'La prisión de los espejos', de Rafael Martín Masot

¡Hola, amig@s!
Antes de comenzar con la reseña propiamente dicha, quisiera agradecer a Mari Carmen, administradora del blog Adictos a los libros, la oportunidad de participar en esta lectura conjunta, y a la editorial Baile del Sol, de la que ya he tenido ocasión de reseñar otras lecturas, el envío del libro. Quisiera también dar mi enhorabuena al autor, Rafael Martín Masot, por esta ya tercera novela con tan solo 23 años.
Dicho esto, he de reconocer que la novela no ha cumplido ni de lejos las expectativas que en ella había depositado...
Marc Viadiu, nuestro protagonista es psicólogo en Barcelona. Las grabaciones de unas conversaciones con uno de su clientes, Andreu Jofresa, le llevarán a descubrir una trama urdida por la Organización, un entramado criminal con implicados en las más altas esferas sociales y política. Decide entonces chantajearles, pero con ello no hará sino destapar la caja de Pandora, y un sin fin de huidas, persecuciones y muertes serán la consecuencia. 
La novela, estructurada en capítulos de breves a muy breves, narrada en tercera persona omnisciente la primera mitad y en primera persona por Teresa Muntal el resto, puede parecer ágil pero en el fondo es realmente una novela precipitada, con demasiadas prisas.

Prisa en la construcción de los personajes, que son de cartón piedra, meras marionetas llenas de clichés del género y sin entidad propia. Prisa en crear las relaciones que entre ellos se establecen, las que el autor supone que corresponden pero que no son nada creíbles. Así, el protagonista Mar Viadiu, un hombre que fantasea con su suicidio, pero cuya cobardía no le permite llevarlo a cabo, con una relación con su mujer que no sabe si es de amor u odio, se convierte de la noche a la mañana en un verdadero asesino al que ni le tiembla la mano al disparar. Sin traumas, sin remordimientos, sin sentimiento de culpa. 
El lenguaje, por otro lado, me ha parecido en exceso simple, nada acorde con lo que se pretende sea una trama de cierta complejidad. Un lenguaje sin matices, demasiado plano, y nada sugerente.  
El autor parece querer contar mucho pero no acierta con del ritmo ni con el tono, y no logra construir una obra de cierta profundidad, que deje poso y que no se olvide con la misma rapidez con la que se ha leído.
Como novela de juventud ha de ser valorada y sería injusto por mi parte, eso sí, no hacer notar el potencial que se evidencia en el autor. Desde aquí le deseo mucha suerte.
¡Gracias por vuestros comentarios! Nos leemos...

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