No me da el tiempo para revisar todo el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados en busca de cuáles han sido las actuaciones dedicadas a promover la protección de los derechos de los menores en este país. Tengo la impresión, por lo que me viene a la memoria de que el saldo es más bien magro. Me da la sensación de, como reza el verso de Martí Pol, “todo está por hacer“, pero no me queda claro, como continua, que “todo es posible“. Un parlamento con mayoría absoluta no ha hecho mucho y, viendo el panorama desde las últimas elecciones y lo que parece que se espera de las próximas en unas semanas, no es como para albergar grandes esperanzas.
No vamos a relatar todo lo que está pendiente, aunque sólo fuera todo aquello que figura en los tratados internacionales que ha signado el estado español y que no cumple. Lo que más nos duele sigue siendo la pobreza, porque el derecho a una vida digna es de lo más elemental y parece evidente que rescatando bancos a 22.000 millones el chute y poniendo trabas a las iniciativas para compensar la pobreza energética no se ayuda mucho.
Ya sabemos que todo eso es política y que los políticos parecen estar en el némesis de su prestigio; los que ocupan el poder, más aún. Pero como tambien entendemos que, por ahora, el sistema que tenemos para elegirlos no admite mejoras, por lo menos repasemos nuestras conciencias antes de otorgarles nuestro voto. Y decimos nuestras conciencias porque si miramos las suyas o, para el caso, sus programas electorales, se nos pasaran las ganas de votarles.
X. Allué (Editor)