LUCE se llama Lucas. Y cuando era pequeño se hacía llamar Luc, «era más cool, sonaba como más internacional», nos cuenta él mismo entre risas. Así fue como empezó a escribir su nombre, pero «en el mundo del grafiti la firma de tres letras estaba como más asociada a un colectivo, así que le añadí una más». Fue probando hasta que eligió la ‘e’ por simple empatía. «No hubo ningún vínculo con nada, ni ninguna idea preconcebida, ni siquiera ninguna connotación en torno a la luz, aunque algunas vertientes posteriores de mi trabajo se vinculan a ella. No fue adrede, aunque igual lo invoqué de alguna manera» (ríe).
La legibilidad y la repetición son y han sido claves en su repercusión. Insistir una y otra vez con su nombre y hacerlo de una manera reconocible ayudaba a que la gente lo asociara. «Es supercurioso que cuando estableces cierto orden de trabajo, ante la ausencia de ese nombre en esos lugares, la gente lo completa. Es muy positivo porque puede que no esté escrito en una farola, pero la gente desea que sí por el hecho de estar en muchas otras. Y eso es algo clave a nivel ocupacional de ciudad, de lugares, para ir generando identidad».
LUCE fue evolucionando en su discurso artístico, añadiendo otros materiales, haciendo crecer el nombre no solo en forma y color, sino, como apuntábamos antes, introduciendo materiales como la madera. «Hubo una época en la que cuando alguien veía un palé, me enviaba una foto» (ríe). Fue un proceso en el que fue «abriendo canales y añadiendo características, metiendo contenido. Veía muy difícil desvincularme de la palabra, pero al final muestras lo que más te interesa y en mi caso es la manera que tengo de pensar la ciudad, de relacionarme con ella».
Con motivo del PRINT nº11 que protagonizó le preguntamos por su primera experiencia en una imprenta, que Lucas traslada a una visita al Museo de la Imprenta en El Puig y a nuestra propia imprenta:
«Mi experiencia con las imprentas es reciente. Recuerdo, precisamente, cuando entré en Impresum. Me gustó la reutilización de la tecnología que hacían con, por ejemplo, una máquina que era de estampación y se convertía a corte. También me gusta mucho esa idea de empresa familiar con tres hermanos, Dani, Pau y Ana; concebir un negocio que pasa de generación en generación y van ampliándolo y es un canal, un lugar, que traduce pensamientos, herramientas… Con mucho trajín, un montón de papeles, mucho movimiento, sonidossistematizados. Trabajé unas Navidades allí y me encantó el rollo que había, poniendo mucho en valor la experiencia de los trabajadores, a los que se veía felices; se respiraba buena onda».
Bien por Lucas 😉
—
Extracto de la entrevista de Rafa Rodríguez publicada en PRINT nº11. Fotos: María Mira