La afección conocida como progeria o envejecimiento prematuro es una enfermedad genética muy atípica (le ocurre a una sola de cada ocho millones de personas) que se caracteriza por un envejecimiento que se produce de forma acelerada a partir de la primera infancia. Uno de los rasgos de los niños que nacen con progeria es la nariz que parece estar tallada y la cianosis facial. La mayor parte de los síntomas de la progeria, sin embargo, se presentan después del primer año de vida del niño y consisten en alopecia, problemas dérmicos y retardo en el crecimiento.
Los niños enfermos con progeria presentan todos o casi todos de los siguientes síntomas: estatura baja, piel seca y con arrugas, nariz grande (aguileña), cráneo y ojos de gran tamaño, calvicie y canas a edad temprana, extremidades del cuerpo muy finas y de forma alargada, pecho angosto y manchas en la piel. En casos de progeria también se presentan casi todas las enfermedades que podemos encontrar normalmente en la vejez (como la artritis, las cataratas y otras similares).
Esta enfermedad es crónica y no tiene tratamiento. Los medicamentos que existen en la actualidad para tratar las distintas formas de progeria, de hecho, solamente consisten en distintos métodos destinados a prevenir mayores complicaciones a nivel cardíaco. Los niños que padecen de progeria deben ser sometidos a dietas híper-calóricas y se les puede administrar aspirina para aliviar los síntomas más comunes de esta enfermedad. La expectativa de vida promedia que se les da a estos niños es de solo 13 años. Algunas de las causas de muerte más comunes entre los pacientes que padecen de progeria son la aterosclerosis, el infarto de miocardio, la trombosis coronaria y otros problemas en el corazón (debido al estrechamiento que se produce en las arterias coronarias).