“la clave para la prosperidad económica consiste en la creación organizada de un sentimiento de insastisfacción”.
La publicidad comercial no sólo cumple la función manifiesta de incitar a la compra de las mercancías anunciadas. Cumple también la función latente de divulgar una imagen de la sociedad en que todo es fácil y en que el consumo es rey, porque la persona se autorrealiza consumiendo. El anuncio vende un producto y vende un modelo social.
Tenemos el formidable instrumento de la televisión, que penetra en el interior de todos los hogares y que facilita difundir mensajes que podrían orientar al consumidor según parámetros de calidad, precio, duración, prestaciones, calidad estética, propiedades ecológicas de los productos y de los procesos de fabricación, características sociales de sus procesos de producción, etc. Pero se cede este espacio público televisivo a la industria privada para que pueda manipular a placer la conciencia de las personas.
Charles Kettering, directivo de la General Motors, afirmaba que “la clave para la prosperidad económica consiste en la creación organizada de un sentimiento de insastisfacción”. Y un alto dirigente de TF1, la principal cadena de televisión privada de Francia, percibe la relación entre la publicidad y la televisión de este modo: “la tarea de TF1 es ayudar a Coca-Cola, por ejemplo, a vender su producto. Y para que un mensaje publicitario sea captado, hace falta que el cerebro del espectador esté disponible. Nuestras emisiones tienen la vocación de hacer que esté disponible: esto es, distraerlo y relajarlo para prepararlo entre un mensaje y el siguiente. Lo que vendemos a Coca-Cola es tiempo de cerebro humano disponible.” Y también: “La lógica de TF1 es una lógica de poder. Vendemos a nuestros clientes una audiencia de masas, una cantidad de individuos susceptibles de mirar un spot de publicidad”.
El espectáculo televisivo se convierte en lo que acompaña a la sustancia misma del negocio, lo que se coloca entre anuncio y anuncio. La telebasura no es un accidente, un daño colateral que podría evitarse con un poco más de sensibilidad por parte de los programadores: la telebasura forma parte de esa “producción de cerebros humanos disponibles.”
La publicidad comercial es seducción, llamada de atención, reclamo, incitación a un hedonismo primario, invitación a la irresponsabilidad ecológica y social en la medida misma en que incita a consumir sin tomar en consideración el contexto socioecológico. Con la invasión publicitaria de los medios de difusión masivos, se deja que el gran capital se convierta en un acondicionador de la moral colectiva: se le confiere un poder descomunal.
fuente: MEJOR CON MENOS , Necesidades, explosión consumista y crisis ecológica (JOAQUIM SEMPERE)
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