«Detengámonos ahora en las doctrinas que se han elaborado para imponer las modernas formas de democracia política. Se exponen con bastante precisión en un importante manual de la industria de relaciones públicas, obra de una de sus figuras más descollantes, Edward Bernays. Arranca con la observación de que “la manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones establecidos de las masas es un componente importante de la sociedad democrática”. Para llevar adelante esta tarea esencial, “las minorías inteligentes deben utilizar la propaganda constante y sistemáticamente”, porque sólo éstas “comprenden los procesos mentales y las pautas sociales de las masas” y pueden “mover los hilos que controlan la opinión pública”. Por lo tanto, nuestra “sociedad ha consentido en permitir que la libre competencia se organice mediante el liderazgo y la propaganda”, otro caso de “consentimiento sin consentimiento”. La propaganda procura al liderazgo un mecanismo “para moldear el pensamiento de masas” de tal modo que “encaucen su recién ganada fuerza en la dirección deseada”. El liderazgo puede “uniformar todas las parcelas de la opinión pública tanto como el ejército uniforma los cuerpos de los soldados”. Este proceso de “ingeniería del consentimiento” es la mismísima “esencia del proceso democrático”, escribió Bernays poco después de que la Asociación Americana de Psicología lo homenajeara en 1949.
La importancia de “controlar la opinión pública” se ha reconocido cada vez con mayo claridad a medida que las luchas populares lograban ampliar el terreno de juego democrático, dando lugar así a la aparición de los que las elites liberales llaman “la crisis de la democracia”, lo que ocurre cuando poblaciones normalmente pasivas y apáticas se organizan y buscan entrar en la arena política para perseguir sus intereses y reivindicaciones, con lo que amenazan la estabilidad del orden. Tal como explica Bernays el problema, “con el sufragio universal y la escolarización universal … al final incluso la burguesía ha tenido miedo de la gente del pueblo. Pues las masas se prometían llegar a ser el rey”, tendencia que por fortuna se ha invertido —así se esperaba— conforme se han inventando y poniendo en práctica nuevos métodos “para moldear las mentalidad de las masas”».
El beneficio es lo que cuenta (2000)
[Extracto del libro escrito por Noam Chomsky]
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