Si bien hace unos días repasaba las simbólicas últimas imágenes de las películas de Hayao Miyazaki en Studio Ghibli, igual de importantes y que, a buen seguro, remueven nuestro rincón de los recuerdos que guarda ese instante de emoción al empezar a ver uno de sus largometrajes, son los primeros fotogramas de cada uno de sus films. Merece la pena detenerse un momento en ellos:
Nausicaä del Valle del Viento (1984)
Un ambiente desértico, algo sórdido, cubierto por una densa niebla. Alguien emerge en el horizonte...
El maestro Yupa y su montura nos darán pie a la lucha de Nausicaä contra la contaminación de la Tierra, ya de inicio con la representación de un mundo destrozado, sucio y decadente.
El castillo en el cielo (1986)
¿Cómo olvidar ese comienzo, entre un mar de nubes, en medio de la noche, con un peculiar sonido que pronto descubriremos que se trata del dirigible en el que viaja Sheeta? Un inicio trepidante, que ya avanza lo que será una historia plagada de acción y aventuras. Y además, una de las características principales del cine de Miyazaki: la representación del cielo y los aparatos voladores.
Mi vecino Totoro (1988)
Un campo verde e ilimitado que pasa ante nuestros ojos mientras, al fondo, una camioneta saturada de objetos lo recorre. Varias pistas de lo que nos encontraremos en la película: el protagonismo de la naturaleza y el bosque, la mudanza, el cambio de destino...
Nicky, la aprendiz de bruja (1989)
Nuevamente Miyazaki comienza con un paisaje idílico, entre verdes (naturaleza) y azules (cielo y mar). Sus primeros apuntes, como en Mi vecino Totoro (y a diferencia de Nausicaä), en historias que tienen que ver con la evolución personal y la transición de las protagonistas, en el primer impacto se nos muestra un lugar confortable y en paz. Ideal para retratar una comodidad que posteriormente se verá perturbada por el cambio.
Porco Rosso (1992)
Una cala cerrada pero que transpira tranquilidad es, nuevamente, la presentación. Miyazaki juega con la primera impresión y tapa con una revista el rostro del protagonista, recostado sobre una silla. Su aspecto será un doble juego constante durante toda la película...
La Princesa Mononoke (1997)
"Hace mucho tiempo, la tierra estaba cubierta de bosques en los que vivían dioses ancestrales...". Es lo primero que leemos en pantalla sobre un fondo que vuelve a utilizar un escenario natural, aunque en este caso más opaco, ya dando una idea de que estamos ante un film más "oscuro" que otras propuestas anteriores del director.
El viaje de Chihiro (2001)
El primer plano de la mítica película es para el ramo de flores que porta una desganada Chihiro en el asiento trasero del coche en el que sus padres la encaminan hacia un nuevo hogar. La tarjeta dice "Buena suerte, Chihiro. Nos volveremos a ver", quizás premonitorio de la aventura que le aguarda...
El castillo ambulante (2004)
Con este largometraje volvieron las aperturas en las que una densa niebla nos adentra en la historia, como ya ocurriera con Nausicaä o La Princesa Mononoke. En esta ocasión es para mostrarnos, ya de primeras, el sorprendente castillo que deambula por los parajes montañosos de Ingary...
Ponyo en el acantilado (2008)
La constante de un paisaje natural dominado por elementos como las nubes y, en este caso el mar, ya vemos que ha sido habitual en la forma en la que Miyazaki ha decidido introducir cada una de sus películas. En Ponyo juega con la iluminación nocturna y ya, de un vistazo, observamos que el estilo de dibujo será ligeramente diferente, más simplificado, al de otras producciones suyas. Esto se puede ver, sobre todo, en la representación de unas nubes y un oleaje menos realista que en otras ocasiones.
El viento se levanta (2013)
La última película del director, que comienza con una curiosa secuencia de un niño, Jiro, que sueña con pilotar aviones, casi 30 años después de Nausicaä del Valle del Viento, Miyazaki certifica que es un autor que ha mantenido durante muchos años un estilo propio. Muchas han sido sus constantes a lo largo de su carrera, y también en la forma en la que comienza sus películas decidiendo que el primer plano tenga una serie de elementos característicos que, de una u otra forma, se repiten. Aquí vuelve la niebla, el cielo, la naturaleza... Hayao Miyazaki en estado puro.
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Mi vecino MiyazakiStudio Ghibli, la animación japonesa que lo cambió todoYa a la venta la 2ª edición del libro sobre Studio Ghibli de Generación GHIBLI
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