”
La primer iglesia cristiana fuera de Jerusalén
Tras la inolvidable experiencia sobrevolando los cielos de Oludeniz en parapente, emprendí un largo viaje a través de Turquía. Sólo hice una corta escala en el pueblo hippie de Olympos (con casitas del árbol para dormir y otro complejo de ruinas) y una más breve aún, en la preciosa ciudad de Antalya.
Desperté muy temprano con el sol de la mañana en mi cara, en el asiento del bus que me cruzó por la noche medio país hacia el este.
El recorrido me llevó por toda la costa del Mar Mediterráneo, y me depositó en la antigua ciudad de Antioquía (en turco “Hatay” o “Antakya”).
El panorama visual había cambiado drásticamente y esto tenía un motivo: Había llegado a Medio Oriente.
Antioquía se encuentra más allá del final del Mar Mediterráneo, a 50km de la frontera con Siria a 100km de la ciudad de Aleppo, en ese momento (y aún ahora), en un deplorable estado humanitario y urbanístico por la Guerra Civil que sufre dicho país.
De hecho, la ciudad de Antioquía fue hasta 1938 parte del territorio sirio, y aún sigue siendo reclamada.
Afortunadamente, la situación en Antioquía estaba estable y no había peligros de que Turquía entrase al conflicto armado contra su país vecino. Sin embargo, muchísimas familias sirias llegaban día tras día a Antioquía (y ciudades aledañas) para escaparse del horror de la guerra e instalarse en campos de refugiados.
Antioquía actual. El cartel en amarillo la frontera con Siria, hacia Aleppo (Halep)
Volviendo al tema de este post, cabe destacar que la ciudad de Antioquía recuerda un momento muy interesante en la época paleo-cristiana. Volvamos el tiempo atrás para revivir un poco aquellos tiempos…
Según las Sagradas Escrituras (en particular del libro “Hechos de los Apóstoles” del Nuevo Testamento), posteriormente a la resurrección, ascención de Jesús y el Pentecostés, la Iglesia Cristiana se inició en Jerusalén formada exclusivamente por judíos (hebreos, griegos y prosélitos).
Una diferencia de opinión entre los judíos hebreos y los griegos, llevó a juzgamiento al primer martir cristiano, San Esteban, que defendía la posición de los griegos.
Tras su muerte, los judíos hebreos (los fariseos, la casta sacerdotal y con poder religioso) expulsaron a los griegos por blasfemos, quienes se expandieron hacia otras ciudades y provincias de Judea, Cesárea, Cirilia y Samaria.
Estos judíos griegos, apoyados por los apóstoles, comenzaron a formar nuevas iglesias y predicar las enseñanzas de Jesús a otros judíos y también a gentiles (paganos), separándose finalmente del judaísmo y creando el cristianismo como nueva rama religiosa.
Una de las principales ciudades que inicialmente recibió el evangelio fue Antioquía. Allí, se creó una iglesia cristiana donde la leyenda dice que ofrecía sus primeras misas Simón Pedro (“San Pedro”, uno de los apóstoles).
También se comenta que allí es donde Pedro y Pablo discutieron sobre si temas como la evangelización de no-judíos (gentiles) o la necesidad de circuncisión a los cristianos convertidos. De allí también salió Pablo hacia sus viajes evangelizadores por Anatolia, Grecia, Chipre y Roma.
Pedro luego también dejó Antioquía tras varios años siendo obispo allí para continuar evangelizando, llegando a Roma y siendo crucificado por el gobierno del emperador romano Nerón, en el lugar donde actualmente se emplaza la Basílica del Vaticano.
La Iglesia de Antioquía fue tan importante en los inicios del cristianismo que incluso actualmente es una de las mayores iglesias del Cristianismo Ortodoxo (la otra gran rama, distinta a la católica y la protestante).
Hoy en día, algo de aquel patrimonio aún se conserva en Antioquía. En la ladera sur del Monte Staurion, en la zona oriental de la ciudad, se encuentra la gruta donde (según la leyenda) daba aquellas misas San Pedro.
En este pequeño recinto, de 10m x 12m, aún pueden observarse un antiguo mosaico, un altar y un estrecho túnel por el cual podían escaparse hacia las montañas en caso de necesidad.
La fachada que hoy puede observarse fue agregada en el s.XII por los caballeros cruzados en su paso a Jerusalén.
Su estado de deterioro provocó que el gobierno turco, actualmente en 2013, esté planeando su restauración.
Fachada de la Gruta de San Pedro, construida por los cruzados en el s.XII
Antiguo mosaico en la Gruta de San Pedro
El interior de la Gruta de San Pedro, en Antioquía
Estatua de San Pedro, dentro de la gruta donde supuestamente daba misas
El interior de la Gruta de San Pedro, en Antioquía
La casa de la Virgen María, y la cueva de los siete durmientes
La ciudad de Efeso, de la cuál ya hablé en otros posts, también conserva un enorme legado para el cristianismo.
En aquella época primitiva para la religión, Efeso era una de las ciudades más grandes del Imperio Romano, y por su importancia, también allí fue fundada una iglesia cuando Pablo de Tarso, el apóstol, pasó por la urbe en sus viajes evangelizadores.
¿Saben que pasó con la Virgen María, la madre de Jesús, tras su muerte y resurrección? Más allá de algunas teorías conspiracionistas que dicen que se dirigió a Francia, la tradición cristiana dice que antes de morir, Jesús le encomendó a uno de sus apóstoles favoritos, Juan el Evangelista, el cuidado de su madre.
Por la persecución de los cristianos en Judea que antes mencioné, Juan el Evangelista decidió llevar a María a una región más tranquila, y eligió para este fin la gran ciudad de Efeso.
Allí, siempre según la tradición cristiana, vivieron los dos en una pequeña casa en las montañas, hasta la Asunción de ella a los cielos y la propia muerte de él.
En 1881, siguiendo una serie de visiones que tuvo la monja alemana Ana Catalina Emmerick, encontraron los restos de una construcción, que en sus apariciones le indicaban que aquella era la casa donde vivió la Virgen María. Según lo que se afirma, ni la monja ni su transcriptor habían visitado jamás Efeso, por lo que la descripción detallada de un lugar que de hecho existía se consideró un milagro.
Aunque las pruebas arqueológicas datan la construcción hacia el s.XIII, se cree que la edificación actual se pudo haber realizado sobre los vestigios de la antigua casa, lo cuál ya es imposible de demostrar.
Como sea, esta casa de la Virgen María (en turco, “Maryem ana”) se ha convertido en un destino de peregrinación sagrado tanto para el cristianismo como para el Islam (también aparece como divina en el Corán).
Cartel indicando el camino a la Casa de la Virgen Maria, a 7km cuesta arriba desde Efeso
Reconstrucción actual de la supuesta Casa de la Virgen María, en Efeso
Reconstrucción actual de la supuesta Casa de la Virgen María, en Efeso
La insignia de la Virgen María, en Maryemana
Muy cerca de allí, en el poblado turco de Selçuk, se encuentran en la cima de una colina, los restos de la llamada Basílica de San Juan, mandada a construir en el s.VI por el emperador Justiniano.
La basílica tenía ese nombre porque según se cree, se levantó sobre la misma tumba del apóstol y evangelista San Juan, discípulo de Jesús y cuidador de su madre María hasta su muerte.
Actualmente, la basílica está en ruinas pero aún puede visitarse en la colina Ayasoluk, y también es un gran centro de peregrinación cristiano.
Ruinas de la Basílica de San Juan, en Selcuk, cerca de Efeso. Fuente: Wikipedia
Tumba de San Juan Apóstol y Evangelista, Selcuk, cerca de Efeso. Fuente: Wikipedia
Pero la tradición cristiana de Efeso no termina allí.
Una de las más antiguas leyendas del cristianismo también sucede en dicha ciudad.
Según ésta, el emperador Decio (siglo III) visitó la urbe y exigió a la población realizar una ofrenda a los dioses paganos. Sólo siete jóvenes cristianos se negaron, de nombres Maximiliano, Iámblico, Martín, Juan, Dionisio, Exacustodio y Antonino.
Bajo amenaza de ser ejecutados, los jóvenes huyeron hacia unas cuevas cercanas para rezar. En ellas fueron encontrados por los hombres del emperador, quiénes los hallaron durmiendo, y taponaron la entrada a la misma con unas grandes piedras.
Más de 100 años después, cuando el cristianismo ya fue había sido proclamado religión oficial del imperio por el emperador Teodosio, la cueva fue abierta por unos pastores para utilizarla como establo.
¡Y qué sorpresa se llevaron cuando encontraron a siete jóvenes apenas despertándose con la luz del sol, que no habían muerto en tantos años ni por hambre, ni sed ni frío!
Las Iglesias Católica y Ortodoxa declararon también este lugar como sagrado y los durmientes fueron canonizados.
Cueva de los siete durmientes, en Efeso, según la antigua leyenda cristiana
Cueva de los siete durmientes, en Efeso, según la antigua leyenda cristiana
Ilustración de la leyenda de los Siete Durmientes. Fuente: Wikipedia
Las siete iglesias del Libro del Apocalipsis
En el “Libro del Apocalipsis” (o “Libro de la Revelación”) se cuenta que Juan el Evangelista (su escritor), que vivía en Efeso, fue desterrado por unos años a la cercana Isla de Patmos, como castigo por sus enseñanzas blasfemas acerca de Jesucristo como el Mesías.
Desde allí, y por revelación divina, escribió una serie de cartas a las siete principales iglesias paleo-cristianas del Asia Menor (actualmente, Turquía).
La tradición obviamente hace hincapié en el contenido de dichas cartas, en las cuáles se asocia a cada iglesia una parábola, una necesidad del mensaje, ciertas cuestiones que la caracterizan y un reconocimiento, castigo y recompensa para ellas por parte de Cristo.
A su vez, también se les dedica una gran importancia porque según la interpretación, cada una de ellas representa un posible estado de cualquier iglesia cristiana y la descripción de un período real de la Iglesia Católica en su totalidad hasta el día de hoy, otorgándole un carácter premonitorio, característico de este libro bíblico.
Pero la idea de este post no era hablar de cuestiones religiosas, sino de los sitios y evidencias históricas que se encuentran tras ellas.
Aunque el libro mencionado se refiere a “Iglesias” más como a comunidades que a edificios físicos, existen lugares reales en los cuáles se solían juntar aquellas iglesias primitivas, desde pequeños centros de reunión hasta catedrales y basílicas.
En este caso, tuve la posibilidad de visitar tres de estas siete iglesias, aunque hoy están en ruinas.
Las Siete Iglesias del Libro del Apocalipsis, a las que les fueron enviadas cartas por San Juan
En primer lugar, visité la Iglesia de Pergamon, que se encuentra bajo la colina con las ruinas griegas, en la ciudad turca de Bergama.
Es un edificio monumental que ya de por sí es enorme, aunque el templo original era de una dimensión aún mayor. Se denomina “Basílica Roja” por el color de sus paredes de ladrillo.
Fue construido como templo egipcio, luego para dioses griegos y posteriormente convertido al cristianismo. Es por eso que aún posee símbolos de las tres religiones.
Las paredes de más de 20 metros son impresionantes, aunque el techo y el muro oriental ya no existen.
De las siete iglesias, es la mejor conservada en la actualidad.
La Iglesia primitiva de Pergamon, una de las siete que menciona el Libro de Apocalipsis
La Iglesia primitiva de Pergamon, una de las siete que menciona el Libro de Apocalipsis
La Iglesia primitiva de Pergamon, una de las siete que menciona el Libro de Apocalipsis
La Iglesia de Pergamon, o Basilica Roja, fue originalmente un templo egipcio y aún se conservan algunos restos
En segundo lugar, volviendo una vez más a la ciudad de Efeso, visite una antigua iglesia que hubo allí. Su existencia data de siglos posteriores, cuando ya el cristianismo era la religión oficial y en ella se desarrollaron algunos de los primeros Concilios Ecuménicos.
Sin embargo, la comunidad cristiana de Efeso que originalmente se reuniría en otro sitio, se movió allí a partir del siglo V, convirtiéndola en una inmensa catedral, cuyas ruinas son apreciables hoy día.
Se conoce como la “Catedral de la Virgen María” por su cercanía a la Casa de la Virgen, y aunque el obispado posteriormente se movió a la Basílica de San Juan (también comentada anteriormente), el recinto siguió utilizándose como centro de reunión y sus exteriores, como cementerio cristiano.
La Iglesia primitiva de Efeso, una de las siete
La Iglesia de la Virgen María, en Efeso, una de las siete iglesias del Apocalipsis
Por último, cerca del complejo termal de Pamukkale, visité las ruinas de la ciudad de Laodicea, otra de las siete iglesias del Apocalipsis.
Probablemente se pueda decir que ésta es la peor conservada, ya que sólo algunas piedras en el suelo indican el posible sitio donde se ubicaba.
Según este libro, la iglesia en Laodicea era rica en economía y abundaba en otras cosas, pero eran desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos en espíritu, y por eso los instigaba a cambiar para ser transformados por la fé.
Ruinas de la Iglesia primitiva de Laodicea
Las otras cuatro iglesias, en Esmirna, Tiatira, Sardis y Filadelfia, también se encuentran en estado de ruinas, y decidí no desplazarme hasta allí para verlas.
Para la visión del viajero, poco hay para ver en cualquiera de estas iglesias, pero aún así, guardan un importante legado histórico y religioso para aquellos interesados en descubrirlo.
¡Hemos llegado al final del itinerario! Aquí termina el recorrido por algunos sitios de gran importancia religiosa que posee Turquía como legado de tiempos bíblicos.
Retomando mi llegada a Antioquía, y por ende, a Medio Oriente, continuaré los siguientes posts describiendo y mostrándoles un panorama bien distinto a lo que fue esta Odisea hasta el momento.
Medio Oriente resultaría ser una región muy diferente a todo lo demás. ¿Quieren conocerlo conmigo? ¡Que sea hasta los próximos posts!
¡Saludos a todos!