Hoy me dejo caer en este gran blog porque mis locos colegas de @AhoraCriticoYo tuvieron la gran idea de hacerme una oferta que no pudiera rechazar, y me invitaron a pelear con uñas y dientes una de sus críticas. Bueno, a lo mejor no querían que fuera tan violento, pero mi parte espartana no sabe hacerlo de otra forma. Ha llegado el momento de defender el honor de la mítica (e incomprendida por estos lares) La Princesa Prometida, un icono de mi infancia.
¿De qué va?
Una historia sobre el amor verdadero entre un vulgar mozo de caballerizas Westley (Cary Elwes) y una bella fama, Buttercup (Robin Wright), que termina prometida con el insensible príncipe Humperdinck. En su camino se cruzarán viejas historias de venganza y obstáculos que les probarán la fuerza de su amor.
Como el argumento y detalles técnicos podéis encontrarlos en la entrada principal, me limitaré
a hacer lo que he venido a hacer: justificar el pedacito de corazón que nos robó esta aventura de amor y hazañas, disparatada a la par que grandiosa.La crítica
Parece que el combate empieza sin mucha tensión. Unos primeros momentos de conversación familiar en los que estoy de acuerdo que se aporta un toque original, una narración diferente que nos atrapa, como la curiosidad del enfermito que escucha atentamente a su abuelo. Captando por completo la esencia de cuento que transmite la novela de William Goldman, y el toque ochentero de la habitación con el yayo, no podemos hacer otra cosa que rendirnos y disfrutar de lo que viene.
Como el amor
es el centro de la trama (venganzas, retos y traiciones vendrán luego) el film
se encarga de presentarnos a la pareja idílica y pura cuyo destino se ve
terriblemente ultrajado al ser separados de por vida (o eso creen ellos). Encariñados al momento con
el “As you wish” de Westley, la historia gira hacia un rapto esperpéntico
rodeado de elementos fantásticos que harán de la típica historia de amor y
princesas un relato épico cargado de elementos tan mágicamente ficticios que
encajan a la perfección.
La esencia no
consiste en intentar encasillarla dentro de un género concreto (véase ahí el
dilema moral con el que se encontraron en la crítica original), sino en
apreciar la película como un compendio de hazañas que componen un cuento
transformado en historia. El amor, la comedia, la fantasía, e incluso el género
espadachín (este creo que me lo acabo de inventar) se reúnen, no para definir
el film como un mixto pisto de todo ello, sino para encontrar una armonía
perfecta que entretiene, enamora y, de paso, te roba alguna sonrisa.
Hablemos de
personajes. Es cierto que Buttercup puede parecer un poco “tonta” a veces, pero
hay que tener en cuenta que el personaje debe transmitir que tiene el corazón
roto, siendo la princesa de cuento, inocente y atolondrada (nunca le perdonaré
que no le atice al RAG –Roedor de Aspecto Gigantesco-), y aquí cada uno cumple
su función. El apuesto, intrépido, inválido y astuto Westley se encarga del
encanto de plebeyo, pirata, héroe y caballero, y son precisamente esas mezclas
únicas las que les otorgan la personalidad que no encontrarás en otra película.
Mención
aparte necesita el dúo sacapuntas formado por el español Iñigo y el bestia gigante
de su compañero. La amistad, la venganza y la aceptación de los inadaptados
serán sus fuertes, todo ello bien aliñado con los mejores toques de humor que
no necesitan contrarrestar nada, sino que elevan el ya de por si altamente
exótico elenco de personajes. Un poco de frescura que parece haber descolocado
en la entrada original, pero que en el fondo libera un poco el encasillamiento
de protagonistas y vuelve a potenciar ese alma de relato fantástico que
predomina en el film.
Con cada
escena en mi memoria (sí, incluyendo esa falsa caída del balcón, referente
onírico que nos recuerda que estamos ante un cuento), no puedo más que recalcar
el hecho de que La Princesa Prometida no es una película del montón, sino que
representa todo aquello con lo que soñábamos de pequeños, transformando una
novela juvenil en una historia heroica llena de hazañas, humor, y por encima de
todo, de amor. Todo ello con el mérito añadido de no caer en conformismos ni
estereotipos preconcebidos, sino innovando en tantas facetas que es imposible
catalogarla.
La única
conclusión posible es que es extraordinaria, como voto y no en vano, pues
estamos ante una de las películas que no solo ha marcado a una generación, sino
que le ha hecho soñar con amor verdadero, hombres de seis dedos y bocadillos de
cordero.
- Goldman, autor de la novela y guionista, creó esta historia como cuento para dormir a sus hijos, y fueron estos mismos junto a su mujer quienes le empujaron a hacer el libro y posteriormente vender los derechos.
- Su éxito en taquilla fue escaso (recaudó 30 millones, el doble del presupuesto del film), pero tras su comercialización no tardó en convertirse en una película de culto.
- El tirón infinito que tiene la película no siempre es bueno, y ha dado lugar a un videojuego educativo para un público joven, llamado Worldwide Biggies.
- Con motivo del 25 aniversario del estreno de la película, en el 2012 se reunió el reparto vivo al completo por primera vez desde el rodaje de la misma.