—Valga este pequeño escrito como sentido homenaje hacia todas vosotras: las mujeres.
Siempre he sentido un enorme respeto hacia el género femenino y supongo que mucho más desde que la vida, decidió premiarme con dos hijas que ya son dos mujeres maravillosas y de las que estoy tremendamente orgulloso (…ya paso yo la fregona, no se preocupen ustedes…)
A lo largo de vuestra vida podéis ser muchas cosas, interpretar muchos papeles y en la mayoría de las ocasiones, más de uno a la vez. Hijas, amigas, hermanas, enemigas, primas, confidentes, amantes, guerreras, economistas, inventoras de sueños, compañeras, quizá madres, quizá no… Pero siempre atentas a las necesidades de vuestros seres queridos, de vuestra tribu, a la cual siempre acabáis protegiendo con uñas y dientes. Sois la defensa del pequeño rincón que os ha tocado en el mundo. Creando, donde al principio sólo había una casa, la mayor parte de las veces a base de ternura, paciencia y dedicación, un verdadero hogar. Un lugar al cual siempre apetecerá volver. Lleváis en vuestro ADN, grabado a fuego, el misterio de la vida, y sois capaces de luchar contra cualquier enemigo, por grande que sea, para cuidarlo con amor.
Los tiempos cambian y pese a los muchos trogloditas que quisieran veros sometidas como las mujeres de antaño, hace ya mucho tiempo que cogisteis el toro por los cuernos y demostráis cada día que sois perfectamente capaces de ser maravillosas Princesas por el día y estupendas actrices Porno por la noche… Pero dejando muy claro que, tan sólo para la persona/s con la cual/es hayáis elegido disfrutar y compartir tanto vuestro tiempo como vuestro cuerpo.
Pienso que, si nos fijáramos bien, podríamos ver que toda mujer lleva en su interior un millón de mujeres. A mí me gusta imaginar a cada diferente personalidad femenina como si fuera un diamante pulido, una joya que refleja en cada una de sus innumerables caras los diferentes tonos de luz que recibe en cada ocasión y de cada fuente distinta. Desde las más brillantes miradas de deseo, hasta las más negras y oscuras intenciones. Así podrá ser la persona más dulce de este mundo y, a la vez, según cambie la luz, transformarse en la bruja más horrible, aquella capaz de embrujarte con sólo un beso.
Para todas las personas que se quejan de que no entienden a las mujeres, yo les diría que se pararan a ponerse un segundo en su lugar. Todos hemos tenido abuelas, esas mujeres duras como rocas que supieron sacar a sus familias adelante en tiempos muy difíciles, con casi nada y que encima todavía tenían ánimo para jugar y hacer reír a sus hijos y nietos. Qué decir de nuestras madres que supieron prosperar sin tantas comodidades como tenemos ahora, ni tantos adelantos, pero que se preocupaban de que a los suyos nunca les faltara de nada aunque a veces tuvieran ellas que privarse de todo. Y hoy en día la gran dificultad radica en todas las mujeres que intentan competir por un trozo de terreno laboral en igualdad de condiciones pero que, desgraciadamente, se ven obligadas a tener que demostrar mucho más que sus compañeros masculinos para ser, general e injustamente, mucho peor valoradas.
Sirvan por tanto estas letras para dejar claro mi profundo respeto hacia todas las mujeres, incluso hasta por las que me han hecho daño en algún momento de la vida. Todos tenemos nuestros íntimos ejemplos de buenas y malas personas, pero yo prefiero pensar en todo lo bueno que he recibido de aquellas con las que he compartido mi camino hasta la fecha, y en todas aquellas mujeres que todavía me quedan por descubrir. De todas, he podido aprender algo.
Y por ello, a todas, de todo corazón, gracias por todo lo bueno que he recibido de vosotras.
“Yo veo en toda mujer, a la amiga, la princesa, la actriz porno, la madre, la confidente, la persona que, en definitiva, llora, ríe, sufre, jura en arameo y, a la vez, es capaz de acariciar mi alma con una sola mirada, con una cálida sonrisa”
Tan sólo hay que tomarse la molestia de querer mirar con atención…
—Me gusta cuando me hablas así, cariño. Me quedo boba mirándote… Y no puedo evitar sentir que te quiero menos de lo que mereces — me dice A., mirándome con pasión. —Así que quédate quieto un momentito, el tiempo necesario para quitarme el delantal y ponerne ese conjunto de lencería tan sexy que me regalaste por mi cumpleaños. Hoy, deseo hacerte disfrutar…
Y mientras veo como se quita el delantal la mujer de mis sueños, apuro el café, dejo la taza en el lavaplatos y me voy siguiendo sus pasos hacia la habitación, mientras la escucho canturrear en el baño…
La tarta de manzana ya está hecha, y expande su dulce aroma por el hogar que comparto con mi princesa, que esta noche se va a transformar en mi actriz porno favorita para protagonizar, juntos, la película de nuestra vida…
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