Revista Cultura y Ocio

La prueba ADN-Y y la teoría Colón-Sotomayor: Resultados preliminares.

Por Fernando Alonso Conchouso @ColonGalego

Para aquellos que no me conocen, soy Profesor, Historiador y Bibliotecario en la Universidad de Illinois en Urbana, EEUU, pero soy nacido y criado en San Juan, Puerto Rico. Aunque mi investigación principal es la historia política y cultural de Puerto Rico durante el siglo XX, llevo estudiando la historia de Puerto Rico en los siglos XVI, XVII, y XVIII por más de una década con el fin de conocer y entender las vidas de mis antepasados. Mi interés principal es trazar la historia familiar de mi linaje Sotomayor en Puerto Rico para pasarlo a las futuras generaciones. La familia Soto y Sotomayor está bastante extendida en el área noroeste de la isla, en pueblos como Aguada, Moca, San Sebastián, Isabela, Aguadilla, Lares, Rincón y otros. Muchos de estos Sotomayor han migrando a pueblos más distantes, a la capital San Juan, y muchos otros a Estados Unidos, como es el caso de la Jueza del Tribunal Supremo de dicho país la Honorable Sonia Sotomayor.

Muchos de estos Sotomayor desconocen el origen de sus antepasados. Pero hay otros, como la misma Jueza Sotomayor, que han escuchado historias orales indicando que la familia Sotomayor proviene de Don Cristóbal de Sotomayor conquistador, colonizador y fundador en 1510 de la Villa de Sotomayor en el área que se conocía en el siglo XVI como “la aguada.” Dice la Jueza Sotomayor: “older stories survive in hand-me-down recollection beyond any living soul’s direct experience: The Sotomayors, I heard, might be descendants of Puerto Rican pioneers.” (Sotomayor, Sonia. My Beloved World. New York: Alfred A. Knopf, 2013, 156). Estudiar e investigar los orígenes de esta familia (o cualquier otra) más allá del siglo XVIII en Puerto Rico es sumamente difícil debido a la falta de documentación. Ataques caribes y franceses, fuegos, huracanes, hurto, inundaciones y alta humedad han afectado los archivos isleños a tal punto que estudiar la historia puertorriqueña de los siglos XVI, XVII y XVIII es ardua labor (ver Rodríguez León, Mario A. Los registros parroquiales y la microhistoria demográfica en Puerto Rico. Tesis de maestría en Estudios Puertorriqueños en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, San Juan, 1983). Historiadores han tenido que ser creativos a la hora de buscar fuentes primarias. Esta situación no es única de Puerto Rico, sino característica de toda la región antillana. En este sentido, la historia oral, con todo y sus problemas de confiabilidad histórica, se convierte en otra fuente a auscultar (Stevens Arroyo, Anthony. “Understanding the Work of Diego de Torres y Vargas.” En Don Diego de Torres y Vargas. Report on the Island and Diocese of Puerto Rico (1647). An Annotated Translation into English by Jaime R. Vidal with Historical Essays and Commentary by Anthony M. Stevens-Arrroyo. Scranton: University of Scranton Press, 2010, 8-9).

Otra estrategia histórica para estudiar Puerto Rico en los siglos XVI, XVII y XVIII es entender el contexto social, económico, cultural, y político particular de las regiones isleñas durante estos siglos. Aquí los historiadores como Ángel López Cantos, Jalil Sued Badillo, Elsa Gelpí Baiz, Guillermo Esteves Völkers, Cristina Campo Lacasa, Ricardo Alegría, James Lockhart, Vicente Murga Sanz, Benjamín Nieves Acevedo, Vilma Benzo de Ferrer, Aurelio Tió, y Enriqueta Vila Vilar, entre otros y otras, son esenciales. A estos estudios se le añaden los historiadores clásicos como Íñigo Abbad y Lasierra, Cayetano Coll y Toste, Salvador Brau, Adolfo de Hostos y Alejandro Tapia y Rivera. Y muy importante también ha sido examinar los diferentes catálogos de pasajeros a Indias y estudiar los trabajos de genealogía e historia del lado de la península de autores como Francisco Conde Mora, Suso Vila, Rodrigo Cota, Ernesto A. Spangenberg, y Alfonso Philippot Abeledo, entre otros.

Este estudio riguroso y extenso me ha llevado a sugerir que mi familia Sotomayor, la cual está documentada hasta mi octavo abuelo, Don Juan de Sotomayor y Hernández (c.1680-f.1791), proviene de Don Pedro de Sotomayor (nc.1510), hijo de Cristóbal de Sotomayor y su “amiga” la princesa Taína. Aunque este Pedro ha sido confundido con Pedro “El Parricida” hijo del II Conde de Camiña D. Álvaro de Sotomayor, no creo que sean la misma persona. Cristóbal de Sotomayor murió en el ataque Taíno de 1511, pero está documentado que le sobrevivió su hijo Pedro, quien heredó la encomienda de su padre en 1515. En Real Cédula fechada 21 de marzo de 1515 Pedro de Sotomayor es reconocido como hijo de Cristóbal de Sotomayor y es ordenado por el Rey Fernando “El Católico” a ir a Puerto Rico y encargarse de la encomienda de su padre (AGI Indif. Gral., 419. lib.5, Fol.171v. Según citado en Murga Sanz, Vicente y Álvaro Huerga. Cedulario puertorriqueño. Tomo I [1505-1517]. Río Piedras: Ediciones de la Universidad de Puerto Rico, 1961, 372-373). De aquí perdemos la pista documental hasta que tenemos varios varones y mujeres Sotomayor viviendo en el área y pueblos limítrofes de la Aguada en los siglos XVII y XVIII, manteniendo lazos matrimoniales entre sí y con otras familias nobles del área. El nombre Cristóbal de Sotomayor abunda en el siglo XVIII en varias ramas de esta familia en esta zona.

descarga
Es por esta razón de falta de documentación clara que decidí entrar en el complejo mundo de las pruebas de ADN. La intención es encontrar pistas para aclarar la ascendencia de mi familia Sotomayor. Durante mi investigación sobre la familia Sotomayor en la península ibérica me topé con el trabajo de Don Alfonso Philippot Abeledo y su teoría que sugiere que Cristóbal Colón era la misma persona que Pedro Álvarez de Sotomayor, Conde de Camiña y padre de Cristóbal de Sotomayor. La teoría me pareció ampliamente documentada y seriamente expuesta.

En el verano de 2013 decidí hacerme la prueba ADN-Y con la compañía familytreedna.com, la más antigua en el mercado y con la base de datos más extensa. Aprovecho para indicar que para nada soy yo un experto en genética molecular ni genealogía genética. Lo que aquí diga no tiene valor de peritaje, sino son mis observaciones de aprendiz y mi lectura de la información ofrecida en la página de Familytreedna. En aquel momento hice la prueba a 37 marcadores. Otros niveles de marcadores son 12, 25, 67 y 111. Este nivel de marcadores es el recomendado para tener resultados confiables dentro de lo que se conoce como “tiempos genealógicos.” A 37 marcadores la prueba es suficientemente precisa para establecer parentescos entre personas dentro de los últimos 500 años, periodo entendido como tiempos genealógicos. Los resultados me llegaron en octubre y emparenté con cinco personas, cuatro con apellidos anglo-sajones y solo con uno de apellido hispano. Lo interesante es que el del apellido hispano ¡es un Colón de Puerto Rico! El parentesco entre los cuatro señores de apellidos anglo-sajones y yo está a una “distancia genética” de cuatro, o según Familytreedna “probably related” (probablemente emparentados). La distancia genética es el nivel de mutaciones que los cromosomas han experimentado a lo largo de las décadas y siglos. A mayor distancia genética menor el parentesco. A menor distancia genética mayor el grado de parentesco. Mi distancia genética con el señor Colón es de dos (2), clasificado como “related” (emparentado). La tabla de distancia genética va desde 0 hasta 11.

El otro análisis que ofrece esta prueba con este laboratorio es indicar el porcentaje de que dos empates genéticos compartan un antepasado en una escala de generaciones. A 37 marcadores, los resultados indican que el porcentaje de que el Sr. Colón yo compartimos un antepasado a 15 generaciones es de 95.56%, a 16 generaciones 96.74%, a 17 generaciones 97.62%, a 18 generaciones 98.27%. Según mis cálculos, Cristóbal de Sotomayor sería mi abuelo 15o. o 16o. y Pedro Álvarez de Sotomayor mi abuelo 16o o 17o. Por ende, estos resultados señalan una fuerte probabilidad de que el Sr. Colón y yo compartimos un antepasado hace poco más de 500 años.

Al aprender de este parentesco genético la pregunta surge, ¿cómo emparentamos? Ya sabemos que yo solo llego documentalmente hasta finales del XVII, pero con una teoría indicando ascendencia en Cristóbal de Sotomayor. También sé que por ninguna de mis ramas Sotomayor tengo entronques con la familia Colón bien entrado en el siglo XVIII. En aquel momento el Sr. Colón solo podía trazar su linaje Colón en Puerto Rico hasta su tercer abuelo, “Bernardino Colón” nacido circa 1810 en el centro-sureste de la isla (Orocovis, Ciales, Barranquitas, o hasta Utuado). Cuando me comuniqué con él me dijo que tampoco tenía información de abuelas o antepasados con el apellido Sotomayor. Aunque estos resultados despertaron gran interés en mí, el próximo paso era igualar las pruebas genéticas, ya que el señor Colón se había hecho la prueba ADN-Y a 67 marcadores, en aquel momento la prueba más potente y precisa para identificar lazos genéticos. En casos de coincidencias o empates genéticos se recomienda igualar el número de marcadores para así igualar las variables y todos los demás elementos científicos. Procedí a hacerme esta prueba, no solamente a 67 marcadores, sino a 111, lanzada al mercado hace apenas unos meses y constituyendo el estandarte de oro en precisión genética.

Finalmente, en febrero de 2014 me llegaron los resultados de la prueba a 67 marcadores. A este nivel mis coincidencias genéticas con los señores de apellidos anglo-sajones desaparecieron, y quedó confirmado mi parentesco genético con el Sr. Colón, aún con un grado de distancia genética de dos. A mayor número de marcadores la categoría de distancia genética se torna más precisa. Mantener una distancia genética de dos (2) a 67 marcadores muestra aún más una relación genética cercana, denominada como “tightly related” (cercanamente emparentado). La sección de interpretación en la página de familytreedna explica lo siguiente sobre coincidencias a dos grados de distancia genética al nivel 67: “Tightly Related – A 65/67 or 66/67 match between two men who share the same surname (or a variant) indicates a close relationship. It is most likely that they matched 36/37 or 37/37 on a previous Y-DNA test. Very few people achieve this close level of a match. All confidence levels are well within the time frame that surnames were adopted in Western Europe.” Por supuesto, nosotros no compartimos el mismo apellido, lo que indica que el cambio de apellido ocurrió en solo una generación, es decir en una persona. Me imagino que de haber varias generaciones en medio del cambio de apellido tendríamos una distancia genética mayor. En otras palabras, este es un empate genético bastante cercano para personas que no comparten el mismo apellido.

En términos del porcentaje de compartir un antepasado, este nivel de marcadores ofrece porcentajes aún más precisos y realmente reveladores. A 67 marcadores, el porcentaje del señor Colón y yo tener un antepasado en común a 16 generaciones es de 99.30%, a 17 generaciones es de 99.55%, y a 18 generaciones es de 99.71%. O sea, a mi entender estos resultados indican muy fuertemente que el antepasado en común entre el Sr. Colón y yo nació en algún momento en los años 1400.

 

Tabla 1: Probabilidad de que el Sr. Colón y Antonio de Sotomayor compartan un antepasado común. (67 marcadores)

Generaciones Porcentaje

10 92.04%

11 94.58%

12 96.35%

13 97.56%

14 98.38%

15 98.94%

16 99.30%

17 99.55%

18 99.71%

19 99.81%

20 99.88%

 

En otro hallazgo, pero del lado documental, también en febrero de 2014 encontré una partida de defunción del que probablemente fue el tercer abuelo del Sr. Colón. Anteriormente, no teníamos información de sus antepasados Colón más allá del 1810. Esta acta de defunción, fechada el 17 de marzo de 1887 en el pueblo de Orocovis, nos da el nombre del padre y la madre de “Bernardino Colón y Colón,” e indica que la pareja era del pueblo de Aibonito (para la fecha de nacimiento de esta pareja Aibonito era parte del antiguo pueblo de Coamo fundado en 1573). Otro colega genealogista, miembro de la familia Colón, abogado, y experto en la familia Colón de Puerto Rico tiene los antepasados de esta familia en Coamo, la cual es su familia. En su base de datos este abogado tiene los padres de Bernardino, pero no tenía ningún hijo. Con el hallazgo de la partida de defunción de Bernardino Colón y Colón, este investigador lo ubica en la línea de descendientes varones de D. Diego Ramos Colón de Luyando (n.1606) hijo de Juan Colón (nacido antes de 1591), ambos Capitanes de Ejercito y Milicias en Puerto Rico. Estos dos señores, Diego R. Colón y Juan Colón, han sido profundamente investigados ya que se piensa que eran descendientes directo de Cristóbal Colón en Puerto Rico (ver Gil-Loyzaga, Pablo, “Cuatro siglos en Puerto Rico: Descendientes de Antonio de los Reyes Correa y Diego R. Colón de Luyando y sus vínculos familiares con los Koyzaga, Mexía-Casado y Rodríguez de Matos en los siglos XVI al XIX.” Madrid: Editorial Vision Net, 2007). El abogado Colón colaboró con el autor Gil-Loyzaga en la investigación de este libro. Esto nos da más fuerza documental para indicar que el Sr. Colón con quien empato genéticamente es desciende por vía paterna directa de C. Colón.

Volviendo a la ciencia de genética molecular y la genealogía genética, un primo tercero (documentado) Sotomayor se hizo la prueba de ADN-Y con la compañía 23andme. Esta prueba más que identificar coincidencias genéticas dentro del tiempo genealógico, busca trazar antepasados y grupos étnicos profundos, es decir hace miles y miles de años en el pasado. La clasificación de estos grupos étnicos y sus migraciones a lo largo del planta se denomina haplogrupos. La prueba indica que nuestro haplogrupo es el P312 (o tal vez L21), un haplogrupo que tiene numerosos resultados en la península ibérica y culturas celtas. Por lo tanto, este haplogrupo podría sugerir que desciendo de los grupos celtíberos por via paterna. Pero también indica otras cosas de mayor interés para nosotros. Según la prueba, mi porcentaje Europeo es de un 80%, con 10% desconocido, un 8% indígena, y menos de un por ciento africano y asiático. Lo importante de este caso es lo indígena, lo cual prácticamente quiere decir Taíno, el grupo indígena más común en la isla de Boriquén (como le llamaban los Taínos a Puerto Rico). Este detalle es importante porque sugeriría que la historia de que Cristóbal de Sotomayor se unió con la princesa Taína para tener a Pedro de Sotomayor podría ser cierta, apoyando a su vez la teoría de la descendencia varonil en Puerto Rico de Cristóbal de Sotomayor.

Todos estos resultados son buenas pistas para aclarar no solamente la ascendencia de los Sotomayor y los Colón en Puerto Rico, sino que podría también ayudar a esclarecer la teoría de que Cristóbal Colón fue la misma persona que Pedro Álvarez de Sotomayor. La teoría Colón-Sotomayor es la única que se conoce que propone un cambio de apellido entre los Colón y los Sotomayor. Si el Sr. Colón verdaderamente desciende de Juan Colón (n. antes de 1591) y si mis antepasados descienden de Cristóbal de Sotomayor, como creemos que descienden, entonces estamos ante una posible respuesta a muchas de nuestras preguntas.

Sin embargo, cabe la posibilidad de que estos resultados no estén relacionados a la teoría Colón-Sotomayor. Algunos de estos Colón y Sotomayor de Puerto Rico de los siglos XVI y XVII  se mudaban y casaban con otras familias nobles del área. Cabe la posibilidad de un entronque entre los Colón y los Sotomayor en Puerto Rico en el siglo XVI o hasta el XVII. Aunque la prueba de ADN a 67 marcadores sugiere que nuestro antepasado en común vivió allá para los años 1400, lo cierto es que el porcentaje de tener el antepasado en común en los años 1500 también es de 96, 97 y 98 por ciento. De ser así, uno de nosotros cargaría el apellido heredado por la vía materna. Sin embargo, la prueba claramente indica que el entronque ocurrió más cercano a los años 1500 (y definitivamente los 1400) que los 1600.

No obstante, hay que escuchar también a los genetistas, después de todo este es su campo de peritaje. Después de compartir mis resultados con algunos científicos y genetistas en Puerto Rico y España, la opinión generalizada es de no llegar a conclusiones rápidas. La verdad es que necesitamos una mayor muestra de Sotomayores y Colones para tener más evidencia y poder apoyar conclusiones. En esas estamos. Pero reclutar se hace difícil sin el apoyo de instituciones y proyectos serios de ADN. Por lo tanto, estamos en el proceso de identificar estas instituciones y organizar el proyecto.

Finalizo con el espíritu ameno de nuestro colega Rodrigo Cota en que todos estos datos podrían sencillamente apuntar a otra de las “casualidades” que se han encontrado entre las vidas de Cristóbal Colón y Pedro Álvarez de Sotomayor. Dado el afán y esperanza que por algunos años ya se ha puesto en las pruebas ADN, solo hay que exclamar con cierta ironía, ¡Qué Casualidad!

 

–o0o–

 

Antonio de Sotomayor, PhD

[email protected]

http://asotomay.wix.com/sotomayorphd


Volver a la Portada de Logo Paperblog