Los enemigos principales del nazismo fueron los judíos desde el principio y por tanto desde el nacimiento del partido bajo la dirección de Hitler, la propaganda sólo arremetió contra estos. Muy de cerca siguió la propaganda anti comunismo, que también resultó muy efectiva. Y cuando esta fallaba, los SA siempre se encargaban de recordar las premisas básicas del nazismo usando la fuerza o las armas.
Los medios eran bastante variopintos. Por un lado estaban las banderolas, los mítines, los afiches, anuncios y octavillas. Además, estaban los medios más modernos como la radio, donde se trasmitían algunos discursos de Hitler. También estaban las publicaciones, que podían ir desde pequeños folletos hasta revistas sobre el partido. Claro está, de todos, existía un favorito indiscutible: las historietas. Por lo general las víctimas eran los judíos donde las burlas y parodias no sólo eran sobre las costumbres como la usura o avaricia, sino también los rasgos físicos, pues había cierta tendencia a dibujarlos con una prominente nariz, que según los nazis, era el modo característico y rápido de identificar un judío.
Cuando los nazis se fueron haciendo más fuertes, en especial a partir de que Hitler recibió el puesto de canciller, su control de los medios fue total. Todas las radios o periódicos estaban obligadas a ir de la mano con el régimen. De este modo, el partido amenazó a la prensa alemana de la época con una ola del terror sino se subyugaban a sacar a la luz lo que según los nazis era la verdad. Es decir, se monopolizaron los medios. Se privó de la libertad de expresión a Alemania y los ataques contra judíos, comunistas y toda aquella víctima del régimen, se convirtió en tema de culto para cualquier alemán nazi. Los niños fueron creciendo con las caricaturas que se leían hasta en los libros de colegio, o en los dibujos animados de la época, donde se hacía ver al judío como un ser avaro, deformado y amoral.
Finalmente, una nueva arma que se estaba haciendo barata y masiva fue la del cine. En efecto, los dibujos animados o películas, donde Hitler no sólo ordenaba “agredir” al enemigo (películas como el Judío eterno), sino también ensalzar a la raza aria y los ideales básicos del nazismo, se hicieron comunes. Esta política del Ministerio de Propaganda estaba en constante apoyo con la eugenesia y eutanasia que el estado alemán nazi también aplicaba, buscando justificar de este modo las masivas deportaciones y asesinatos. Respecto de los libros, se hicieron también masivos y lecturas obligadas la obra Mi Lucha del mismo Hitler, hasta obras filosóficas básicas como las de Nietzsche, Schopenhauer y otros. Además claro, no podía faltar, Los protocolos de los sabios del Sión, fue un libro vendido masivamente, con el fin de justificar la teoría de dominación mundial del judaísmo internacional.
La propaganda durante la guerra
La guerra fue la última etapa en la cual el nazismo tendría protagonismo en la historia, pues la misma marcó su fin para siempre. Aquí la propaganda nazi se convirtió en una gran herramienta. Desde meses o años antes, Hitler utilizó los medios para levantar la moral del pueblo alemán exhibiendo grandes desfiles y un armamento nuevo y destructivo. Pronto los germanos de los más recónditos lugares y hasta en el extranjero, decidieron volver a su patria respondiendo al llamado ario. Por otra parte, la propaganda nazi sirvió como una gran herramienta para justificar las acciones de guerra. Por ejemplo, en el caso de Polonia, la prensa nazi intentó hacer creer que fueron los polacos los que atacaron primero. Con esto, ya se preveía que toda la guerra iba a ser una pantalla figurada de optimismo aún en los peores momentos. Con las primeras victorias del nazismo, no hubo mucho que ocultar, pero después de Estalingrado, todo cambió.
Además, desde los principios de la contienda los británicos estuvieron bombardeando Alemania sin cesar, destruyendo ciudades enteras, echando por la borda los comentarios de Goebbels cuando dijo: “si una sola bomba cae en Alemania, dejaré de llamarme Joseph Goebbels”. Empero, el ministro de propaganda no detuvo sus discursos ni aún en la hora más sombría vendiendo supuestas verdades, o lanzando mitos acerca de una nueva súper arma que se estaba creando y que haría ganar la guerra en un santiamén. También es recordado por su célebre discurso de la “Guerra total”, cuando los nazis supieron que los aliados no dejarían de luchar sino hasta lograr la rendición incondicional de Alemania. Con el tiempo, las perspectivas cambiaron rápidamente para el III Reich y las grandes derrotas desde el Alamein hasta Estalingrado fueron absolutamente ocultadas al pueblo por el ministerio. Los periodistas alemanes y la propaganda sólo se encargaron de difundir el valor del soldado alemán para pelear en tantos frentes al mismo tiempo contra enemigos que venían a quitarles todo. Como vemos, todo quedó en la nada. En los últimos meses de guerra, inclusive, el nazismo decidió optar por medidas desesperadas como el lanzamiento de octavillas a ciudades bombardeadas, anunciándoles que rusos y occidentales pronto serían expulsados del país y que nuevas e irreales ofensivas estaban en preparación. Cada vez que se publicaba un nuevo tanque, avión o arma en general, la propaganda del partido se encargaba de hacerla ver como un maravilla ante el pueblo, y que como sabemos resultaron ineficaces a la larga.
De todas maneras, y aunque la guerra se perdió para Hitler, es innegable que la propaganda de su partido, fue compleja y avanzada para la época, lo que le permitió atraer a millones de personas en el mundo. Al cual condujo a un conflicto que dejó una horrible mancha de sangre. Aunque resulte irónico, el modo en cómo la política utiliza hoy en día la propaganda tiene una fuerte y seria inspiración en la organización llevada a cabo por los nazis en dicho ámbito, aunque sin los ideales de odio, muerte o de lesa inhumanidad. Finalmente no hay que olvidar que la propaganda nazi fue calificada fuera de la ley por los Juicios de Nuremberg.