
Hace unos pocos días supe por los medios de comunicación de Bélgica dio pasos para aprobar que su Parlamento diera luz verde a que las que las trabajadoras sexuales e incluso los poco trabajadores sexuales que deben existir, puedan tener contratos laborales con acceso a la seguridad social, bajas por enfermedad o maternidad y pensiones.
Desgraciadamente para las mujeres prostituidas, esta actividad que vulnera todos los derechos de las mujeres es legal desde 2003 en Nueva Zelanda primer país en legalizarla en detrimento, insisto en los derechos de las mujeres.
Desde el feminismo radical abogamos por su abolición como parte de la agenda feminista precisamente por la vulneración de derechos que supone para estas mujeres el hecho de utilizar como materia prima su propio cuerpo y tenerlo que poner a disposición de proxenetas y puteros para su uso y disfrute.
Su legalización, como en el caso del modelo alemán que concentra a estas mujeres en macro burdeles, no hace sino aumentar el poder de estos oscuros personajes como lo son los proxenetas sobre las mujeres y, al mismo tiempo dar un poder ilimitado a los puteros para usar y abusar de los cuerpos de ellas.
El pensamiento neoliberal nos ha llevado a convencernos que si se dedican a ello es por que así lo desean o, dicho de otro modo, por voluntad propia. Pero nadie conoce las circunstancias que envuelven este tipo de decisiones. Desde los engaños de los proxenetas convenciéndolas para que se vengan de sus países con falsos enamoramientos o incluso falsos contratos de trabajo hasta los chantajes para con la seguridad de sus familias, son argumentos de fuerte peso emocional para ejercer una sujeción psicológica sobre ellas y, de ese modo, hacerlas trabajar más.
Hace unos años acudí a unas jornadas feministas y en una de las ponencias se trataba este tema sobre si legalización, abolición o prostitución. Después de escuchas todas las opiniones, hubo una compañera que cuando escuchó los argumentos a favor de la legalización tomó la palabra y nos explicó que ella había trabajado con mujeres prostituidas en las calles, así como en algún club de alterne y había podido comprobar las condiciones en las que tenían que ejercer. Incluso alguna de ellas tenía que llevarse a sus hijos a “trabajar”.
Por supuesto, no voy a repetir sus palabras que todavía resuenan en mi cabeza como martillazos por la dureza con la que nos ilustró en su argumentario. Y puso un ejemplo que creo que recordaré siempre y lo voy a exponer. Dijo:” De acuerdo, legalicemos la prostitución. Justo en ese momento se convierte en un empleo como cualquier otro que requiere, por ejemplo, formación continuada, ¿Cómo la vamos a realizar?, ¿Qué materias se van a impartir aparte de salud laboral? ¿Cómo hacer correctamente una felación a un señor al que no deseas y que encima está pagando por ello?”. Insisto, aquellas palabras siguen martilleándome el cerebro cada vez que sale el tema de la legalización.
Pues bien, ahora en Bélgica, aparte de contrato laboral, acceso a la seguridad social y cotizaciones, deberían tener también formación continuada, ¿Alguien me puede explicar las materias que podrían impartirse a estas mujeres?
Me asquea el tema cada vez más. Y me asquea porque, por definición coloca a las mujeres en un plano total de inferioridad dentro de la inferioridad que el patriarcado impone a todas las mujeres. Pero además en este caso, esa inferioridad es doble pues que pasan a ser mercantilizados sus cuerpos y por tanto desposeídas de identidad propia, pasando a ser objetos al servicio de los sujetos.
Y si ya el patriarcado impone que las mujeres seamos objetos frente a los hombres que son siempre sujetos, en este caso son doblemente objetos por serlo como mujeres y como mujeres prostituidas.
Que no nos engañen, la legalización de la prostitución no es ninguna buena noticia para las mujeres y mucho menos para el feminismo. Cambiemos el punto de mira y dejemos de poner el acento sobre ellas y comencemos a ponerlo sobre los puteros y los proxenetas.
Porque ellos, puteros y proxenetas, si son sujetos, que lo sean para todo, para ser el objeto de las críticas feministas, sobre todo.
Y no considero que se pueda ser de izquierdas y feminista y defender la legalización la prostitución al mismo tiempo. Y esto es un aviso a los partidos de pseudoizquierda que se están apuntando al carro de la legalización tanto de la prostitución como de los vientres de alquiler. No solo no van a tener mi voto, sino que voy a influir en mi entorno para que tampoco lo tengan. Porque sencillamente, feminismo no vota partidos traidores con las mujeres.
Ben cordialment,
Teresa