Camaradas,
Las divisiones alemanas se encuentran atascadas en el barro y en la nieve fangosa de las carreteras. Las líneas de suministro de la Wehrmacht no son sólo tremendamente largas, sino que además apenas son transitables. Las unidades rápidas alemanas, acostumbradas a las operaciones de Blitzkrieg, se han vuelto torpes y lentas, casi tan lentas como los ejércitos napoleónicos de 1812.
Imágenes de la Wehrmacht luchando contra el barro ruso.
La primera medida que se ha tomado para tratar de resolver estos problemas ha sido emplear vehículos locales -trineos, caballos y carretas- para el transporte de suministros. Lo siguiente ha sido reorganizar las debilitadas unidades en formaciones más pequeñas pero más vigorosas. De ese modo, los tanques del XLI Cuerpo Panzer han sido reagrupados en "unidades de acción" en lugar de los dos a tres batallones con de ocho a doce compañías cada uno con los que contaba cada regimiento, y los restos de ocho compañías de infantería han sido reorganizados dentro de las tres compañías de los batallones de infantería de las divisiones que cuentan con transporte motorizado. Los batallones de reconocimiento y motociclistas han sido amalgamados para constituir nuevos batallones y las tropas de los vehículos blindados de exploración han sido unidas en una sola compañía directamente al mando de la división. De este modo, las tropas sobre el terreno han tratado de sobreponerse a las dificultades gracias a la improvisación, la inventiva y las simples agallas. Todo el mundo espera que el Alto Mando sabrá enfrentarse a la nueva situación del frente con nuevas medidas. Pero lo cierto es que los cuarteles generales del Führer se encontran muy, muy lejos, a cientos de kilómetros detrás del frente en Rastenburg, Prusia Oriental.
Más imágenes de la pesadilla en que se han visto inmersos los soldados alemanes.
El Alto Mando Soviético, por el contrario, hace buen uso del hecho de que está combatiendo a las puertas de Moscú. Disfruta de la ventaja de lo que se conoce como "líneas interiores." Desde su asiento de gobierno Stalin puede, a través de trenes suburbanos o incluso a pie, enviar a nuevas formaciones desde la parte oriental de su imperio y a tanques recién salidos de las cadenas de montaje a cualquier sitio que desee, a desplazarlos rápidamente de un punto del frente al otro y así concentrarlos, una y otra vez, en los puntos clave o en los sectores críticos de la batalla. Como resultado de ello, tan pronto como un grupo de combate alemán logra penetrar las líneas soviéticas en algún punto, en seguida tiene enfrente a formaciones soviéticas numéricamente superiores y a poderosas reservas blindadas tácticas. Aún así, la mayoría de las formaciones soviéticas tienen la moral por los suelos. Salvo las Divisiones de Guardias Siberianos de Extremo Oriente y unas pocas divisiones de caballería, las tropas rusas desplegadas en la línea de combate ante Moscú no se parecen en nada a los inquebrantables héroes retratados por la propaganda y los historiadores soviéticos.
Soldados soviéticos se entregan a los alemanes de buena gana, brazos en alto.
El siguiente párrafo lo ha escrito un Teniente Soviético que participa en la defensa de Moscú:
Durante la noche cruzamos la autopista Orel-Tula y alcanzamos la aldea de Fedorovka. Los casos de deserción alcanzaron proporciones increíbles antes de que cruzásemos esa carretera. El segundo comandante, el Teniente Alaportsev y otros, se han hecho con los caballos de algunos oficiales, incluido el mío, y han cabalgado hacia atrás. ¡Un buen montón de oficiales! Estoy enfermo de gripe, terriblemente débil, con ataques de vértigo y me arden las sienes. En nuestro batallón ha desertado el 80 por ciento, incluidas algunas personas del 3º pelotón que parecían de fiar. Se han metido en los pueblos, han arrojado sus armas, su equipo y sus uniformes y se han vestido con unos harapos. En los pueblos las granjas colectivas son saqueadas a la fuerza y los caballos, los arneses y los carros se reparten. El grano se saca de los almacenes y los almacenes de semillas se dividen entre la gente. Se habña mucho de que la guerra está perdida en cualquier caso y de que muy pronto no habrá granjas colectivas.
El barro, literalmente, llega hasta las rodillas.
Éste es el retrato de la situación. Parece un combate de boxeo en que a ninguno de los dos oponentes le queda fuerza en los puños. Las unidades alemanas en la línea de frente, agotadas y pobremente abastecidas ya no tienen la fuerza para asestar un golpe definitivo que haga derrumbarse al tambaleante coloso soviético. "¡Si tan sólo llegaran las heladas!" suplican. "¡Si tan sólo se pudiera volver a usar las carreteras!" Si tan sólo...
Vehículo de la Wehrmacht atascado en el barro... congelado.
Finalmente, la helada ha llegado durante la noche de ayer a hoy. A lo largo de todo el frente del Grupo de Ejércitos Centro se ha abatido el invierno. Se trata de una suave y bienvenida helada que ha congelado el terreno, volviéndolo duro de nuevo y, por lo tanto, utilizable por los vehículos. Es cierto que no tienen ropas de invierno y que muchos soldados alemanes todavía llevan los uniformes de verano. Pero al fin ha llegado el final del terrible barro.
La tripulación de un PzKpfw III enciende un fuego para derretir el hielo y rescatar su tanque del barro congelado.
Los soldados de la Wehrmacht arrastran los cañones y los sacan del suelo helado. Aquí y allá el resultado es ruedas y ejes rotos. ¿Pero qué importa eso? Los suministros vuelven a circular y hacen llegar a las tropas víveres, municiones y gasolina, y también cigarrillos, correo, licor y piezas de recambio. Los tanques ruedan fuera de los talleres de reparaciones móviles. Las municiones llegan a primera línea. Poco a poco la máquina de guerra se vuelve a poner en marcha. Y, con ello, revive la esperanza de que Moscú finalmente sí pueda ser conquistada.
Las municiones vuelven a llegar al frente...
Y los Panzer se preparan para reemprender la marcha.
Ni qué decir tiene que, si esto se va a hacer, la ofensiva final ha de comenzar cuanto antes. El Alto Mando del Ejército exige entrar en acción urgentemente. El Comandante en Jefe del Grupo de Ejércitos Centro, el Mariscal von Bock, se muestra igualmente ansioso por reanudar las operaciones. Pero los ejércitos están muy quemados y necesitan tiempo para recuperarse. Harán falta algunos días de ajetreo para las tropas de suministros mientras hacen llegar a la línea de combate en camiones, trineos y carros de granja el material necesario para reanudar las operaciones. En estos momentos de euforia en los que todos intentan hacer todo lo posible por el frente de combate han sucedido -y sucederán- algunas cosas extrañas así como otras que han causado un gran enfado entre las fuerzas de combate. Alguna autoridad de suministro en Francia, por ejemplo, ha tenido la genial idea de hacerle al Frente Este un regalo especial y al mismo tiempo impulsar el negocio vinícola francés. Como resultado, dos trenes llenos de botellas de vino tinto francés han sido enviadas desde París. ¡Trenes de vino en lugar de trenes de municiones! Sólo Dios sabe quién ha autorizado ese envío. En cualquier caso, cuando han llegado a Yukhnov en el área del Cuarto Ejército, la temperatura es de 25 grados bajo cero. Todos lo que los destacamentos de descarga han encontrado en los vagones ha sido grandes bloques de hielo rojo mezclados con trozos de cristal. "Vino congelado en lugar de ropa de invierno," han maldecido los soldados. El General Blumentritt, Jefe de Estado Mayor del Cuarto Ejército, ha afirmado que nunca había visto a las tropas tan enfadadas como después de este suceso.
Nach Moskau!
Sieg Heil, Viktoria!