Revista Religión
Leer | Juan 14.1-3 | El regreso de Jesucristo —una parte vital del plan redentor de Dios— fue anunciado por profetas, manifestado por ángeles y mencionado tanto por el mismo Señor Jesús, como por el apóstol Pablo. De hecho, más pasajes del Antiguo Testamento están dedicados a la segunda venida de Cristo que a la primera; y en el Nuevo Testamento, el Señor menciona su regreso más veces que su muerte.
La segunda venida de Cristo será la derrota final del diablo. Dios profetizó el fin de Satanás cuando dijo a la serpiente: “Ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Gn 3.15). Parecía que Satanás había logrado una gran victoria cuando Jesús fue crucificado. Pero la resurrección le demostró al enemigo que el Gólgota no fue más que un “calcañar herido”. El regreso de Cristo sellará el destino de Satanás, porque Dios ha prometido rehacer la Tierra. Cuando Él haya terminado, viviremos en un mundo tan perfecto como el que se propuso antes de que Adán y Eva pecaran.
El Padre celestial quiere que nos sintamos entusiasmados y esperanzados por el regreso del Cristo, pues ese acontecimiento es la culminación de su plan para la humanidad. Pronto todos los que decidan adorar a Dios serán reunidos en una Tierra nueva.
Aunque no sabemos el día ni la hora de la segunda venida, la profecía final de Jesucristo nos recuerda que debemos vivir y evangelizar con un sentido de urgencia. “Ciertamente, vengo en breve” (Ap 22.20).
Si hemos sido salvos, y estamos sirviendo, podemos decir al igual que Juan: “Amén; sí, ven, Señor Jesús”.
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