El movimiento del 15 M, el de los indignados, fue el último grito de protesta sana y decente de los españoles ante la suciedad y bajeza de nuestra vida política. La España más saludable se indignó ante los abusos y corrupciones de los políticos y empezó a rebelarse, pero, como suele ocurrir casi siempre, otros políticos más miserables todavía, pero oportunistas y listos, se adueñaron de aquel movimiento, lo prostituyeron y lo convirtieron en más basura. Hoy, 12 años después, Pablo Iglesias y algunos de los traidores que fundaron Podemos y prostituyeron la belleza del 15 M son millonarios y gobiernan España, ayudados por otro de la misma calaña llamado Pedro Sánchez, manipulador consumado y autor también de otra gran prostitución, la del viejo socialismo, al que ha degradado y convertido en morralla deleznable sin ética ni valores. Publicamos hoy un artículo que circula por Internet y narra, con frescura y acierto, como fue aquella sucia malversación del 15 M, que pudo haber sido una fuerza de regeneración pero que la chusma política convirtió en más mierda. —-
DUODÉCIMO ANIVERSARIO DEL 15M: UNA REVOLUCIÓN CONSEGUIDA.
En España hay muchas cosas verdaderamente inexplicables: los abdominales de Aznar, la pachorra de Rajoy, la inteligencia de Paquirrín, la salud mental de Ángeles Rodríguez Pam, la partida de nacimiento de Jordi Hurtado, los calzoncillos del Tito Berni, la moción de censura de Tamames y la tesis doctoral de Pedro Sánchez.
Pero entre todos los misterios de este mundo, sobrepasando incluso al de la exacta procedencia de los OVNIS, está la capacidad de seducción del matrimonio Iglesias-Montero, los grandes y ya únicos beneficiados de aquel legendario movimiento popular del 15-M; de ese huracán de ilusión para orear la política; de ese terremoto social del que hoy se cumplen doce años.
En doce años exactos, Pablo Iglesias consiguió lo que quería: una cuenta corriente nada corriente, una mujer mucho más joven, un chalé en la serranía de Madrid, un coche oficial con chófer, un puesto en el CNI, una vicepresidencia del Gobierno y una tele para él solo. Todo ello, por supuesto, apuñalando de paso a amigos y compañeros.
A raíz de aquel 15M de 2011, cuatro promesas formales hizo don Pablo Iglesias Turrión cuando aún era pobre. Éstas eran:
1-Viviría como el resto de las clases populares, en su piso de Vallecas, pues “los líderes deben estar donde está el pueblo”.
2-Ningún militante de Podemos podría “simultanear dos cargos públicos”.
3-Los cargos públicos de Podemos tendrían como límite salarial el equivalente a tres salarios mínimos, ya que “los representantes deben vivir como los representados”.
4-El tiempo máximo en un cargo público para cualquier militante de Podemos sería de doce años, “pues en política se está de paso, y no se viene a vivir de la política”.
Esos cuatro puntos de Podemos, fijados en sus Estatutos, fueron el santo y seña del partido. Un santo y seña que ahora, cuando el matrimonio Iglesias-Montero ha llegado a las alturas, se ha suprimido para siempre. La Revolución se ha conseguido. Se acabó Vallecas. Se acabó el ocupar un solo cargo. Se acabaron los límites salariales. Se acabaron los límites de tiempo en los cargos públicos. Se acabaron las asambleas. Se acabaron los círculos, los cuadrados, los rectángulos y los triángulos. Como buen estalinista, ahora se hace lo que dice Iglesias, y las cosas se deciden por aclamación de su guardia pretoriana, como le pasaba a César, que siempre se quedaba Augusto.
Pablo Iglesias e Irene Montero, a fecha de hoy, son todo lo que decían que odiaban ser: ricos, encumbrados, influyentes, poderosos, malhumorados, altaneros, pluriempleados y adheridos permanentemente a sueldos públicos. Casta de pata negra. Y ése, justo ése, es el misterioso misterio de Podemos: el cómo no se dan cuenta sus casi tres millones de futuros votantes de tan monumental estafa: de la enorme caradura de sus líderes.
¿Vaselina anal a cambio de simples migajas? ¿Pura ceguera de secta? No se sabe. Pero es un caso curioso el del matrimonio de Galapagar, tal vez tan sólo superado por el matrimonio Ortega de Nicaragua y por el matrimonio rumano de los Ceaucescu. Vendedores de humo a granel. Voceadores de inservible crecepelo. Recetas vendo que para mí no tengo. Trepas de mucho cuidado. Censores de vocación. Jefes de un ejército de troles y de trolas. Acalladores de disidencias a base de zancadillas. Marxistas de Groucho Marx, de los de “si no te gustan mis principios, tengo otros”. Revolucionarios que acaban revolucionando sus propias cuentas corrientes. Populistas con más conchas que un galápago. Y con más caretas que el Carnaval de Venecia.
Ésa es la herencia que ha quedado del famoso 15M. Bueno. Y España hecha unos zorros por la ley sueltavioladores, por los cambios de género a la carta, por los escraches para acojonar a los rivales, por la demonización del sexo masculino, por las “alertas antifascistas” y los “rodea el Congreso” cuando pierden elecciones, por los continuos desprecios al Jefe del Estado, por los continuos desprecios a nuestros mejores empresarios, por los continuos desprecios al cristianismo, por las continuas alabanzas a los amigos de ETA, por las continuas alabanzas a la dictadura venezolana, por las continuas alabanzas al Islam, por los indultos a los golpistas catalanes y por el invento de la plurinacionalidad.
Enhorabuena, Pablo. Enhorabuena, Irene. Ni Maquiavelo os hubiese superado.
Y enhorabuena, señor Sánchez: usted no podía dormir con Podemos, o eso dijo; pero se ve que, a base de benzodiacepinas, ha podido conciliar el sueño.
Ah. Y que no se nos olvide: lo que nos llega ahora como posible alternativa al nefasto 15M (la Yolanda designada por el Supremo Líder) es exactamente igual que el Supremo Líder, aunque incluya sonrisa Profidén, traje de Armani, melodiosa voz y derroche simpatía. Pero bajo el envoltorio de la marca blanca de Podemos (o en descarada alianza), en “Sumar” encontraremos los mismos disparates chavistas, el mismo misticismo procubano, los mismos compañeros de viaje, las mismas gallinas veganas, los mismos todas y todes, los mismos deseos de suprimir la prisión permanente revisable, los mismos 39 géneros para elegir en el Registro, la misma Inquisición metida en nuestros dormitorios, el mismo nido de votantes, el mismo apoyo a la inmigración sin papeles, el mismo apoyo a los okupas, el mismo desprecio a campesinos y cazadores, el mismo desprecio a los autónomos, el mismo desprecio a quien madruga y la misma visión de una España fragmentada. Todo cambiado para que nada cambie.
Bienvenido, lector, al siguiente 15M.
Firmado:
Juan Manuel Jimenez Muñoz.
Médico y escritor malagueño.