Lo ideal es que la publicidad genere emociones positivas en las personas que se exponen a los impactos publicitarios, está claro que, cuando se consigue crear esas percepciones en el usuario, el mensaje que reciben se graba en sus mentes y logra diferenciarse del resto de imágenes o sonidos que las marcas lanzan a diario.
Pero, ¿y si se generan emociones negativas? En este caso, el mensaje sigue grabándose en la mente de los consumidores y se diferencia del resto de impactos publicitarios, eso sí, negativamente. La cuestión es, si el cliente sabe distinguir entre si lo que no le ha gustado es la publicidad, o esa negatividad la extiende también al producto o marca.
Debo añadir también, que cada uno tenemos nuestras propias preferencias y maneras de percibir la publicidad, lo que a mi me puede evocar sentimiento positivas, a otra persona, por sus creencias, experiencias... le puede ocasionar cieto rechazo.
Os dejo aquí el anuncio que me ha hecho escribir este post, a ver si sabéis si lo que me ha generado son emociones positivas o rechazo.