Revista Sociedad
La prostitución del Ser Humano. (Por: Alfredo Abrisqueta).
Publicado el 13 diciembre 2011 por AlfredoLa presente reflexión va dirigida a todos aquéllos que os gusta prostituiros.
Vamos a empezar de esta forma. No de otra. Somos prostitutas y con perdón de la palabra. Nos prostituimos por voluntad y por ignorancia, más bien, por voluntad de vivir en la ignorancia. Nos prostituímos por el temor a la reflexión. Nos sometemos por miedo a las consecuencias que trae consigo la libertad. Nos prostituimos una y otra vez en cada esquina, en cada bar, en cada hora trabajada, en cada desayuno y cena, cada vez que compramos, cada vez que que vamos al cine, cada vez que amamos nuestros cuerpos y engullimos al resto. Cada vez que criticamos, cada vez que nos dejamos doblegar. Cada vez que creemos en Dios, cada vez que nos sentimos superiores a alguien, cada vez que disfrutamos de Cervantes y detestamos a Hitler. Cada vez que vestimos y cada vez que destruimos. Nos prostituimos y nos gusta, nos complace, nos hace sentir bien. Somos víctimas de nuestra propia cultura porque erramos por ignorancia, nos manipulan por ignorancia, nos controlan por ignorancia y encima, nada entendemos, nada sabemos, nada comprendemos. Somos víctimas de la cultura porque fuimos condicionados desde la infancia para aceptar las reglas comúnmente aceptadas. No tuvimos el privilegio de elegir o de inventar nuevas culturas. No tuvimos la libertad de elegir entre ser o no ser artistas. Este es el lado positivo del asunto, y da miedo, muchísimo miedo. Somos víctimas, perfecto. Se acabó el cuento. Ya podemos ir a dormir tranquilos.
Caminamos ciegos, sordos y callados, y en cada esquina, nos prostituimos sin remuneración alguna. Si pensabas dormir tranquilo lo siento, pero es hora de trasnochar. ¡Qué se nos haya condicionado como seres culturales no significa que debamos aceptarlo, y sobre todo cuando las cosas no ruedan como deben rodar! Nos prostituimos y callamos. Y de ahí viene la famosa expresión. Parece que ahora nuestra inocencia vuela dispersándose por el aire. ¡En buena hora! Es necesario que vuele tan lejos para darnos cuenta del mundo que nos rodea. Nos movemos tan rápido que no podemos parar a pensar ni un mezquino segundo. Nos prostituimos tan rápido que no sabemos ni dónde estamos ni quiénes somos. La inocencia vuela y la culpabilidad hace temblar las torres fuertes. Ese ego, tan escondido, ¡debe ser asediado!
En el mundo suceden muchas cosas que no estan siendo justamente tratadas. Se escapa de nuestras manos el poder de la acción. Nos disfrazamos noche tras noche con un cubata en la mano y una corbata que grita ¡viva la prostitución! Culpamos al mezquino de al lado, y el mezquino culpa al dadivoso de su mala suerte. Se trata de culpar al otro y volver a mirarse la corbata. Eso también lo llamo yo prostitución. ¡Defender las raices culturales occidentales es defender la prostitución! Robar es dignificarse, matar es vencer. ¡Tolerar esto también es prostitución! La ética honorifica la picaresca y pretendemos cambiar el mundo. El mundo cambia y siempre nos quedamos atrás, intentando adaptarnos, coger migajas desperdiciadas, llevarnos a la boca todo tipo de creencias para después enfrentarnos los unos a los otros. ¡No hay mayor prostitución que la tolerancia a la injusticia! Tener esperanza, a eso lo llamo también prostitución.
Triste es ver lo que ven mis ojos. Más triste aún es entender que formo parte de este desmesurado puterío. Pero aún no toco fondo, porque mucho más triste es llegar a comprender que las cosas no funcionan y, no obstante, se decide rotúndamente rechazar la libertad. Negamos la realidad con facilidad, sin dolor, y abrazamos abiertamente la ignorancia para someternos una vez más. Abrazamos los dogmas y rehusamos a la libertad de la reflexión. Abrazamos la prostitución y negamos la vida humana. Somos prostitutas, sentimos indiferencia ante todo, porque es doloroso pensar por sí mismo. Sentimos indiferencia porque nos asusta vivir en libertad. Nos da miedo la libertad y nos prostituimos. Nos da miedo pensar y toleramos la mezquindad de las bajas acciones que rodean nuestro mundo. Como prostitutas tenemos un precio, como Ser Humano no valemos nada.