Revista Deportes

La propaganda

Publicado el 08 octubre 2015 por Carlos Romero @CarlosRomeroSFC

“La propaganda es una forma de comunicación, que tiene como objetivo influir en la actitud de una comunidad respecto a alguna causa o posición, presentando solamente un lado o aspecto de un argumento. La propaganda es usualmente repetida y difundida en una amplia variedad de medios, con el fin de obtener el resultado deseado en la actitud de la audiencia.

De modo opuesto al suministro de información libre e imparcial, la propaganda, en su sentido más básico, presenta información parcial o sesgada para influir una audiencia. Con frecuencia presenta hechos de manera selectiva y omite otros deliberadamente para sustentar una conclusión, o usa mensajes controlados para producir una respuesta emocional, más bien que racional, respecto de la información presentada. El efecto deseado es un cambio en la actitud de una audiencia determinada acerca de asuntos políticos, religiosos o comerciales. La propaganda, por lo tanto, puede ser usada como un «arma de guerra» en la lucha ideológica o comercial…”

Concepto y técnicas de la propaganda y su aplicación al nazismo.
Emma Rodero Antón, Universidad Pontificia de Salamanca.

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…incluso en la rivalidad deportiva.

Bien es sabido -y está más que documentado- que el Betis es el equipo con mayor tradición militar de todos cuantos existen en Primera y Segunda División, por encima incluso del otrora Atlético Aviación. Igualmente no solo fue un club afín a la noble profesión militar, sino que fue regido por los más importantes golpistas y posteriores represores tras la Guerra Civil española conocidos al sur de España, incluso por algunos de otros lugares.

Sin embargo el sentimiento que subyace entre sus aficionados es el de un club con una idiosincrasia obrera y perteneciente a las clases sociales bajas, todo lo contrario a la realidad imperante, y su explicación solo es posible debido a la utilización de la propaganda.

La propaganda hace ver a sus seguidores que aquello que en realidad es negro, se convierte en blanco, y esto es bien sabido por los principales impulsores de la técnica, como son precisamente los militares, sabedores de la importancia ante una situación de guerra.

Tan solo así es posible que un club tenga raíces republicanas reales a la vista de sus adeptos, manteniendo en su escudo la corona de la realeza española al mismo tiempo, algo antagónico como comprenderán; y de los pobres, siendo su presidente de honor el rey, y socios vip los principales representantes de la nobleza española en sus inicios.

Nos damos cuenta de que la propaganda es un arma potente, cuando es utilizada para justificar las razones por las cuales un club siempre está a la sombra de otro ganador, y aporta razones sine die para convertir la derrota permanente en una victoria moral, atribuyendo a su rival cualidades -de poder y engaño especialmente- que nunca pudieron demostrar, haciendo posible que sus adeptos lo sean per se como luchadores inconformistas de un poder establecido, (el sevillista) aunque en realidad esté más que demostrado que los medios, el dinero, y las instituciones, siempre estuvieron de su lado (el bético), terminando con ello por acuñar un estatus que hoy conocemos como manquepierdismo.

Ilustres militares militantes en el equipo verdiblanco fueron insignes representantes del uso de la propaganda como arma contra el rival. Olmedo, comandante golpista en 1936, y director a la postre de ABC, narraba cómo en 1918, en la inauguración del campo del Patronato bético, cómo “los defensas del Betis tuvieron en jaque a los delanteros sevillistas durante todo el partido”, habiendo ganado el Sevilla FC por cinco goles a uno. Los Olmedo, José Luis Herrera, Bajuelo, y otros tantos posteriormente, constituyeron una terna permanente para dibujar, mediante la propaganda, a un Betis victimista bajo la sombra del todopoderoso Sevilla FC, que ganaba prácticamente todo.

Una época en la que el Betis debe deshacerse de jugadores que “fichó” ilícitamente en un momento, el del amateurismo, en el que estaba completamente prohibido, por no poder hacerse cargo de los pagos que debían recibir. Al pasar estos al Sevilla FC, fue vendido por los propagandistas como un robo de sus jugadores que debilitaba al club verdiblanco, apareciendo nuevamente el victimismo que explicaba y justificaba ante sus huestes el gen perdedor.

Enorme fue el operativo propagandístico para hacer parecer que la Guerra Civil destruyó a ese Betis que estaba en la más absoluta de las ruinas justo antes de la Guerra. Un Betis que reapareció flamante, como si nada hubiese pasado, sin deudas que nadie sabe quién pagó, con un estadio remozado completamente, y con la mayoría de sus jugadores intactos, siendo uno de los clubes que más jugadores recuperó. Sin embargo la leyenda cuenta que la guerra acabó con ellos. Ya comentamos en otros artículos que nunca un club tuvo tanto, para conseguir tan poca gloria a lo largo de su historia.

Más tarde, cuando el equipo de verde campaba por la Tercera división, se aprovechó la cesión por parte del Sevilla FC de un jugador al Algeciras también en dicha categoría, que ni siquiera lo fue al final, para lanzar una campaña que consistía en dibujar a un club sevillista que cedía jugadores a los equipos de Tercera, para conseguir que el equipo verdiblanco no subiera de categoría y hundirlo aún más. Generalizaron a partir de un hecho individual y único, pues no tenemos constancia de que el Sevilla FC cediese ningún jugador más a la categoría, siendo este hecho aún sostenido por muchos béticos afectados por una información desvirtuada.

Otros episodios irrisorios, esbozaban a un Ramón Sánchez-Pizjuán con unas tijeras, cortando los cables eléctricos de los tranvías, para que la afición bética tuviese que ir andando hasta Heliópolis a ver a su equipo, o bien imponer a los pobres béticos (solo a los béticos) la compra de unas obligaciones hipotecarias para construir el estadio sevillista.

Sin embargo la propaganda es voluble y se adapta perfectamente a los tiempos, el republicanismo bético fue un hecho proveniente de los primeros años de la transición española, en los que convenía huir de un pasado para amoldarse a la nueva realidad política, y en los que interesaba camaleonizarse con los colores de bandera de Andalucía, cuando en realidad dichos colores nada tienen que ver con el andalucismo; o bien se necesitaba presentar a un equipo verdiblanco más alineado con las cuestiones de los disidentes políticos que a la postre llegarían al poder.

En tiempos contemporáneos observamos cómo la propaganda hace acto de presencia, y su máxima es hacer parecer que el palmarés de un club sea una cuestión de índole menor ante otros “valores”. De esta forma se vende que lo importante en una competición no es llegar a ganarla, eso es una minucia en la que no entran, sino que lo importante es que un club llene un estadio y tenga muchos abonados, si bien en las pocas ocasiones que ganaron algo lo pasearon incluso por las cloacas. O bien intentar demostrar que los sentimientos propios son únicos y que nadie más puede tenerlos sobre su club.

La minusvaloración hacia el rival hace acto de presencia ante tamaños “valores” de una afición, y la grandeza solo es posible conseguirse por ese camino. La consecución de un palmarés amplio por parte del rival siempre estará sujeto a cualquier tipo de subterfugio, engaño, mentira, o cualidades negativas de los contendientes a los que se enfrenta, apareciendo la suerte sostenida en el tiempo. Para que nos hagamos una idea, es como si a una persona le tocase la lotería todos los años, y en algunas ocasiones dos veces en el mismo periodo de tiempo.

Nunca hubo tanta inquina de un club hacia otro en la historia del fútbol, estamos convencidos.


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